Reynaldo Sietecase y el valor de la palabra en el periodismo y en la poesía

El 2020 lo encontró a Reynaldo Sietecase con dos libros nuevos. Un lado B, Periodismo: Instrucciones de uso y un lado A, Lengua sucia, su nuevo libro de poemas. A caballo de sus pasiones, el poeta habla de su profesión, el periodismo, y de su vida, la poesía que lo acompaña desde chico.

3 de Enero de 2021 13:12

El periodismo ha sufrido un cambio. Las condiciones de trabajo, los soportes, las consultas de fuentes, los tiempos, empujan a repensar la profesión. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Cómo escribe un periodista? Y ¿cómo hace bien su trabajo? son las preguntas que cruzan este nuevo libro de Reynaldo Sietecase.

Periodismo: Instrucciones de uso. Ensayos sobre una profesión en crisis (Prometeo Libros – 2020) es uno de esos  textos que propone nuevas preguntas y ensaya nuevas lecturas sobre la profesión.

El propio Reynaldo Sietecase escribe el prólogo y hace la selección de material y profesionales que lo acompañarán en la descripción de los distintos aspectos de la crisis en la que ha entrado el periodismo, así como en las tantas preguntas que pueden aparecer hoy como puntapié para la discusión sobre una manera de trabajar que tiene que ser revisada. “Un buen periodismo implica una sociedad más democrática, o sea que no es poco lo que está en juego” asegura el propio Reynaldo Sietecase.

-¿Cuáles son las causas que nos empujan a esta crisis?

- Son multicausales y afecta a todo el periodismo en el mundo. Tiene distintas facetas: está la que tiene que ver con el laburo en sí, la cuestión ética, la cuestión vinculada a la independencia o cómo los grandes medios participan de lleno en la pelea política; pero también está todo lo que tiene que ver con el cambio de paradigma tecnológico, lo que está pasando con los nuevos formatos, la crisis del papel, la aparición de medios en distintas plataformas, y después, lo que significa la presencia de cinco o seis grandes megaempresas que van apropiándose de los contenidos sin poner nada a cambio en desmedro de toda la cadena de producción en la Argentina y en el mundo.

Uno de los grandes pilares del periodismo es la verdad. Un sentido de verdad en el que no hay que dar muchas vueltas. Para el periodista, la verdad es la correspondencia entre lo que pasó y lo que contamos. Es decir, que aquello que el periodista cuente, tenga una relación directa con lo que pasó. Y eso parece ser uno de los grandes cambios en la profesión en los últimos años. Un cambio que, indudablemente,  se lleva puesta la profesión. “Siempre hubo medios con perspectivas ideológicas distintas e intereses económicos diferentes. Uno no puede pedirle que Página 12 y La Nación o Clarín cuente de la misma manera un hecho, lo que si hay que pedirles y exigirles es que no tergiversen el hecho a la hora de contarlo para imponer su perspectiva ideológica. Y yo creo que es eso lo que se vulneró. La verdad de los hecho comenzó a ser vulnerada, eso sí es algo que no pasaba antes. Por ejemplo, antes una movilización a Plaza de Mayo hubiese sida tapa de todos los diarios. Ahora depende de la perspectiva que tenga el diario, podría incluso llegar a omitirse. Eso es lo raro en cuanto a contenidos. Yo lo defino de otra manera, la verdad dejó de ser importante. Es más importante cómo afecto al otro en la pelea política y eso ha llevado a una degradación grande de los productos periodísticos. Y creo que acá los periodistas si tenemos un rol importante para desempeñar, por lo menos en la defensa de eso. Nadie te obliga a trabajar mal, no te pagan para trabajar mal” sostiene Sietecase.

Las firmas que lo acompañan tienen un peso por sí solas. Cada cual en un área bien definida  responde lo suyo y plantea interrogantes: ¿Es posible hacer periodismo de calidad, independiente,  en un medio privado en la Argentina o en el mundo? ¿Cómo se hace? Son todos planteos que son válidos. ¿Hasta cuándo se puede investigar si se afecta  intereses de las grandes empresas? ¿Se puede hacer buen periodismo en un medio público o hay que acatar directivas de la línea editorial? Son todas cuestiones que es necesario plantearlas. ¿Hasta dónde condiciona la publicidad a una investigación?

