Curiosidades de la literatura y de las letras (parte 2)

¿Quién fue el primero que hizo referencia al hábito de leer en silencio? ¿Cuál es el primer vestigio de la escritura en la historia de la humanidad? ¿Qué pensaban sobre sus obras Lewis Carroll o Charles Darwin? ¿Qué dice Adolfo Bioy Casares en sus diarios sobre Borges? Más detalles para acercarse a la literatura desde la literatura misma.

9 de Junio de 2019 18:05

La variedad temática y formal de la literatura y del lenguaje es siempre una historia dentro de las historias. El resultado de estos pequeños anecdotarios que vamos publicando solo pretende mantener viva la curiosidad sobre aquellas otras historias que nutren tanto a las letras como a sus narraciones. Los contextos y los autores revelan muchas veces aquella parte del iceberg que queda siempre debajo del agua.

La palabra “curiosidades” no se refiere solo a detalles que nos cuentan o nos quieren sacar la opacidad de determinadas circunstancias, sino que también nos permiten habitar un mundo con leyes propias para asomarnos a otras perspectivas del mundo de las letras. Como dijo el escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, “Literatura es todo lo que se lea como tal”.

1- Algunos dicen que sólo existen cuarenta y ocho Biblias de Gutenberg. Esta cifra incluye dos que se encontraban en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial y que se han extraviado. No obstante los bibliófilos las presumen a salvo.

 

2- Charles Darwin creía que la primera edición de su libro El Origen de las Especies iba a resultar muy numerosa con 1.250 ejemplares. Sin embargo se agotó en el primer día de su publicación.

 3- Walt Whitman fue despedido de su empleo en la oficina india del Departamento del Interior cuando el secretario, James Harlan, leyó un fragmento de su obra Hojas de Hierba, y la consideró “poesía perniciosa”.

4-  La frase de Winston Churchill “Sangre, sudor y lágrimas”, de la Segunda Guerra Mundial, tenía una larga tradición. John Donne, en 1611, escribió: “Apacígualo con tus lágrimas, o tu sudor, o tu sangre”. Lord Byron, en 1823: “Sangre, sudor y millones retorcidos por las lágrimas ¿por qué? ¡Por renta!”.  Lord Alfred Douglas, en 1919: “La poesía se forja lenta y pacientemente, eslabón por eslabón, con sudor y sangre y lágrimas.” El mismo Churchill empleó la frase en 1931 escribiendo sobre los ejércitos del zar antes de la Revolución Rusa: “Su sudor, sus lágrimas, su sangre empaparon la planicie sin fin.”

5- Plinio el Viejo (23-79) era un hombre muy activo. Escribió no sólo una historia general de Roma en 31 volúmenes, sino también una enciclopedia de la naturaleza en 37 volúmenes, una gramática latina en ocho tomos y un manual de oratoria en seis. Además, fue, en diversas épocas de su vida, general y almirante, y también gobernador de las provincias romanas en África, España, Germania y Galia

 6- Según Óscar Hahn, uno de los cuentos más reconocidos de Macedonio Fernández, El zapallo que se hizo cosmos, apareció en El Tiempo de Buenos Aires el 3 de junio de 1896.  Por esto, Macedonio podría ser considerado uno de los iniciadores del cuento fantástico hispanoamericano. Pero otro detalle importante y sorprendente es que, en dicho cuento, se menciona el apellido  Einstein, causando sorpresa por la temprana fecha. Algunas voces dicen que dicho apellido fue agregado más adelante para otra edición del cuento por parte del autor. Pero en el supuesto caso de haber sido nombrado Einstein en aquella versión de 1896, cuando este solo tenía 17 años, además de resultar insólito, lo ubica realmente a Macedonio Fernández como el personaje más adecuado para iniciar la literatura fantástica en estos lares.

 

7- En una anotación hecha en su diario el 2 de agosto de 1882, Lewis Carroll (autor y editor) calculaba que aun cuando lograra vender todos los ejemplares de su primera impresión de Alicia en el País de las Maravillas, que era de 2.000 ejemplares perdería de todos modos 200 libras. Vendiendo otros 2.000 ejemplares obtendría 200 libras. Si pudiera vender otros ejemplares, además de los dichos, entonces lograría una mayor ganancia, pero “eso difícilmente lo puedo esperar”. Antes de su muerte, en 1898, había vendido cerca de 180.000 ejemplares.

8- En 1984 se descubrieron en Tell Brak, Siria, dos tablillas de arcilla que se habían fabricado en el cuarto milenio a.C. Solo se destacaban algunas muescas sobre ellas y en los centros algo parecidos a un dibujo que parecía un animal dibujado con el dedo. Varios coinciden en ver allí a una cabra en una y a una oveja en la otra. Los arqueólogos coinciden en  representar a aquella muesca como un número diez. Esas tablillas son el origen de toda nuestra historia escrita. “Aquí hay diez cabras” y “Diez son las ovejas” son los vestigios más antiguos de la escritura que se tiene.

