El misterioso capitán Nemo

Protagonista de dos de las más reconocidas novelas de Julio Verne, el capitán Nemo aún guarda muchos secretos.  

Nemo revive de la mano de Alan Moore en su Liga extraordinaria.

13 de Febrero de 2022 09:49

Podría decirse que uno de los encantos, si no es “el” encanto, de 20.000 leguas de viaje submarino de Julio Verne es la fascinación que el capitán Nemo ejerce sobre el lector. Hablamos de un personaje inolvidable que ideó, construyó y comandó el famoso Nautilus, el primero de todos los submarinos.

Para conocer mejor al capitán Nemo debemos bucear por la trilogía pensada por Verne: Los hijos del capitán Grant (1868), 20.000 leguas de viaje submarino (1869-1870) y La isla misteriosa (1875). En las dos últimas es donde conocemos los detalles de la vida del Capitán.

Siguiendo a Fernando Savater en Malos y malditos (Alfaguara – 1997), podríamos decir que “El capitán Nemo no es propiamente un malo, sino un maldito, alguien que se aparta de los hombres porque los hombres le han hecho demasiado daño. También él causa dolor a otros, pues para vengarse de quienes han humillado a su pueblo hunde barcos donde viaja gente inocente. Pero también es capaz de arriesgar su vida para salvar a un pobre pescador de perlas indio de las fauces del tiburón que va a devorarle. El capitán Nemo es altivo y misterioso, a veces terriblemente testarudo, pero el lector no puede remediar sentir respeto y hasta cariño por él”.

El Nautilus aparece en las novelas 20 000 leguas de viaje submarino y La isla misteriosa.

En efecto, el capitán Nemo fiel a sus raíces indias, guarda un odio y un enojo feroz hacia Inglaterra porque esclavizó a su pueblo y asesinó a su mujer y a sus hijos.  Nemo, entonces, luego de la rebelión de la India, renuncia a vivir en sociedad y canaliza esa furia en la construcción del Nautilus (“¿Así que es usted ingeniero, capitán Nemo?” “Sí, señor profesor. He estudiado en Londres, en París y en Nueva York, cuando era un habitante de los continentes terrestres”), para poder recorrer los mares con una fiel tripulación, con la sola intención de la investigación científica. Pero las circunstancias lo llevarán a encontrar algo más.

De ahí que Julio Verne imaginó un personaje épico  y atormentado, pero también un sabio que busca reivindicar la justicia aunque, de a ratos, esta parezca venganza. Es decir que  encontramos a un Nemo que ayuda a los revolucionarios griegos en su lucha de emancipación respecto a Turquía, pero también encontramos a aquel que hunde navíos que lleven la bandera de Inglaterra (en La isla misteriosa se sabrá que, en realidad, Nemo es el príncipe Dakkar, hijo de un rajá indio y sobrino de Tipu Sahib, personaje real, que sufrió las consecuencias de ser una colonia inglesa).

Asimismo, el trabajo de Verne es realmente destacable. Logra en esta obra, que apareció por capítulos en los diarios parisinos, alcanzar y retratar todos los mares en todos sus aspectos y, por otro lado, construir en Nemo una figura atormentada y con una personalidad fuerte y desesperada, pero que logra generar la empatía necesaria con el lector. Un Nemo que recién habla por primera vez en la novela en el capítulo XVI, momento en el que comienza la travesía.

Nemo significa “nadie” en latín y es el nombre que Ulises, rey de Ítaca, regresando de Troya usa para engañar y cegar al cíclope Polifemo, gigante de un solo ojo e hijo de Poseidón. El vínculo con el mar es innegable.

Veinte mil leguas de viaje submarino es narrada en primera persona por el biólogo francés Pierre Aronnax, que es hecho prisionero por el Capitán Nemo.

 

Y tan innegable es que, según se relata en La isla misteriosa, Nemo muere de viejo dentro del Nautilus. En septiembre de 1868 hace erupción el monte Franklin, isla Lincoln. En una cueva bajo el volcán, el capitán y su nave socorren a los colonos. Él, en ese espacio y en ese instante, les devela otro gran secreto a los protagonistas. Sabe de la proximidad de su muerte. Sabe que su cripta será la nave que tanto ama. Nemo es enterrado por la explosión volcánica que destruye toda la isla.

El capitán Nemo: personaje brillante, inteligente y culto que busca destacar la riqueza del mar, pero también la libertad de los pueblos; así como los valores humanistas. El capitán Nemo amaba tanto al mar como a su nave, el Nautilus. Él mismo, en 20.000 leguas de viaje submarino,  lo especifica:

-(…) Todo lo obtengo del mar, y, del mismo modo, algún día todo regresará a él.

- Ama usted el mar, capitán.

- ¡Sí! ¡Lo amo! ¡El mar lo es todo! Cubre las siete décimas partes del globo terrestre. Su aliento es puro y sano. Es el inmenso desierto en que el hombre jamás está solo, pues siente palpitar la vida a su alrededor. El mar no es sino el vehículo de una existencia sobrenatural y prodigiosa; no es sino movimiento y amor; es el infinito viviente, como ha dicho uno de sus poetas. La naturaleza, señor profesor, se manifiesta mediante sus tres reinos: el mineral, el vegetal y el animal. Este último está ampliamente representado por los cuatro grupos de zoófitos, por tres clases de articulados, cinco clases de moluscos, tres clases de vertebrados, los mamíferos, los reptiles y esas innumerables legiones de peces, orden infinito de animales que cuenta con más de trece mil especies, de las que sólo una décima parte pertenece al agua dulce. El mar es la enorme reserva de la naturaleza. Por el mar es por donde el globo comenzó, ¡y quién sabe si no acabará por él! En el mar reina la tranquilidad suprema. El mar no pertenece a los déspotas. En su superficie todavía pueden hacer valer sus inicuos derechos, luchar, devorarse mutuamente, transportar todos los horrores terrestres. ¡Pero a treinta pies por debajo de su superficie, su poder cesa, su influencia se extingue, su potencia desaparece! ¡Ah, señor, viva, viva usted en el seno de los mares! ¡Sólo aquí está la independencia! ¡Aquí es donde no reconozco a ningún amo! ¡Donde soy libre!