Rodrigo Gonçalvez, el hombre que pone el pecho en las tragedias

El titular de Defensa Civil dialogó con 0223 sobre sus inicios al frente del área que conduce hace 12 años y revivió la catástrofe de Torres y Liva. "Cuando todos corren y gritan yo me siento como pez en el agua", confiesa.

El titular de Defensa Civil Rodrigo Gonçalvez cuenta cómo fue la noche del incendio en Torres y Liva.

15 de Enero de 2020 08:16

Eran las 10 de la noche y Rodrigo Gonçalvez ya estaba en la cama junto a su mujer. Al día siguiente tenía una reunión importante con el flamante intendente Guillermo Montenegro para discutir el protocolo de emergencia que buscaba impulsar en en Mar del Plata. Sin embargo, una breve charla con el jefe de bomberos Alberto Gabba lo sacó de la cama: un incendio arrasaba con Torres y Liva.  

En 2005, Gonçalvez tenía 30 años cuando le ofrecieron cambiar de área  a un sector de la Municipalidad "destinado a aquellos que tenían un bajo cumplimiento de sus tareas", cuenta mientras se toma un mate que le ceba uno de sus compañeros en el centro de Operaciones del cuartel de Defensa Civil. 15 años después recuerda sus inicios en el área y revive el horror del incendio en la distribuidora Torres y Liva en un mano a mano con 0223.

Oriundo de Bariloche, Río Negro, se radicó en Mar del Plata a los 10 años junto a su familia tras un breve paso por la provincia de Córdoba. "Ya me siento nativo de acá", confiesa. Cursó la secundaria en la Escuela Nº 1, más conocida como la Piloto. Terminó el colegio y decidió inscribirse en la Universidad Nacional de Mar del Plata (Unmdp) para estudiar Derecho. "Llegué a la mitad de la carrera y abandoné", cuenta. Las corbatas y los códigos no eran lo suyo. Su vocación estaba en otro lado.

A los 19 años ingresó a la administración pública en el Ente de Obras y Servicios Urbanos (Enosur). Primero, como obrero inicial en Higiene Urbana y luego, en el área de ventas. Pero el destino le deparaba un lugar en Defensa Civil. "Fue un hecho fortuito. En ese momento, me servía el horario", evoca. A diferencia de otras dependencias, en el cuartel del barrio Villa Lourdes se trabajan guardias de 24 horas por 72 de descanso.

 

"Es el trabajo que se usa en la emergencia, todos lo hacen así. Cuando hay un evento, la rotación de guardias genera entorpecimientos muchas veces. A partir de ahí, me cambió la cabeza. Vi que no tenía techo y todavía no llegamos a la mitad de camino de lo que se puede dar", explica con entusiasmo. Sus primeras tareas estuvieron destinadas a atender y escuchar los reclamos por teléfono. "Solo teníamos la recepción y derivación de las llamadas. Nunca confirmábamos si la respuesta llegaba o no a buen puerto. Nos enterábamos por la insistencia de los vecinos. No teníamos injerencia en relaciones con otras áreas de la ciudad", recuerda.

Su jefe de ese entonces le propuso salir de la atención telefónica para desarrollar tareas administrativas. Rápidamente, advirtió la posibilidad de explotar el espacio y desarrollarlo. Entonces, sugirió crear una guardia operativa que fuera paralela a la telefónica para que, ante un eventual siniestro en la vía pública, personal municipal pudiera estar presente. "La idea era visibilizar y derivar de acuerdo a las necesidades. Trajimos personal capacitado de guardaparques. A partir de ahí empezamos a tener intervención en eventos masivos, los partidos de verano, escenarios municipales y hasta en eventos privados", comenta.

Su incursión en escenas de alto riesgo estuvo motivada por el trabajo de los bomberos. "Me dediqué a esto viéndolos a ellos, son los que me marcaron en este camino", confiesa. De a poco, Defensa Civil comenzó a tener más recursos humanos. "Hay que tener un plus para estar acá. Uno tiene que estar dispuesto a perderse cuestiones familiares y dejar todo de lado para dedicarse tres o cuatro días a un evento. Con esa gente me empecé a rodear", sostiene.

"En la emergencia uno nunca gana, cuanto mucho vas a empatar si hacés las cosas bien".

"En el marco de una emergencia, cuando todos gritan y corren uno se siente como pez en el agua. Ese es el momento de uno. Es contradictorio porque hay gente que sufre, pero uno sabe cuáles son los caminos a tomar cuando todos se desesperan. En la emergencia uno nunca gana, cuanto mucho vas a empatar si hacés las cosas bien. Siempre que estamos en acción es porque algo malo pasó", revela.

