Arroyo, de las piñas y la escoba a la marcha atrás

4 de Abril de 2018 19:58

“Si en algo fallé fue en la comunicación”, dijo Carlos Arroyo, en un instante de las 3 horas y 7 minutos que duró su discurso en la apertura de sesiones ordinarias del Concejo Deliberante. Detalló, en ese contexto, que no tiene los fondos necesarios para contarle a la población todo lo que hizo en estos dos años de gestión a través de campañas publicitarias.

La frase del intendente esconde -como la mayoría de sus discursos- una referencia directa a la “pesada herencia” que le dejó la gestión de Gustavo Pulti y un dardo hacia otro de sus caballitos de batalla: los medios de comunicación. Arroyo está convencido que los medios lo castigan injustamente y no reconocen todo lo que consiguió en este tiempo de gestión.

Ambos temas tienen un sinfín inagotable de aristas y posturas opuestas. Pero démosle la derecha al intendente y reconozcamos que el anterior jefe comunal no dejó la mejor situación financiera, especialmente en lo relacionado a campañas publicitarias en medios de comunicación. Y admitamos que Arroyo arrastra una mochila que ante una frase ambigua o que roza lo polémico, los medios optan por maximizar el lado negativo.

¿Son solo esos los problemas que afronta el intendente? Claro que no. La apertura de sesiones del Concejo Deliberante es una muestra de los errores de comunicación de la gestión, pero no son achacables ni a la falta de plata para campañas publicitarias, ni a la “mala intención” de los medios. Son 100% Arroyo.

El intendente tiene una personalidad y un modo de ver las cosas que, a esta altura, ya no modificará. Es por eso que no cae en gracia en el modelo Pro, donde todo está guionado y no hay nada librado al azar. Arroyo, por el contrario, gusta de improvisar (mucho) más de la cuenta. No tiene lo que muchos llaman cintura política y por eso suele encabezar titulares en medios nacionales que lo dejan rayano el desquicio.

El martes, sin ir más lejos, lanzó que casi terminó a las trompadas con el ministro de Minería y Energía Juan José Aranguren durante una reunión en la que hablaron del gasoducto de la Costa. En su cabeza habrá supuesto que esos dichos se iban a interpretar positivamente por la enjundia con la que defiende los intereses de los marplatenses. Para todos, lo llamativo fue que un intendente reconociera que casi se agarra a piñas con un ministro de la Nación.

En la misma sesión, casi al pasar, acusó a las señoras de no agarrar más la escoba para limpiar las veredas. Rápidamente, el movimiento de mujeres y diversidad de Mar del Plata tomó la frase para –otra vez- repudiar al jefe comunal.

Pero además de los problemas semánticos, el discurso del jefe comunal también arrastró problemas de fondo. Arroyo llegó al Concejo Deliberante con una importante cantidad de papeles que le había acercado cada secretario: Educación, Cultura, Obras, Salud, Desarrollo Social. Lejos de un discurso elaborado, se trató de una enumeración tras otra, sin planificación ni mayor sentido.

No habló del futuro, ni de sus planes ni de problemas concretos que atraviesa en estos momentos la gestión, como el manejo de los residuos.

Los problemas de comunicación del intendente también se evidenciaron este miércoles. Cuando luego de demoras, anuncios y promesas, el Ejecutivo envió al Concejo Deliberante los proyectos de ordenanza fiscal e impositiva corregidos. “Al final, sacó todos los puntos que más ruido hacían”, confió un concejal del oficialismo a 0223.

El intendente se ganó los cuestionamientos, por ejemplo, de los empresarios del puerto a quienes planeaba aplicarles una tasa por exportar productos. Se las ganó la primera vez que mandó el proyecto, que los empresarios tildaron de inconstitucional. Y también hace pocos días cuando repitió que planeaba cobrarles la tasa. “Me voy a comprar una balanza, la voy a llevar al puerto y voy a cobrar”, exageró el jefe comunal.  Finalmente, ese plan fue eliminado del proyecto.

Con sus modos Arroyo ni siquiera capitaliza ese recurso que implementó el gobierno nacional que anunciaba una medida impopular y luego daba marcha atrás y mucha gente lo valoraba porque “este gobierno escucha”. En el caso de Arroyo queda la impresión de que él va en una dirección y la realidad termina yendo en otra.