 

9- Antiguamente la lectura no se concebía como un acto silencioso, sino que se producía en voz alta. Se suele decir que el primero en hacer alusión a la lectura silenciosa es San Agustín en sus Confesiones al describir una callada lectura de Ambrosio. Pero vale mencionar también que hay ejemplos anteriores, aunque no tan fiables, como el escrito de Agustín. Por ejemplo, en dos obras teatrales que datan del siglo V a.C. se presentan personajes que leen en escena: el Hipólito de Eurípides muestra a Teseo leyendo en silencio una carta que sostiene su esposa muerta; el otro ejemplo aparece en Los caballeros de Aristófanes, donde Demóstenes examina una tablilla enviada por un oráculo y, sin revelar en voz alta su contenido, se muestra sorprendido por lo que lee. También Plutarco asegura que Alejandro Magno leyó en silencio una carta de su madre en el siglo IV a. C.  para desconcierto de sus soldados. San Cirilo de Jerusalén, en un sermón catequístico del año 349, rogó a las mujeres que asistían que, mientras esperaban las ceremonias, leyeran textos sagrados, pero que lo hicieran en silencio para que “aunque sus labios hablaran, ningún otro oído pudiera oír lo que le decían al Señor.”

10- Relata Adolfo Bioy Casares en su Borges, diario donde durante 40 años registró minuciosamente su relación con él, lo siguiente:

Lunes, 29 de diciembre de 1947. Conversación con Silvina sobre Borges. Me dijo que yo escribo mejor, con mayor naturalidad. Esto demuestra cómo esta cegada en mi favor. Le leí un artículo de Borges sobre Pascal. Convino en que está admirablemente escrito. Leyéndolo sentí lo lejos que estoy de saber pensar bien, amplia y justamente; de saber construir las frases; de tener una inventiva enérgica y feliz. La de este artículo es la prosa —aireada, tranquila— que Borges debería cultivar.

Lunes, 12 de enero de 1948.  Vuelta a Buenos Aires. Come en casa Borges. Me cuenta que a la tarde estuvieron en Sur Sábato y González Lanuza y que él de pronto comprendió que los aborrecía y se fue.

 

Martes, 13 de enero de 1948. Comen en casa Angélica Ocampo, Bianco y Borges. Borges me dice que leyó De Francesco a Beatrice y el epílogo de Ortega y Gasset, y que ambos son una vergüenza: ≪Naturalmente, Victoria y Ortega sostienen que no se puede leer el Dante porque los comentadores se interponen entre él y nosotros: las notas impiden la lectura. ¿Qué hacía Victoria sino otro comentario? Tal vez las biografías y los ensayos sustituyan a los clásicos; tal vez las notas sean indispensables≫. Después, hablando de la idea de un libro y de los sucesivos borradores, agrega: ≪El libro es la sombra de algo que está en la mente del autor y que el autor no conoce claramente: esa sombra llega a ser y lo otro desaparece. La obra llega a ser lo real y la idea va quedando como un vestigio de la obra, progresivamente más irreal. Al ver los poemas tempranos de Yeats —buenos al cabo de veinte años, tras muchas correcciones—, he pensado que los escribió para llegar a esta forma: son poemas que han necesitado toda la vida del autor para llegar a la forma perfecta. Tal vez no haya, en la mente de los poetas, poemas malos; tal vez en casi todos los poemas malos habrá un poema bueno, que movió a escribir al autor. Yeats empezó a escribir los suyos porque confusamente los adivinaba como son ahora, como quedaron después de las últimas correcciones; los poemas malos serían poemas no concluidos≫.

Martes, 11 de julio de 1948. Come en casa Borges. Comentamos el carácter de Sábato. Según Borges, lo que está mal en él es que su conversación es demasiado anecdótica; se parece demasiado al pensamiento. Borges: ≪.Y ¿por qué íbamos a compartir su indignación contra esa señora que pretendió corregirle un diálogo? ¿Quién escribe siempre tan perfectamente que nunca convenga corregirlo? ¿Quién puede estar completamente seguro de que el interlocutor lo cree infalible?≫  Me cuenta que en Alemania, en el siglo xviii, cuando leyeron Robinson Crusoe hubo gran entusiasmo y todos los literatos se pusieron a componer Robinsonaden: ≪Había dos posibilidades: escribir el caso de un solitario que vuelve a crear toda una filosofía y nuestra civilización o el de uno que construye utensilios y una cabaña —nuevamente el libro de Defoe—. Lo primero no se les ocurrió; lo segundo no podía repetirse infinitamente. Empezaron así a discurrir Robinsones en parejas, en tríos, en multitudes; pasaron de islas solitarias a países. Ridículamente llegaron a otra forma insigne de narración: a las utopías≫.