A sus 44 años, Gonçalvez lleva 12 veranos al frente del área de Operaciones y uno como jefe general de Defensa Civil. "Nosotros no somos un servicio esencial. Estamos en un segundo anillo. Tenemos que manejar la logística para cuando la Policía, los Bomberos o Emergencias necesitan algún tipo de apoyo. Movilizamos el aparato público y privado para dar cobertura a diferentes eventos", explica.

Su andar del día a día lo llevó a descubrir "mucha gente con la misma cabeza" que se pone a disposición de distintas eventualidades, como fue el caso del incendio en la distribuidora Torres y Liva del que este miércoles se cumple un mes del desastre que arrasó con el depósito y las viviendas del edificio ubicado en Rivadavia y 20 de Septiembre. "Hay gente que no forma parte del staff de Defensa Civil pero tiene una mirada tan acabada como la que tenemos nosotros", valora.

Esa noche del 15 de diciembre, Gonçalvez tenía preparada su ropa de trabajo porque el lunes tenía previsto reunirse con el intendente Guillermo Montenegro y su equipo de trabajo para inaugurar algunas obras en el cuartel y avanzar sobre el protocolo emergencia. Pero el destino, le puso un nuevo desafío en su camino. Al no haber guardia operativa por falta de recursos, se dirigió rápidamente al lugar de los hechos.

"Estaba en mi casa acostado en la cama, con mi mujer. Era un domingo a las diez de la noche", rememora. Desde el cuartel de Guanahani al 4500 llegó el primer aviso. Una breve comunicación con Alberto Gabba, el jefe de Bomberos, avizoró el desastre que en un primer momento presumía que devoraba las instalaciones de la distribuidora Orfei.

 

"Tan solo escuché su voz y me di cuenta de lo que se estaba viviendo", comenta. Cortó el teléfono y comenzó a gestionar recursos con Adrián Nieto, de Vialidad, y Gabriel Barabino, de Obras Sanitarias. En pocos minutos, se activó un protocolo de emergencia y se estableció un perímetro de 200 metros a la redonda.

Después de evacuar a más de un centenar de personas, el titular de Defensa Civil daba cuenta de la dimensión del siniestro pasada la una de la mañana en una Plaza Rocha colmada de llanto, dolor y desesperación. Pese a que no había víctimas fatales, Gonçalvez remarcaba que se trataba de "uno de los peores incendios en la historia de Mar del Plata" y que las perjudicados estaban "en completo estado de shock".

"Un mes después sigo creyendo que fue un evento significativo para la historia de la ciudad. Participé en miles de intervenciones, pero sin dudas esa fue la más compleja de todas", analiza. En aquella oportunidad, el despliegue y la intervención "en tiempo y recursos fue muy buena". "Si hubiese sido dos horas más tarde, hoy estaríamos hablando de otro escenario", asegura.

Hubo personas que perdieron todo y al día de hoy no tienen un lugar fijo en el que puedan quedarse. El incendio generó una conmoción semejante que despertó la solidaridad de toda Mar del Plata. Al día de hoy, los pasillos del cuartel de Defensa Civil permanecen repletos y cargados de bolsas con ropa minuciosamente seleccionada y apartada.

Pero el desastre en el edificio de Torres y Liva que quedó reducido a escombros no fue el único imprevisto en el que tuvo que intervenir. 12 días más tarde, el vuelco de un micro de la empresa Ruta Atlántica sobre el kilómetro 374 de la ruta 2 requirió de su participación. Afortunadamente, no hubo que lamentar víctimas fatales. Por ese accidente, una menor permanece internada en el Hospital Materno Infantil fuera de peligro.

En tanto, en la noche del 7 de enero, Gonçalvez acudió al hotel de la Federación de Obreros y Empleados Vitivinícolas y Afines (Foeva) para evacuar a más de 180 pasajeros y tres empleados que se encontraban en el edificio de Bolívar al 2400 ante una fuga de monoxido de carbono por la que 30 personas debieron ser hospitalizadas.

En ambos casos, Gonçalvez resalta que la rápida intervención del área que conduce junto con Bomberos, el Sistema de Atención Médica de Emergencias (Same) y la Secretaría de Seguridad permitió evitar víctimas de consideración. De haber ocurrido en otros horarios, el escenario podría ser distinto. "Son tres eventos de magnitud, podría haber sido peor en todos los casos", reconoce.

Cada vez que habla de Defensa Civil se llena el pecho de orgullo. Habla con honra de una dependencia que se forjó a pulmón y no conoce de comodidades políticas. Su trabajo lo apasiona. "Siento amor por lo que hago, me da orgullo ver un logo o una remera", dice sin modestia el hombre que le pone el pecho a las tragedias.