Mataron a su hijo pero jamás apareció el cuerpo: la desgarradora búsqueda de la mamá de Nicolás Saurel

El chico de 24 años desapareció el 3 de febrero del 2014. La Justicia condenó a dos hombres por el secuestro y el crimen pero nunca encontró el cadáver. A pesar del tiempo, Elida sigue esperando que los homicidas se pongan en su lugar y le permitan cerrar el duelo: "Necesito llevarle una flor a mi único hijo".

11 de Febrero de 2022 18:03

El 3 de febrero se cumplió otro aniversario de la desaparición. Y a Elida Saurel no le alcanza con tener la certeza del crimen y sus circunstancias, ni con recordar la condena a 15 años de prisión que recibió el asesino y su cómplice, porque ella necesita otra cosa. Solo una cosa: que le digan, de una vez, qué hicieron con el cuerpo de Nicolás, su único hijo.

Cada vez que escucha el ruido del teléfono en la casa de Las Flores, Elida se ilusiona. Piensa que del otro lado hay alguien de la fiscalía de Mar del Plata que se lo va a decir, que le va a confirmar la noticia que tanto espera: “Lo encontramos; vení a retirar el cuerpo”. Ocho años pasaron y ese llamado aún no llega. Pero ni el tiempo ni el dolor quiebran la firme esperanza de la mamá del chico de 24 años.

“Solo pido que me digan dónde está porque es horrible vivir así. Y más en esta fecha. Se me pone bravísimo a mí, bravísimo, bravísimo.... son días muy difíciles. Nicolás es lo único que yo tenía. No tengo otro hijo. Y por lo menos pido tener un lugar para llevarle una flor”, explica Elida, entre lágrimas, en una entrevista a la distancia que le concede a 0223.

Elida Saurel solamente quiere cerrar su duelo después de ocho años de dolor. Foto: archivo 0223.

Elida dice que no duerme, que con la ayuda de un psicólogo trata de afrontar el duelo de la muerte sin tener el cuerpo de su hijo, y que no sale de casa “si no es para mandados”. “Trabajo acá (en casa) porque cuando no tengo ánimo no trabajo. Y la verdad que son más los días que no tengo ánimo que los que tengo. Me cuesta mucho”, confiesa.

La última vez

Nicolás y Elida constituían una familia pequeña y muy unida. Fue en 2006 cuando el joven abandonó la casa de Las Flores para ir a “pasear” por Mar del Plata pero ni ese largo viaje lo alejó de la mamá. Cada día, a la mañana y a la noche, la llamaba por teléfono. Y a pesar de que él decía que no, que se tenía que hacer y “golpear solo”, Elida siempre buscaba la forma de ayudarlo y le enviaba encomiendas con mercadería.

Nicolás Saurel vino a Mar del Plata muy joven y siempre se la "rebuscó" con distintos trabajos, según asegura la mamá. 

Elida cuenta que el primer trabajo que consiguió Nicolás en la ciudad fue en una verdulería. Después se introdujo en el mundo del puerto y empezó a trabajar para una empresa donde elaboraba sardinas. Le tomó rápido el gusto a la pesca y hasta soñó con embarcarse. Antes, debía dar otro paso: rendir las materias pendientes de la escuela.

Saurel, entonces, quiso “juntar unos pesos” extra para terminar pronto el secundario y cumplir los sueños en altamar. En ese momento de su vida entra en escena Germán Caldas, quien tenía un emprendimiento de albañilería y de obras en construcción. Caldas era su empleador pero el vínculo excedía lo laboral: entre ambos había muy buena relación, según ratifica Elida.

“A los asesinos los conocí el día de juicio. Yo nunca los vi antes. Pero Nicolás siempre me decía que su patrón era buenísimo. El día que desapareció hasta me mandó una foto para mostrarme que andaba con Caldas en auto por el centro”, recuerda la mujer de 61 años, y agrega: “Nicolás salía de casa y empezaba a mensajearse conmigo hasta que llegaba al trabajo y cortaba. Después, a la noche, me volvía a llamar. Y el último día que hablamos también había quedado en llamarme a la noche”.

La desaparición

Quien hizo la primera denuncia a la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) fue Ayelén Martínez, la pareja de Saurel. Aquel 3 de febrero, la denunciante dijo a la policía que recibió unas llamadas telefónicas intimidatorias exigiéndole la devolución de un dinero que supuestamente había quedado en poder del joven, quien había acordado un encuentro con Caldas.

Elida Saurel y Ayelén Martínez durante el juicio que se celebró en 2016. Foto: archivo 0223.

Veinte días después, la investigación dio un giro cuando varias personas declararon en sede judicial que tenían conocimiento que Caldas junto a Darío Repetto habían atado y golpeado a Saurel para luego enterrar sus restos en una zona cercana al sur del Bosque Peralta Ramos. La contundencia de estas declaraciones motorizaron rápidamente las acciones para materializar las detenciones de ambos sospechosos.

