Crónica de un desahogo electoral que se hizo esperar en Mar del Plata

0223 revive cómo palpitó Juntos por el Cambio la victoria definitiva de Guillermo Montenegro sobre la candidata del Frente de Todos, Fernanda Raverta.

Fotos: 0223.com.ar

28 de Octubre de 2019 00:54

Una hora después del cierre de los comicios el búnker de Guillermo Montenegro mostraba rostros que se confundían entre la expectativa y la incertidumbre. La estrategia de Juntos por el Cambio era clara: había que ser cautos. Las primeras planillas, que se guardaban con estricta reserva, marcaban una presunta paridad con Fernanda Raverta que anticipaba una larga noche de domingo.

"No se puede decir mucho. Tenemos pocas actas y los números van y vienen. En el centro ganamos pero en los barrios varían los resultados", explicaba unos de los candidatos de la lista de diputados provinciales, mientras artículaba con sus manos una suerte de sube y baja inestable para graficar sus dichos. 

Y en definitiva, la variedad que ofrecía el catering del Gran Hotel Dorá debía leerse como otra señal de que había que prepararse para una jornada de duración cuanto menos extensa. En esta oportunidad, en las mesas que se distribuian en algunos sectores del primer piso había medialunas dulces, brownies, pastafrolas, scones, donas, pepas, y bebidas como café, agua y jugo de naranja. 

A las 20.30, se sumaban mozos con fiambres y pancitos y también llegaba Maxi Abad, referente radical y primer candidato a diputado provincial, que con pocas precisiones anticipaba un primer pronóstico con "tendencia favorable" para Montenegro.

El intenso devenir de la jornada demostraría que los pronósticos no eran expresiones de deseo. La salida a las 21 del ministro Rogelio Frigerio con los primeros resultados oficiales del escrutinio - que posicionaban a Macri por encima de los 40 puntos - fue recibida como un baldazo de alegría y euforia en el búnker de Montenegro, que ya mostraba un nucleo muy nutrido de dirigentes de la coalición gobernante.

"Sí se puede, sí se puede" y "La damos vuelta", fueron los gritos espontaneos que se escucharon al unisono y entre aplausos en los seguidores macristas, que por primera vez en la tarde se animaban a mostrar la sonrisa que se asocia inexorablemente con el sabor distintivo de la victoria. 

Sin embargo, al tomar el micrófono el jefe de campaña de Montenegro, Alejandro "El Ruso" Rabinovich, insistía con la cautela: recordaba que sólo había un 47 por ciento de mesas escrutadas y que la diferencia con Raverta era de apenas cinco puntos porcentuales, pero el público estaba decidido a celebrar y hacer escuchar de nuevo el grito de campaña: "Se siente, se siente, Guillermo intendente".

Con la vorágine de los minutos, el calor en el hotel crecía casi en la misma sintonía con la concurrencia y la sensación de confianza en el búnker oficialísta. El discurso de Fernanda Raverta la hizo merecedora de burlas por el "puntito menos" que acusaba de diferencia en la elección mientras que los dichos de Maria Eugenia Vidal, confirmando el triunfo de Axel Kicillof en la Provincia de Buenos Aires, inundaron los pasillos con aplausos. 

Y minutos más tarde, ya sin posibilidad de apostar por un ballotaje, el derrotado Mauricio Macri se iba despedido de la misma manera: mientras compartía sus primeras y últimas palabras de la noche, se advertían algunos rostros de desazon en el Dorá que buscaban disimularse con gestos de reconocimiento y apoyo hacia la gestión que encabezó el presidente en estos cuatro años.

La aparición pública de Macri no guardaba menor relevancia a la hora de esperar por definiciones en el espacio de Montenegro: es que desde su entorno más cercano habían asegurado que el candidato que se imponía en las elecciones locales hablaría una vez que el mandatario reconociera la victoria - más estrecha de lo pensado - de Alberto Fernández, el líder del Frente de Todos

Pero, pese a las promesas, no había señales de Montenegro ¿Por qué se demoraba su salida? El candidato aguardaba por un mayor avance en el escrutinio para poder terminar de confirmar su victoria. Lo cierto es que el diputado se encontraba desde temprano en el búnker: desde las 18.50, junto a su equipo, siguió de cerca el minuto a minuto de la reñida elección.

Recién a las 23.30 "El Ruso" Rabinovich aparecía en escena para lanzar el primer grito de desahogo contundente de la noche: ¡Vamos carajo! Dos minutos después hacia lo propio Montenegro, acompañado de su esposa, y ratificando una tendencia "irreversible" en la elección marplatense que despertó un sinfín de gritos y aplausos en el búnker.