La historia detrás de la foto de Mar del Plata que conmovió a todo el país

Tres enfermeras del Hospital Materno Infantil de Mar del Plata protagonizaron una de las escenas más emotivas en el primer día de vacunación contra el coronavirus en la ciudad. Una de ellas compartió con 0223 las sensaciones que la atravesaron en ese momento histórico. 

La emoción de las trabajadoras de la salud, luego de haber aplicado las primeras cinco dosis de Sputnik V en la ciudad. Foto: 0223

30 de Diciembre de 2020 21:32

El lunes a la mañana, apenas unos minutos después de que llegaran las primeras dosis de la vacuna contra el coronavirus al Hospital Materno Infantil de Mar del Plata, Eleonora Foresi (45), tomó el primer frasco que contenía cinco dosis de la Sputnik V, esperó siete minutos para que se descongelara la fórmula y la distribuyó en cinco jeringas. Durante los siguientes siete minutos, ella y otras cuatro compañeras vacunaron contra el Covid-19 a tres colegas y dos médicos de terapia intensiva de ese mismo hospital provincial. Veinte minutos más tarde, luego de constatar que ninguno de los profesionales de la salud había presentado algún síntoma adverso, la emoción se sentía en el aire.

Todavía nadie mencionaba que esa sala en donde se desarrollaba el operativo de vacunación antes sido antes escenario de uno de los momentos más fuertes del día. Ocurrió cuando, creyendo estar fuera del alcance de la mirada ajena, Eleonora se quitó las antiparras y dejó escapar un llanto de alegría, de esperanza y alivio. Enseguida, las otras enfermeras, Patricia Rodríguez Montecinos y Érika Offidani, la abrazaron. Sin que lo supieran, fueron retratadas por los fotógrafos de distintos medios de la ciudad que se habían acercado al lugar y rápidamente se convirtieron en las protagonistas de la foto que conmovió a todo el país.

Veinticuatro horas más tarde, a Eleonora se le quiebra la voz cuando rememora el momento que estuvo esperando durante todo el 2020. De hecho, la noche previa no durmió y el comienzo del nuevo día la encontró ordenando el placard de su habitación, la única idea que se le ocurrió para canalizar la ansiedad.

Eleonora, licenciada en Enfermería desde hace más de dos décadas y mamá de un nene de doce, vio por última vez a sus familiares y amigos hace exactamente un año, en su fiesta de casamiento. Por eso se enoja tanto cuando ve que la gente no cumple con el distanciamiento social o no utiliza barbijo e, incluso, suele pelearse en la calle con quienes se colocan mal el tapabocas. “No le deseo a nadie que el Covid le toque de cerca”, afirma. Es que ella sabe bien de qué se trata: durante los primeros días de octubre, Claudia Rivas (49), compañera suya en el Hiemi, murió tras contagiarse el virus; y unos meses antes, la enfermera del sanatorio Houssay, María Marinángeli, también falleció por las secuelas que le dejó la enfermedad. 

Sin embargo -admite-, últimamente los únicos lugares en los que se siente segura son el Hiemi y el Inareps, en donde también trabaja. “El 31 de diciembre, más de 40 mil personas van a faltar en la mesa familiar porque murieron en la pandemia. Estamos viviendo una tragedia y debemos ser más cuidadosos que nunca”, reflexiona.

“Me quebré porque me puse a pensar en todo lo que pasó este año; en que la vacunación implica recuperar la salud, la familia, la economía”, dice. Por eso, apenas se anunció la capacitación para quienes quisieran participar del operativo, no dudó en sumarse para ser parte de lo que, se espera, será la campaña de vacunación más grande de la historia. “Confío plenamente en los científicos y esta vacuna, que es oro líquido, le va a dar vida a un montón de gente”, remarca, a la espera de recibir ella también una dosis en las próximas semanas. Porque Eleonora ansía, como millones de personas, reencontrarse con sus seres queridos y, por fin, volver a abrazarlos. “Les pido a todos que elijan vacunarse, que piensen en los médicos, en los enfermeros que estamos trabajando sin descanso y vemos ahora una luz de esperanza; vacunarse es hoy un acto solidario”, advierte.