Promiscuidade nao têm fin

Las revelaciones del sitio The Intercept cumplieron un mes y demostraron la ilegalidad que Sergio Moro y Deltan Dallagnol llevaron a cabo para detener a Lula. ¿Cuánto más puede durar Moro en el cargo? Por lo pronto, se tomó licencia. 

9 de Julio de 2019 19:04

Se cumple un mes de la aparición de los chat revelados por el sitio The Intercepted que demostró como el entonces juez Sergio Moro digitaba con fines políticos los aspectos centrales de la investigación judicial más importante de la historia reciente de Brasil.

Moro dejó ser el heroico magistrado que investigaba y condenaba a lo corruptos para convertirse en una pata más de un sistema político putrefacto que tiene en el gobierno a lo más reaccionario del continente suramericano. 

Mucho de los medios que levantaron al juez de Curitiba, como Veja y Folha, hoy son furibundos críticos. La parcialidad con la que llevó a cabo el proceso es insoslayable como también el nivel de arbitrariedad con la que el hoy ministro de Justicia y Seguridad de Brasil y los procuradores del Lava Jato manejaron el asunto. 

El Vazajato, como fue denominada la investigación del sitio dirigido por Gleen Greenwald, dividió las aguas en el escenario político brasilero. Medios de comunicación críticos de los gobierno del Partido de los Trabajadores decidieron aliarse con The Intercepted para garantizar el alcance de las revelaciones mientras O’Globo cerró filas con Moro y alimentó la versión oficial. 

Por su parte, la Corte Suprema de Justicia también está dividida luego de exponer a jueces como Luiz Fux y Edson Fachin como parte de la maniobra contra Lula. “Edson es nuestro, aha, uhú”, llegó a decir en Dallagnol en uno de los mensajes. 

El dato que marca con claridad el clima que se vive dentro de la sociedad lo expresa difundida por The Intercerped. El 58 por ciento de la población cree que las conversaciones de Moro con los procuradores fueron inadecuadas. El porcentaje aumenta a 73 por ciento entre los jóvenes entre 16 y 24 años. Tal vez este sea el motivo por el cual Moro pidió licencia de su cargo en el gobierno por 5 días. 

Sergio Moro aprovechó su condición de juez y utilizó una investigación que podría haber echado por tierra un sistema de corrupción para consolidarse como jefe de una banda cuyo único fin era evitar el retorno del PT al poder. Para eso, violaron la Constitución y el Código Penal

“Estoy muy preocupada por una posible vuelta del PT. Estoy rezando mucho para que Dios ilumine a nuestra población  y un milagro nos salve”, le escribió  Anna Carolina Resenne a Deltan Dallagnol el 28 de septiembre de 2018. “Valeu, Carol! Reza, si, lo precisamos como país”, respondió el Fiscal encargado de investigar a Lula. 

En esa misma fecha, el juez del STF Ricardo Lewandowski autorizó a Lula a concederle una entrevista a Folha de Sao Paulo. Esto no pudo ser gracias a la alianza entre Fux y los procuradores. Un audio difundido hoy  por The Intercepted lo muestra con claridad. 

Sergio Moro nunca tuvo la intención de investigar a todos los dirigentes políticos y empresarios que cometieron ilícitos. Necesitó del sistema político para construir una base de sustento capaz de legitimar la condena y exclusión del proceso electoral de la única persona capaz de devolver a Brasil a una senda de crecimiento con desarrollo e inclusión. 

Lula no solamente criticó las detenciones sin prueba de muchos de sus compañeros de ruta en el marco de al Operación Lava Jato sino también del desmantelamiento de las empresas que hicieron posible ubicar a Brasil en el puesto 8 de la economía global. 

El desprestigio de Petrobras y las principales empresas constructoras abrió la puerta para privatizaciones y un proceso de trasnacionalización que comenzó con Michel Temer y continúa con Bolsonaro. Para lograr este cometido, Moro y sus secuaces necesitaron del apoyo de Estados Unidos (principal fuente de información en el inicio del Lava Jato) y de toda la dirigencia política tradicional. ¿El escollo? Lula y el Partido de los Trabajdores.

El segundo semestre será clave. La Corte deberá discutir el Habeas Corpus presentado por la defensa de Lula que platea la parcialidad de Moro en el proceso. Lo cierto es que en la medida que pasa el tiempo y se publican nuevas revelaciones, el planteo de los abogados defensores gana terreno. 

¿Quién defiende a Moro?  El núcleo duro que defiende al gobierno de Jair Bolsonaro y justifica su cruzada fundamentalista contra la izquierda y odia con toda su fuerza a los petistas. El juez del Lava Jato está reducido a la mínima potencia, es a penas una pata mas de la mesa chica que defiende el gobierno mas reaccionario de Brasil desde la vuelta de la democracia pero sus amigos aún cuentan con una cuota de poder y los militares no le soltaron la mano, al menos por ahora. 

En este marco, la prisión de Lula es un absurdo sustentado en puñado de jueces que transpiran como testigo falso en la medida que la presión de la opinión pública aumenta. Las mentiras tienen patas cortas y la infamia no va a durar para siempre.