Caprichos, tristeza y pesadillas: así sufren algunos chicos el encierro por la pandemia

El patio de la escuela, la plaza y otros ámbitos de juego fueron reemplazados en el mejor de los casos por un celular o tablet. Cómo los mayores podemos ayudar a reducir el impacto psicológico en los pequeños.

21 de Junio de 2020 11:03

Por Redacción 0223

PARA 0223

El aislamiento preventivo por el coronavirus salva vidas pero en esa cruzada daña –además de en lo económico- a algún sector de la población, en el que las niñas y niños no están exentos.

En diálogo con 0223, la licenciada en Psicología, Sandra Marañón, sostuvo que este momento de crisis, “ocasionó un quiebre en la vida que llevamos adelante cotidianamente” y razonó que “en la interacción dinámica con el medio en el cual vivimos, observamos y vivenciamos”, no sólo los adultos se han visto afectados.

“La escuela, el patio, el recreo, la plaza, la cancha, las veredas, la esquina han sido convertidos en espacios virtuales en el que se han configurado otras relaciones, otros territorios y otros vínculos. El cuerpo está confinado a un espacio acotado, que en muchos casos son espacios reducidos, sin patio, sin terraza, sin balcón, espacios compartidos casi todo el tiempo con otros y otras, sin posibilidad de tener espacios singulares, de silencio y de intimidad. Estos espacios que han sido ocupados por las pantallas, de todo tipo: celulares, computadoras, tablets y televisores. Los niños y niñas están viviendo en el espacio virtual, siempre y cuando eso sea posible y todas las familias cuenten con ese recurso. Allí también hablaremos de desigualdad", explicó la docente en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

Para Marañon, en la pérdida de esos espacios de encuentro, los pequeños también han tenido "un baño de realidad, de incertidumbre y de temor ante una enfermedad que también los puede afectar" y "manifiestan ese malestar con irritabilidad, pesadillas, tristeza, caprichos, malestar generalizado o apatía, sin que estas expresiones sean patologías graves. Sino procesos singulares de cada persona, manifestaciones de angustia, en este caso las infancias que con sus propios recursos materiales y psíquicos atraviesan este momento", remarcó.

Ante esta realidad, la psicóloga propone que los adultos de la casa puedan "abrir canales de comunicación y de expresión", a través del dibujo, el juego o la palabra.

"Hablar de lo que nos y les pasa. También sabiendo que no siempre es posible, que no siempre podemos y aceptar también esa imposibilidad. Al faltar el contacto físico con otros fuera de la familia, es necesario armar redes. Propiciar encuentros colectivos virtuales o por teléfono con familiares o compañeros y compañeras de la escuela. Entendiendo que hay niños y niñas que pueden expresar y otros no tanto. Dando tiempo y dándonos tiempo también a los adultos de la casa para aceptar este proceso, que va a terminar y esto es algo a asegurar dentro de tanta incertidumbre. Poco a poco volveremos a nuestra cotidianidad y nos dará la posibilidad de recuperar nuestros espacios compartidos, resignificarlos y valorarlos", explicó Marañon.

En ese marco, para la directora de proyectos de extensión universitaria, "es muy importante no mediatizar la cotidianidad, que el televisor no sea un miembro más de la familia que lo único que cuenta es la cantidad de personas enfermas o fallecidas. Esto cuidará no solo a nuestras infancias sino también a nosotros".

"El impacto del Covid-19 también ha reflejado las fuertes desigualdades, pobreza extrema y ausencia de derechos. Esto puede observarse, por ejemplo, en el acceso o no a la virtualidad para poder sostener la continuidad pedagógica y en el esfuerzo que están haciendo familias, docentes y estudiantes para mantenerse conectados y dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje. Para terminar considero importante tomar esta situación como transitoria y como posibilidad de construirnos como una mejor sociedad desde la colaboración, la solidaridad, el cuidado de las otras personas, reforzar que nos tenemos que quedar en casa para cuidarnos y cuidar, reflexionar sobre aquellas cosas que tenemos, que nos permiten continuar y no sólo en las que hemos perdido, que habrá tiempo de reparar. Habrá tiempo para recuperar contenidos curriculares. No hay tiempo para ser egoístas", concluyó Marañon.

El estado emocional de los adultos puede "contagiarse" a los hijos

La incertidumbre por lo que viene en estos tiempos de pandemia, la vuelta a clases, el uso de barbijos y la ausencia de reuniones familiares también es un motivo de preocupación por parte de los profesionales de la salud.

“Quienes nos dedicamos a la población infantil observamos conductas tales como miedos recurrentes, ansiedad, insomnio, irritabilidad, regresión a etapas previas del desarrollo,  intensos y desproporcionados berrinches y trastornos del sueño entre otros. Hay más tristeza y sensibilidad, mayor irritabilidad con posibles conductas problemáticas o disruptivas, más miedos e incluso conductas de mucha preocupación, entre otros problemas psicológicos. En algunos niños estos síntomas pueden ser visibles desde los primeros días de aislamiento, en cambio, en otros casos estos efectos aparecerán semanas más tarde”, sostuvo en diálogo con 0223, la psicóloga Emilia Mirabete.

Para Mirabete, el estado emocional de los adultos colabora muchísimo en este aspecto: “El anhelo por volver al trabajo, volver a la rutina de cada uno, poca tolerancia, preocupación por cuestiones laborales y económicas, son algunas cuestiones que se observan están afectando a la salud mental de los adultos y por consiguiente a los niños”, evaluó.

"El contagio emocional de los padres a los hijos es un hecho que no hay que pasar por alto, algo que se agudiza aún más en espacios pequeños o con pocos recursos genera preocupación en los adultos. Los niños, regulan sus emociones a través de la relación con las figuras de apego más significativas ( padres, hermanos, abuelos por ejemplo), a través del juego, la creatividad, el contacto con sus iguales, el aprendizaje y la actividad física, principalmente al aire libre. Por eso es tan importante fomentar modos de regulación emocional en los niños que no sólo dependan del manejo de los padres y madres en lo posible, que se están viendo desbordados por la situación", razonó la integrante del Colegio de Psicólogos de Mar del Plata.

En ese aspecto, la profesional recomienda proponer juegos y alternativas artísticas permitiendo a los niños volcar en ello sus emociones, sus pensamientos y conflictos.

“Es recomendable brindar un espacio de contención y apoyo a los niños, escucharlos, abrazarlos, entenderlos y hablarles de lo que pasa dentro de su entendimiento. Es importante también generar espacios de juego, espacios de compartir en familia e individuales también. Entender que así como nosotros estamos travesando una situación inesperada y desesperante ellos también lo viven a su forma”, concluyó Mirabete.