De a poco, ensayo tras ensayo, uno puede encontrar las respuestas (y más preguntas)  de Martín Becerra, Martín Caparrós, Leila Guerriero, Natalí Schejtman o Ezequiel Fernández Moores, entre otros.  Así, cada uno de ellos busca orientar las enormes mutaciones que se han ido sucediendo, trazando panoramas, proponiendo ideas y, sobre todo, intentan ordenar y dar algo de sentido a lo contemporáneo.

- Coincidimos en que cada una de estas empresas privadas tiene a cargo un servicio de interés público, es decir, que de alguna manera deben mantenerse algunas pautas a respetar, no sé si regulado pero al menos con pautas a respetar todos por igual…

- Sí, claro. Y eso no es una visión comunista.  Eso pasa en Estados Unidos, en Inglaterra, en Francia, en España, el Estado tiene para sí el derecho de regular porque hay un derecho en juego que es el derecho a la información. De hecho, fijate lo que está pasando: las demandas que hay ahora sobre Facebook pidiéndole que desinvierta, porque compró Instagram, WhatsApp. Es decir, el Estado regula y eso pasa en Estados Unidos.  El derecho a la información es de los ciudadanos y el Estado debe preservar el interés general.

El periodista Tomás Eloy Martínez, ya hace bastante tiempo atrás, decía que “El periodismo no es un circo para exhibirse sino un instrumento para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más digna y menos injusta”. Hoy, sellado el 2020, la situación sigue generando replanteos. Reynaldo Sietecase responde, “… (Estas reflexiones)  Son apenas un intento de señalar que, aunque pasen los años y se sume tecnología en el ejercicio profesional y el escenario de nuestro trabajo agregue complejidades como la concentración excesiva o la precarización laboral, el dilema central del periodismo sigue siendo ético. Defender la verdad de los hechos, resistir a las presiones y a la urgencia, apostar a la calidad, narrar con precisión, opinar con fundamento y ser fieles a uno mismo. Son tareas indispensables si queremos contribuir a la construcción de una sociedad más justa y democrática”.

Lengua sucia y el valor de la palabra en la poesía

Lengua sucia. Antología personal (Lumen – 2020) es el nuevo libro de poesía de Reynaldo Sietecase. Año particular este, militó la poesía y presentó sus nuevos poemas a través de Instagram. Él, junto a sus poemas y luego a otros autores, fue convidando versos a lo largo de cada domingo y algunas noches. La propuesta fue acompañada por muchos y muchas que aún seguimos confiando y sintiendo en la poesía todo lo que ha sido y todo lo que va a suceder.

-¿Cuál es el valor de la palabra en un poema?

- Es total. Yo siempre digo que encaro la escritura con la misma intensidad, así escriba una crónica, una novela o poesía.  Trato de ser honesto con las palabras, cuidadoso, riguroso. La diferencia es que cuando uno transita la literatura lo hace con total libertad y cuando uno transita el periodismo lo hace con el anclaje de la verdad. No podés inventar, no podés juzgar, la metáfora no tiene demasiada cabida. Pero en materia de poesía yo hago todo con mucho entusiasmo.

Sietecase reconoce en Lengua sucia uno de sus libros más importantes no solo por recorrer  todos sus  trabajos anteriores, sino por traer también sus nuevos poemas. Y más en épocas como esta que nos ha tocado. El rol, el lugar de la poesía se ha reivindicado en la soledad. Se ha disfrutado de la poesía como ese lugar magnífico al alcance de la mano de cualquiera. “Sin la poesía el lenguaje se volvería loco. Creo que es un gran antídoto contra la estupidez, contra los discursos armados, contra los autoritarios. Por eso siempre estoy muy atento a mi lado A” dice el poeta.

-¿Puede contar algo un poema que no pueda contarse en prosa?

