La historia de Guadalupe, la única travesti que trabaja en el Concejo Deliberante  

Desde el bloque del FdT y hace el seguimiento de temáticas relacionadas con mujeres y diversidad. “Es la primera vez que tengo un trabajo en blanco y obra social”, asegura. Hay otras siete mujeres trans en el municipio. El Ejecutivo trabaja en la reglamentación del cupo trans.

Guadalupe nació en Tupungato, Mendoza, y tiene 33 años. Es la primera vez que tiene un trabajo registrado y obra social.

8 de Marzo de 2020 08:20

 

El día que asumieron los nuevos concejales de General Pueyrredon, el 9 de diciembre del año pasado, Guadalupe ingresó al Concejo Deliberante vestida de rojo y con una videollamada en curso a Mendoza: así fue cómo le mostró a su mamá, que la seguía atenta desde Tupungato, cómo era el lugar en el que iba a trabajar. Aún no sabía que ese día se iba a convertir en la única trabajadora travesti dentro del poder legislativo de Mar del Plata: la primera fue Cintia Pili, quien en 2013 fue asesora y un año más tarde se desempeñó como secretaria privada de la entonces concejala de Acción Marplatense, Alejandra Urdampilleta.

Luisana Guadalupe Orihuela Bazán (33) llegó a la ciudad hace apenas un año y si ella insiste en que aún debe acomodarse es porque durante los últimos doce meses hizo y le pasó de todo: llegó de vacaciones, se enamoró, se  quedó a vivir con su pareja y ahora tiene una familia ensamblada con niñe y todo; hizo un curso de uñas, vendió ropa casa por casa, empezó a militar en la Asociación Mundo Igualitario (AMI) y la convocaron para trabajar con la militante de Patria Grande y concejala del Frente de Todos, Sol de la Torre. Como para no querer contárselo a su madre, la mujer que la apoyó desde aquel día que llegó antes a casa y descubrió que en su ausencia, su hijo Martín, de 8 años, se ponía sus vestidos y jugaba a ser Isabel Pantoja.

Fue hacia el final de la primaria cuando Guadalupe irrumpió definitivamente en la escena familiar. “Le dije a mi mamá que quería ir a la escuela vestida de mujer, sino no quería seguir estudiando. No me sentía cómoda viendo todos los días de qué disfrazarme para ir al colegio”, recuerda. Allí también su madre tuvo un rol central: se puso en pie de guerra y logró que los directivos de la escuela agraria de Tupungato admitieran a su hija con su identidad autopercibida. A regañadientes, los directivos resolvieron llamarla sólo por el apellido, sin otro tipo de referencia. A los 17, por fin, tramitó su nuevo documento y se sintió libre por primera vez.

El proceso de hormonización para que su cuerpo se transformara en cuerpa comenzó a los 14, justo cuando empezaba su primer noviazgo con un joven diez años más grande. “A veces te dicen ‘para qué te hacés esa cosas’ y no se dan cuenta que el acondicionamiento de las cuerpas permite sentirte más identificada con lo que sos realmente”, dice desde su oficina, en donde tiene una función específica: seguir de cerca temáticas relacionadas con mujeres y diversidad. Antes hizo de todo. Fue vendedora, mucama, secretaria, recepcionista, moza, bachera, trabajó en un corralón y hasta en un matadero. “De más chica no se notaba mi diversidad sexual, entonces compraban que era una mujer y cuando llegaba el momento de decir las cosas como eran, me rebotaban, aún ya estando adentro”, dice.

En febrero de 2019, un accidente le provocó un hematoma interno en una pierna y estuvo internada durante dos semanas en el Hospital Interzonal General de Agudos “Oscar Alende”. Si bien aquellos días la acompañó su pareja, Guadalupe se sintió tan sola que apenas le acercaron un contacto de AMI, no dudó y se comunicó. “Llamé para pedir ayuda y me dijeron que fuera. Con ellas hice una capacitación para hacer uñas y a los cuatro meses me otorgaron una beca de vulnerabilidad que me ayudó a mantenerme económicamente”, recuerda. La solidaridad de sus compañeras, incluso, le permitió tener un lugar en el Concejo. “Cuando llegó la propuesta para que una chica travesti representara la asesoría de diversidad y disidencias con Sol De la Torre, enseguida pensaron en mí; en todo momento fueron muy generosas conmigo”, asegura y admite: “Es la primera vez que tengo obra social y aportes”

-¿Cómo es el trato de con el resto de los empleados?

-Bien… Es raro, hay miradas, saludos, esquivadas raras. Yo las veo, me doy cuenta.

-¿Y cómo lo llevás?

 -Qué se yo. Hoy me río, pero de más chica era difícil. Nunca trabajé en un lugar con tantos empleados, aunque sí he trabajado y lidiado con la mirada ajena y el prejuicio de muchos por tener que trabajar con una travesti. A los 18, de hecho, vendía ropa de bebé y me daba cuenta de que las señoras no querían preguntarme nada. Te sentís mal, triste, con ganas de ser anónima.

Guadalupe reconoce que esa necesidad de trabajo, la falta de oportunidades y -en muchos casos- el deseo de pasar desapercibidas es lo que lleva a muchas trans y travestis a ejercer la prostitución. “Es lo que te da ese anonimato: la noche, te ve el que te va a buscar y nada más. Es una porquería pero la prostitución suele ser la única salida laboral que nos queda”, asegura.

 

Reglamentación del cupo laboral trans, cada vez más cerca

Si bien en julio de 2017 el Concejo Deliberante sancionó la ordenanza municipal 23.237, que establece un cupo para personas trans de 1% en dependencias públicas, hasta ahora el Ejecutivo no había trabajado en su reglamentación. Incluso, hay siete mujeres trans que cumplen funciones en Derechos Humanos (1), Políticas de Género (2), Salud (2) y Seguridad (2) y todos esos ingresos se dieron por fuera de la normativa.

“Estamos trabajando en la reglamentación de la ordenanza tomando en cuenta el marco legal que aporta la reglamentación de la ley provincial 14.783, con vigencia para la provincia de Buenos Aires a partir de diciembre de 2019”, confirmó Daniela Zulkovsky, titular de la Subsecretaría de Derechos Humanos. La funcionaria especificó que que la labor -que está en manos de la de la Mesa de Trabajo por la Diversidad de Género, integrada por representantes de distintas áreas municipales y organizaciones-, prevé además la designación de las personas trans interesadas en determinados sectores de acuerdo al perfil, formación y capacidad que posean. “No queremos que por el sólo hecho de ser trans se les asigne un lugar en Políticas de Género, sino que puedan trabajar en las áreas para las que sean más idóneas o en las que tengan intereses porque, además, de esa manera se producirá una inclusión real”, explicó. 

Otro de los aspectos que la Mesa debe definir es qué criterios se van a tener en cuenta a la hora de calcular el total del personal y así poder determinar el porcentaje correspondiente al cupo. Para ello -anticiparon desde la Secretaría de Gobierno- se evalúa establecer un plazo de 90 días para que todas las áreas de la administración pública provincial, sus entes descentralizados y empresas del Estado informen la cantidad de personas que se desempeñan en esos organismos y, a partir de allí, calcular cuántas serán las vacantes que se deberían generar. 

“Más allá de eso, buscaremos que las personas trans puedan insertarse también en el sector privado para poder ampliar los horizontes laborales y sean más las beneficiadas”, agregó Zulcovsky.