Esclarecer el caso, de todos modos, no fue nada fácil y ameritó largos meses de recolección de testimonios y otros elementos de prueba. El expediente, de hecho, pasó por las manos de tres fiscales distintos. Juan Pablo Lódola fue quien inició la etapa de instrucción, después continuó Eduardo Amavet y Paulo Cubas fue el encargado de intervenir durante el juicio que se prolongó durante casi un mes.

La condena

El 23 de noviembre del 2016, dos años y medio después de no tener ninguna certeza sobre el paradero de Saurel, el Tribunal Oral en lo Criminal Nº4  condenó a Germán Caldas y Darío Repetto a 15 años de prisión al considerarlos como coautores del delito de secuestro coactivo agravado por resultar la muerte del joven como consecuencia no querida por parte de ambos. En la causa también hubo un tercer involucrado al que se le imputó el encubrimiento del crimen pero finalmente la Justicia lo absolvió.

Durante el debate oral, se pudo demostrar que el 31 de enero del 2014 Saurel había tomado dinero del local de ropa de la exnovia de Caldas, donde ambos realizaban por esos días una refacción. La prueba irrefutable fue la propia imagen del robo que había quedado registrada en un video de una cámara de seguridad privada que se encontraba instalada dentro del comercio.

Para la Justicia marplatense, al asesinato de Caldas y Repetto no fue premeditado. Foto: archivo 0223.

Para la fiscalía, entonces, el móvil del secuestro de Saurel fue justamente la devolución del dinero robado. Al descubrir lo que hizo Saurel, Caldas se enojó y, con ayuda de Repetto, tramó el secuestro para tratar de recuperar la plata por la fuerza pero la situación “se fue de las manos” y terminó de la peor manera.

A pesar del faltante del cadáver, los jueces Gustavo Fissore, Alfredo De Leonardis y Jorge Peralta consideraron que existían argumentos suficientes para establecer que Caldas y Repetto aprovecharon la relación de confianza con la víctima para pactar un encuentro y trasladarla en un Chevrolet Astra hasta hacerla “desaparecer”. Los magistrados entendieron que Saurel murió a golpes pero consideraron que su muerte no fue buscada ni premeditada.

El tribunal también desestimó el alegato del Ministerio Público Fiscal, que exigió la perpetua para los secuestradores, y tras rechazar cuestiones eximentes de la responsabilidad penal y considerar como atenuantes la falta de antecedentes y el buen concepto de ambos imputados, los condenó a 15 años de prisión. El único agravante que se tuvo en cuenta fue la trama diseñada para ganar la confianza de Nicolás Saurel y reducirlo.

El gran misterio

Las pericias de la DDI determinaron que los secuestradores habían hecho los llamados telefónicos en cercanías del Bosque Peralta Ramos. Y en su testimonial, Ayelén Martínez también reveló un dato fundamental que recibió de una persona a la que Caldas le habría confesado el entierro del joven. Pero los distintos rastrillajes realizados en la zona ni siquiera permitieron dar con algún rastro de Saurel.

Tras el debate oral, la única expectativa que le quedaba a la familia del chico era que los asesinos se quebraran en algún momento y revelaran la verdad. Pero eso nunca pasó. Y la dolorosa huella del tiempo no hace más que agigantar el misterio. Así, el caso de Nicolás Saurel se constituye como uno de los grandes enigmas criminales sin respuesta para la Justicia de Mar del Plata.

Los rastrillajes en el Bosque ni siquiera permitieron dar con un indicio de Saurel. Foto: 0223.

No por nada Patricia Perelló y Sergio Fernández, los abogados que defendieron en el juicio a Caldas y Repetto, insistieron en este aspecto a la hora de justificar sus pedidos de absolución en el juicio de 2016. Ellos entendían que, sin cadáver, no había forma de demostrar ninguna materialidad delictiva ni la participación de los imputados en los hechos.

También apuntaron que no hubo testigos que hayan visto el supuesto traslado del cuerpo y que los distintos allanamientos ordenados durante la investigación tampoco dieron ningún indicio de que los hechos hayan ocurrido tal como lo reconstruyó la fiscalía. Pero los jueces, en la palabra final, desestimaron todo tipo de planteo defensista y reconocieron que no era admisible pensar que “Saurel haya regresado a su ciudad de origen y que nadie se haya enterado".

Salidas

Después de pasar la mitad de su condena en prisión, Caldas pidió salidas transitorias en marzo del año pasado y la Justicia le concedió el beneficio. Hoy en día mantiene una sola salida transitoria mensual. En una primera instancia, se le había ampliado el beneficio a dos veces por mes pero la Cámara de Apelaciones, después de atender algunos planteos, finalmente lo volvió al sistema anterior, según confirmaron fuentes judiciales consultadas por este medio.

Por supuesto que Elida Saurel cuestiona estas salidas pero lo que reprocha, ante todo, es la falta de palabra. Porque ella sigue aferrada a la esperanza de que, algún día, se cumpla la promesa que recuerda haber escuchado en boca de los homicidas: “Ellos dijeron que antes de pedir calle iban a decir dónde estaba el cuerpo. Así que si quieren calle que digan qué hicieron con Nicolás. Que digan eso por favor. Nada más”.