- Yo creo que sí, por eso la poesía perdura, porque tiene una capacidad de síntesis y porque hay cosas que ya no se  pueden decir de otra manera. Creo que era Isidoro Blainstein quien decía que “la poesía era el mínimo común denominador de todas las cosas”. Si uno piensa en versos memorables como los de Miguel Hernández diciendo “No hay extensión más grande  que mi herida, por doler me duele hasta el aliento”, en dos líneas habla del dolor de la pérdida de su amigo Ramón Sijé, como nadie. Uno puede escribir un libro sobre eso, sin embargo no alcanza a lo que ya está dicho en ese verso. O también: “Esa mujer se parecía a la palabra nunca”, como dice Gelman. Podés escribir un ensayo sobre el abandono, pero esa síntesis la tiene solo la poesía. Tiene esa cosa de destello que no tiene la prosa, más allá de que cumple otra función. La poesía tiene como otro nivel de registro, donde verdad y belleza, cuando se cruzan, generan cosas muy impactantes.

No hay tiempo para la poesía. Ella elige cuándo y cómo llegarnos. Desde lo popular, desde una canción, desde un poema, desde una voz que necesitamos que nos acompañe. Pero ella siempre es la que elige. Cuenta Sietecase: “A mí me llegó muy temprano. Yo sufrí mucho la muerte de mi madre porque fue algo que me mandó mucho para adentro  y, en paralelo, empecé a acompañar a mi padre a salidas. A él le gustaba mucho el folclore y, en muchos de esos recitales donde íbamos a ver, no sé, al Cuarteto Zupay y otros, de pronto aparecían poetas como Lima Quintana, Armando Tejada Gómez, Jaime Davalos. Todos los poetas del folclore que tan ninguneados son en la Argentina, son tomados como poetas menores y son unos poetas bárbaros, extraordinarios. Aquello me impactó mucho. Eran unos tipos que se paraban y, de pronto, con esas voces cavernosas, te decían: “A esta hora exactamente hay un niño en la calle”. Eso a mí me mató, me volvió loco”.

-Es decir que descubriste la poesía a través de la oralidad…

- Sí, descubrí el arte por la oralidad. Por eso yo defiendo mucho la oralidad, por eso participo mucho de lecturas, de espectáculos donde se lee porque es lo que mamé. Yo entré a la poesía por la oralidad. Después empecé a leer poesía, pero primero fue la oralidad. Ya leía literatura, pero la poesía la recibí así, escuchándola.  Por eso le tengo tanto cariño a la lectura, a leer. Me parece que es algo muy interesante. La poesía, de hecho, se ha revitalizado con las redes sociales, como es de un formato breve ha generado que pasen muchas cosas con la poesía en ese espacio.

La poesía como una manera de estar en el mundo. El ser poeta, como decía Leopoldo Marechal, no es tan solo  “lanzar criaturas poéticas, también es un modo de ver la vida, de entenderse con las cosas”. Aun hoy, cuando creemos que todo nos sobrepasa y nos agobia, la poesía aparece para recordarnos algo de nuestra humanidad. Algo de aquello que nos aquejó ayer y nos aqueja hoy. Un poema permanece para pensar y pensarnos constantemente, a pesar de la época en que vivamos. Sietecase agrega, “Y aquellos poemas son entendidos por todo el mundo, a veces uno escucha ‘…no, la poesía es hermética…’. Mentira, la poesía se entiende rápidamente, la poesía está en todos lados. Cuando la gente dice ‘lo que mata es la humedad’, por ejemplo, eso es poesía. ‘La mar en coche’, hablando de Mar del Plata, son metáforas, son construcciones metafóricas. La poesía está en todos lados, por eso es mentira. ‘Esa mujer se parecía a la palabra nunca’ ¿Quién no entiende eso?  A veces hay un modo de transmitirlo que la aleja de la gente, pero está ahí y es muy sencillo llegarle. En las canciones populares, en el bolero, en el folclore, en el blues, en el rock, hay mucha poesía y la gente está acostumbrada a recibirla. Bueno, en el tango, la gran poesía argentina es el tango, ¿no?”

La poesía está en todos lados. Las palabras nos contienen y, hasta quizás, nada haya fuera de los textos. Eso es lo que le da vitalidad y permanencia. La poesía como potencia, como perdurabilidad. Existen versos que siempre nos acompañan, que los vivimos eternos y, sobre todo, los sentimos humanos al sentirnos demasiado humanos.