Devoción de Patti Smith o cómo complementar la vida con un texto

Devoción de Patti Smith (Lumen – 2018) explora las raíces de la escritura a través de un maravilloso relato donde la obsesión, la tristeza y las ganas nos marcan el camino. Con París de fondo, la multifacética Smith nos mete de lleno en la gran pregunta de: ¿Por qué escribimos? Por medio de una provocadora lectura.

26 de Abril de 2020 13:52

Por Redacción 0223

PARA 0223

Se trata de un libro perturbador. Pensante y, me gustaría creer también, pensado.  La historia parece sencilla, pero es profunda. Muchas veces se mide la extensión y de ella se hace una valoración, pero no su profundidad. Estamos hablando de un libro de 120 páginas donde conviven el relato, la historia, algunos poemas, algunas imágenes y el sentir pensar o el pensar sentir.

De pronto nos encontramos con Patti Smith que acaba de llegar a París e intenta conciliar el sueño. No puede y se detienen en la imagen de una patinadora en la televisión que la empuja a escribir desde lo más hondo. Así arranca el viaje. El suyo y el nuestro.

La patinadora, de repente, se topa con una historia, así como la autora rememora la suya mientras se acompañan por las calles de París.  Se cruzan permanentemente con fantasmas. Fantasmas literarios y pensamientos fantasmas también.

Cada paso, cada metro ganado sobre la ciudad genera un borrador, un apunte, que culmina siendo un texto. Solo texto que complementa el nuestro. Un texto propio que empuja a preguntarse por qué se escribe y cómo se hace. A interpelarnos por nuestra propia escritura de vida y su saber de ella.

A medida que avanzamos en la lectura vamos chocando con su bitácora de viaje, con sus asociaciones libres, así como también hallamos más poética. Uno se detiene página tras página y solo nota lo atractivo. Pero, en perspectiva, uno ya puede sentir la función estética de la literatura. Aquello artístico que inunda las tres partes del texto. Inclusive a la desconexión que aparentan entre sí. “Las estrellas palpitan. La musa anhelaba ser vivificada. Pero la mente también es la musa. Ansía superar a sus gloriosos oponentes, renovar tales fuentes de inspiración. Un torrente cristalino de repente seco. Una muestra de belleza desprovista de alegría mancillada” dice.

Aquel momento de inspiración, sea lo que esta sea, nutre el texto. Es decir, no solo lo genera, no solo lo forma, sino que se narra él mismo, como si fuera la propia cosa en sí que se muestra desnuda.

En su noche inspirada, Smith se acompaña con Accidente nocturno de Patrick Modiano  mientras se lamenta no poder escribir. Pero, al mismo tiempo, sugiere que “perderse en el letargo energizado del universo de Modiano es casi como escribir”.

Así aparece su texto  Devoción como una pequeña novela dentro de este libro que termina arrastrando todo lo demás. Hasta el título de la obra.

¿Por qué escribo? ¿Cuánto de la nostalgia empaña mis textos? Si uno pudiera escribir, ¿qué otras historias guiarían mi historia? ¿o la contaminarían tanto que ya no sería mía?

El acontecimiento de la palabra responde con una narración o con un poema. Pero la literatura se descubre, dirá Deleuze, “bajo la potencia del impersonal que no es de ninguna manera una generalidad, sino una singularidad en su punto más alto”. La literatura, entonces, como remedio sanador de aquella nostalgia de la autora. Es así que, ella y sus circunstancias, actuales y pasadas, deviene en su obra. En el medio de todo eso, nosotros asistimos a la belleza del momento de creación, así como al hecho (texto) creado. Dice la autora: “debemos escribir, pero con esfuerzo constante y una pizca de sacrificio: para canalizar el futuro, para revivir la infancia y para poner las riendas a los disparates y los horrores de la imaginación con el fin de ofrecérselos a unos palpitantes lectores”.

Leo Devoción y hago un inventario de por qué siempre quise escribir, a pesar de que no salga nada. Pienso en todas esas palabras que están al alcance de todos, pero que no alcanzan para una vida. Pienso en los intentos que no se dieron. Pienso en los borradores que he desperdiciado. Pero también en Patti Smith que te lleva a la poesía y, desde ella, a recuperar la vida. Dirá, ¿Por qué escribimos? “Porque no podemos limitarnos a vivir”.