Rodolfo Walsh y su antología del cuento extraño

Rodolfo Walsh es recordado tanto como periodista  como por su labor como escritor. Creó un género literario y, a su vez, una forma de hacer periodismo. Pero, ante todo, era un muy buen lector. Un apasionado por la lectura que realizó varias antologías memorables. Una de ellas es su Antología del cuento extraño (El cuenco de plata – 2014).

27 de Septiembre de 2020 08:27

Ricardo Piglia cuenta que Rodolfo Walsh, en 1969, debía elegir un cuento para una antología en la que algunos escritores seleccionarían el mejor relato que habían leído. “Borges, Mujica Laínez, Sábato eligen cuentos muy previsibles, mientras que la elección de Walsh define con claridad su poética narrativa: propone un brevísimo relato chino anónimo, al que titula La cólera de un particular” cuenta Piglia. Walsh, en dicha elección, resalta que la literatura no solo pasa por los grandes nombres, sino también por los tantos relatos que, en reiteradas ocasiones, quedan fuera.

Viene bien la anécdota para rescatar una faceta también extraordinaria del autor de Operación Masacre.  Su faceta de “lector”.

En el año 1956, Walsh edita la Antología del cuento extraño, una obra en un solo volumen que luego, en plena dictadura cívico-militar (noviembre de 1976), se reeditará en cuatro tomos.

En la Antología no se presenta exactamente una definición de qué es lo “extraño”.  Solo se pueden encontrar pequeñas introducciones a cada relato, más algún dato del autor, pero todo en escasa cantidad y en forma casi amena. Lo cual deja ver que lo interesante de la propuesta es pasar directamente a la lectura de cada uno de ellos.

Dice el escritor, crítico y editor Luis Chitarroni que “El término ‘extraño’ ofrece sus coartadas reactivas y recesivas. Link explica: obedece más a una exigencia editorial que teórica”. Es decir que, muchos del listado, fueron lecturas del propio Walsh, quien ya había compilado la antología Diez cuentos policiales argentinos (1953).

El 24 de diciembre de 1940 se conoció la Antología de la literatura fantástica de Silvina Ocampo, Bioy Casares y Jorge Luis Borges. Habían pasado 16 años de aquello y, esta de Walsh, venía a complementarla. Pero el papel de antólogo es distinto al que llevaron adelante aquellos tres. En esta caso, Walsh, al decir de Daniel Llink, “hace su propio recorrido pero a partir de los recorridos anteriores”. Y lo ve como un “paciente archivista”.

La antología del cuento extraño  reúne a 49 autores: 15 británicos, 5 norteamericanos, 5 españoles, 6 argentinos, 6 franceses, un venezolano, un peruano, un guatemalteco  y un boliviano (algunos se repiten). De estos, 20 también están en la de Ocampo, Borges y Bioy. Pero no solo la diferencia está en el recorrido y la selección, sino también en que Walsh no se suma al listado, como sí lo hicieron los anteriores. Refuerza Daniel Link en el prólogo, “la distancia entre ellos es grande aunque no sistemática”.

En muchos casos son clásicos. En otros, no solo sus autores, sino también los textos son desconocidos. No importa. Lo que no varía es el placer de leerlos. De leer.

Por lo tanto, ese es el Walsh que quiero rescatar. Ese es el que nos acercó lo extraño de estas historias que luego te persiguen y te reflejan de manera inesperada. Porque ese “ir leyendo” es lo que te pertenece y le da forma a la experiencia. Vagamos por las historias que nos maravillan  y que resisten al paso del tiempo. Creemos en ellas y, por su lado, ellas se niegan a quedarse quietas en un tiempo o en un espacio.

Decíamos que se edita esta Antología del cuento extraño en 1956. Ese mismo año Walsh deja de lado su ansiado proyecto de escritura de una novela y comienza a tener una mayor presencia dentro del ámbito del periodismo. Ese mismo año, casi como en un cuento “extraño” o fantástico, alguien le dice “hay un fusilado que vive”. Los cuentos fantásticos como mundo paralelo a lo nuevo en su vida. Los fusilados que resucitan, los fantasmas que los visitan a diario. De la ficción a la realidad. Si uno quiere que la literatura cumpla una función en lo social, uno no pude usar la ficción, pensará Walsh. Y lo lleva al acto directamente en un nuevo género que se conocerá como la no-ficción. Bien vanguardista, no solo rompe con su idea de novela, sino también con la idea de libro (¿Quién mató a Rosendo? y Operación Masacre saldrán primeramente en diarios).

Pero no nos alejemos de su antología. Chitarroni no exagera al decir que “La Antología del cuento extraño en cuatro volúmenes que El cuenco de plata nos presenta en caja es, desde luego, una colección indispensable; la caja añade acaso un excedente modular que, como suele exagerar la pedagogía, “supera nuestras expectativas”. La prueba de que Walsh fue un modelador, modulador del gusto nacional es tan contundente que nos obliga a coincidir en este aspecto con Viñas, a quien tan difícil le resultaba estar de acuerdo”.

El antólogo logra el trabajo de presentar textos que se renovaron ayer y se renuevan hoy. Pero, además, llevan a que uno recupere también a aquel que era al momento de leerlos por vez primera. Es así que, cada uno de nosotros, encontrará aquí palabras que lo reclamen en otro tiempo, quizás más amables, o en otras instancias de uno mismo. Pero también comprobaremos que ese hombre, el arquitecto de esta obra, confirma su condición de lector ideal como primer paso del ser un escritor intenso y destacado.