Un video inoportuno, una clausura polémica y la expectativa renovada

El primer fin de semana largo de la temporada de verano dejó dos hechos que sobresalieron y un saldo más favorable del esperado para los operadores del sector. 

9 de Diciembre de 2020 22:27

La cautela que manejaban las autoridades en las horas previas al fin de semana largo, por la escasa cantidad de reservas cambió este miércoles, cuando se trazó el balance de la primera prueba de la temporada: el Ente Municipal de Turismo reportó 125.000 visitantes y una inyección económica de 700 millones de pesos.

“Sorprendió a todos”, resumió un hombre del gobierno municipal que reconoció que esta primera prueba elevó el ánimo alicaído de muchos operadores del sector.

Guillermo Montenegro se puso al frente este miércoles de una conferencia de prensa para hablar de los operativos de control durante el fin de semana. La ausencia de inspectores en los espacios públicos que se vio a lo largo del año durante la pandemia se revirtió en estos cuatro días, donde la presencia en plazas y playas fue permanente.

El intendente destacó en todo momento el trabajo articulado con provincia y nación. El fin de semana sirvió, también, para poner a prueba las relaciones políticas entre los distintos gobiernos.

La primera imagen del fin de semana fue la que todos querían evitar. El video de una fiesta en la pileta del Balneario 12, con grupos de jóvenes, la mayoría sin barbijo ni distanciamiento social, se viralizó rápidamente. La primera reacción fue una disputa de jurisdicciones entre provincia y municipio, mientras el concesionario del balneario, sin ponerse colorado, decía que era difícil controlar a la gente.

 

Sin embargo, con el correr de las horas, las autoridades del Consorcio de Punta Mogotes y del municipio acordaron una estrategia conjunta para abordar el problema. La secretaría de Seguridad le elevó un pedido al Consorcio para que tome cartas en el asunto y el consorcio intimó al empresario.

Todos los operadores del sector saben que será difícil evitar este tipo de fotos y videos a lo largo del verano. “Pero el primer día es demasiado”, coincidieron de ambos gobiernos.

La fiesta en el tradicional balneario de los futbolistas no sólo cayó mal en las autoridades. También generó fuerte malestar en el resto de los concesionarios de Mogotes, muchos de los cuales resignaron servicios y prestaciones para poder cumplir con los protocolos dispuestos por el gobierno provincial.

El fin de semana largo tuvo otro evento comentado: la clausura de Tiki Bar. Aquí no hubo posibilidades de acuerdo entre provincia y municipio y todas las miradas apuntaron al Reba, el organismo que depende del ministro de Seguridad Sergio Berni.

Este hecho tuvo un antecedente inmediato. La noche anterior, los inspectores provinciales que controlan la venta de bebidas alcohólicas habían clausurado el boliche Quba en Playa Grande. Sin embargo, la decisión allí respondió a que habían permitido el ingreso de gente fuera del horario permitido, algo que en ese tipo de lugares no sorprende.

La clausura del bar más destacado de la coctelería marplatense debió a una razón que, a todas luces, es ilógica: la normativa prohíbe vender a bares (no así a restaurantes) bebidas en vasos de más de 350 centímetros cúbicos. La imagen de la pinta de cerveza envuelto en una faja como evidencia de la infracción fue el símbolo de la irracionalidad. También se sumó el enorme despliegue de camionetas y móviles policiales por el hecho.

 

 

Después de un año difícil para el sector, una clausura así provocó una reacción inmediata de todos los empresarios del rubro. En el entorno de Montenegro rápidamente se pusieron a averiguar si inspectores municipales habían participado del operativo, cuando los medios comenzaron a consultar por el video del propietario del bar, Matías Merlo.

Una vez que constataron que el operativo había sido exclusivamente del Reba, el jefe comunal se despegó de la medida y catalogó la sanción al bar como “exagerada”. Allegados al intendente aseguraron que esas dos clausuras fueron las únicas dos actividades de control en las que el municipio y la provincia no actuaron en conjunto. “Nos enteramos por los medios”, afirmaron.

El intendente también llamó a Berni para hablar del tema. En la noche marplatense –un ambiente difícil, por cierto- los cuestionamientos por manejos espurios del organismo son vox pópuli. “Si hay alguna prueba de cosas raras tráiganlas que actuamos”, le prometió Berni. ¿El ministerio no tiene herramientas para controlar a sus propios funcionarios?   

Más allá de estos dos episodios, tanto desde el municipio como desde la provincia, destacaron el trabajo conjunto que realizaron a lo largo del fin de semana. En el gobierno de Axel Kicillof entendieron que el sistema de permisos que finalmente se estableció se implementó correctamente y los municipios de la Costa Atlántica asumieron el compromiso de controlar que se respeten los protocolos.

En el municipio consideraron satisfactorios los corredores peatonales de la costa y el corredor gastronómico de la Diagonal Pueyrredon. Este fin de semana probarán, con menos gente, los corredores de Belgrano y Córdoba para evaluar si también pueden convertirse en un centro de atracción de turistas y marplatenses.

Los locales gastronómicos dejaron una de las cuestiones a revisar de cara a lo más fuerte de la temporada. Si bien en los comercios se cumplieron los protocolos los cambios de turno generaron algunos tumultos entre quienes salen del restaurant o bar y quienes se disponen a ingresar. “Eso es algo que tenemos que modificar. Tal vez con un espacio de tiempo entre la salida del primer turno y el ingreso del segundo se resuelve”, graficaron.

Las fiestas clandestinas dijeron presente a lo largo del fin de semana, aunque nadie esperaba otra cosa. Fueron casi 30 las que se detectaron y clausuraron. “Tuvimos en los barrios periféricos y en Los Troncos. Fue variado”, precisaron fuentes municipales.

En las playas públicas no se generaron desbordes. No se dio el caso de tener que “cerrar” un acceso y pedirles a los bañistas que vayan a otra playa por la cantidad de gente. Los jóvenes aceptaron de la menor manera posible los secuestros de alcohol. Hubo, sí, algún turista que no tomó muy bien las sugerencias de los inspectores. “‘No me rompas las pelotas. Estuve todo el año encerrado y estoy de vacaciones, así que hago lo que quiero’, le respondió un turista a un inspector en La Bristol”, contó un funcionario, que rápidamente agregó: “Por suerte, fueron casos contados”.