Los riñones le funcionaban al 15% y su hermano le donó uno: la historia de “Tuva” y el “Turco”

“Tuva” Roura nació con riñón atrófico y hace dos años un médico le advirtió que los órganos funcionaban al 15% de su capacidad y necesitaba un trasplante. Este martes y tras varios meses en lista de espera, Pablo, su hermano más grande, se convirtió en su donante. 

Tras una intervención exitosa, los hermanos Roura se recuperan en el HPC.

13 de Octubre de 2021 17:15

Los últimos diez años, para “Tuva” fueron “un parto”, según él mismo dice. Se le hinchaban los pies y las rodillas, a veces tenía picazón en todo el cuerpo y solía quedarse dormido con facilidad. Pese a que cuando consultaba a un médico siempre había alguna explicación para cada uno de sus males (en general adjudicaban sus problemas al hecho de que anduviera en skate y los golpes que podría haber sufrido por esa actividad) y le calmaban el malestar, la situación se repetía tiempo después. Al principio -calcula-, una vez por año, pero luego ese período se acortó a la mitad

Desesperado por los fuertes dolores, un día buscó los síntomas en Internet y vio que coincidían con los de la Gota, una tipo de artritis que se produce cuando el ácido úrico se acumula en la sangre y provoca inflamación en las articulaciones. Sin embargo, los profesionales insistían en que él no tenía nada de eso porque era una persona joven. Hasta que logró convencer a uno de que le hiciera una orden para realizarse análisis de sangre. De los resultados supo unas pocas horas más tarde, cuando lo llamaron para pedirle que se acercara al hospital para ser internado. El escenario, de pronto, fue el más oscuro: sus riñones funcionaban al 15% y necesitaba recibir un trasplante, en lo posible, antes de llegar a la diálisis, tratamiento para el que no le quedaba casi margen. 

Hoy, a veinticuatro horas de haber recibido un riñón, Gustavo “Tuva” Roura (37) se recupera en terapia intensiva del Hospital Privado de Comunidad. Un piso más abajo, en una sala común, hace lo propio su hermano Pablo “Turco” Roura (51), la persona que le donó el órgano que le permitirá mejorar su calidad de vida. “Estoy más que bien. Se ve que era ese el riñón que tenía que recibir, porque mejor no puedo estar”, aseguró este miércoles en diálogo con 0223.

Gustavo Roura es papá de dos nenas de 14 y 8 años, y comerciante en la distribuidora familiar de productos de pesca, en donde también trabaja el "Turco".

Pero para llegar a este momento, los Roura pasaron de todo. Primero, porque “Tuva” no tenía obra social y segundo, porque durante varias semanas estuvo en la lista de espera del Incucai para recibir un trasplante cadavérico pero sin resultados favorables. “En el Higa, que es donde me atendí toda la vida, me recomendaron que tramitara un certificado de discapacidad y tratara de tener cobertura de Pami porque, de lo contrario, hasta que no llegara a la diálisis, no me iban a hacer nada”, recordó.

El hombre, padre de dos nenas de 14 y 8 años y el más chico de los cinco hermanos -entre los que se encuentra el muralista Julián Roura- movió cielo y tierra para que lo atendieran. A esta altura, quienes lo atendían ya estaban al tanto de que “Tuva” había nacido con un riñón atrófico (de menor tamaño) y si bien había sido controlado durante los primeros cuatro años, luego fue dado de alta y nadie más volvió a hablar del tema. “Quizás por ignorancia o vaya a saber por qué, pero todo quedó en el comentario y con el tiempo ya nadie se acordaba. Por eso tuve siempre una vida sin ningún tipo de cuidado en cuanto a la alimentación, incluso, fue todo lo contrario: si me juntaba con amigos comíamos asado con vino, cerveza, fiambres… Hasta que se terminó todo”, contó.

 El año pasado, en plena cuarentena más dura por el avance de la pandemia, “Tuva” recibió controles periódicos mientras aguardaba la llegada del órgano. A eso sumó una dieta estricta que, en líneas generales, se basaba en arroz blanco, zapallo y agua,.“Bajé diez kilos el primer mes pero si me tenían que dializar era peor. Se me hizo difícil pero ahora veo que valió la pena”, dijo el comerciante, responsable junto a su familia de una distribuidora de artículos de pesca que lleva su apellido. 

Pablo y "Tuva", un rato antes de ingresar al quirófano del HPC.

Mientras los meses pasaban sin novedades, las propuestas de donantes dentro de su familia se multiplicaban. Sus padres, hermanos y algunos amigos se ofrecieron para la ablación, aunque la incompatibilidad se imponía como la principal dificultad a sortear. “Es muy difícil pedirle un riñón a alguien. No es plata prestada, es el órgano de una persona que te lo da para mejorar tu vida pero para eso pone la suya en riesgo”, explicó al dar cuenta del enorme acto solidario de un donante. Al final, fue Pablo, el que tomó la posta para avanzar en la cirugía, para la cual durante los últimos seis meses debieron someterse ambos a todo tipo de estudios.

Este martes, los dos amanecieron en la misma habitación, en donde aprovecharon el tiempo en soledad para conversar. “Hablamos de la vida, de los chicos, esas cosas”, confió Gustavo. Pero la charla se interrumpió cuando los camilleros fueron a buscar al “Turco” para ingresarlo al quirófano, lugar al que minutos después entraría él. Antes de perderlo de vista, se despidió con apenas dos palabras: “gracias” y “perdoname”.

La cirugía salió bien y los hermanos Roura deberán permanecer unos días más en el HCP, tal como corresponde a estos casos. Lo primero que quiso saber “Tuva” cuando despertó de la anestesia era cómo estaba Pablo. “Por suerte pude salir de esto y ahora, aunque me tengo que seguir cuidando, sé que voy a poder seguir disfrutando de mis hijas, mi familia y todo eso, gracias a mi hermano”, sentenció.

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