El reencuentro fatal que derivó en el asesinato a puñaladas de un interno de Batán

El destino los volvió a poner cara a cara. Mucho antes, hace tres años, se habían cruzado entre balazos en un barrio de Mar del Plata y recién este viernes lograron reencontrarse pero bajo un escenario muy distinto: dentro de la Unidad Penal Batán, con un puñal de por medio, y bajo una reyerta que finalmente terminó con la vida de uno de los dos.

Los primeros indicios de la Justicia parecen explicar la muerte de Victor Lorenzo Franco, de 29 años, por su pasado: el principal sospechoso de su asesinato es Lucas Carlos Moreyra, un joven con el que ya había protagonizado un violento conflicto en 2016 en el barrio Don Emilio.

Los capítulos entre ambos se remontan a la mañana del 23 de octubre de aquel año, cuando Franco se acercó hasta una vivienda ubicada en 204 y Hernandarias, que pertenecía a su ex pareja, para efectuar un par de disparos contra el frente la casa. Al sentir el impacto de las detonaciones, Moreyra, el primo de la mujer, salió a enfrentarlo pero recibió otros tres balazos como respuesta.

Después del ataque, el joven de 29 años se dio a la fuga en su motocicleta pero fue interceptado minutos después por la policía cuando viajaba a bordo de un remís. Había aportado una identidad falsa para tratar de engañar a los efectivos pero los tatuajes en su muñeca resultaron determinates para su correcta identificación. Por el hecho, la fiscal Andrea Gómez le había imputado el delito de "tentativa de homicidio".

Desde entonces, Franco y Moreyra no se vieron las caras hasta que ambos coincidieron en la cárcel de Batán. El tiempo pasó pero para el hombre que había sido baleado por el motociclista seguía fresca la sangre de la heridas que le produjo en el primer cruce: buscaba venganza.

La investigación que lleva adelante el titular de la Unidad Fiscal de Instrucción (UFI) Nº7, Leandro Arévalo, deposita fuertes sospechas sobre la autoría de Moreyra en el crimen de Franco que se materializó este viernes y la prueba más contundente son los registros fílmicos del pabellón de la unidad penal, que habrían captado la secuencia del ataque a puñaladas.