Historias de vida y muerte que agigantan el misterio de la escultura de Playa Chica

Mano a mano con 0223, Mario Magrini revela experiencias emocionantes que le transmitieron personas tras identificarse públicamente como el autor de la obra y anticipa el deseo de instalar nuevas estatuas a lo largo de la costa, con personajes estrechamente ligados al mar.

Al cumplirse un año de la instalación de la estatua, el furor de su enigma sigue vigente en Mar del Plata. Foto: 0223.

5 de Febrero de 2022 06:55

Dieciséis años tenía cuando se fue. La familia no dudó cuando eligió Playa Chica como destino de las cenizas. Su lugar en el mundo era la costa, el mar. Desde entonces, cada día, papá y mamá iban a recordarla al paseo. Hasta que el 5 de febrero del 2021, en una madrugada, el dolor se transforma en milagro: al lado de la roca que recibió los últimos restos, aparece, anónima, sin ninguna explicación, la estatua de una chica. Los padres la reconocen pronto. Y no dejan de abrazarla. Porque en el abrazo no sienten el frío cemento sino el calor, eterno y bendito, de su amada hija.

Poco después de identificarse públicamente como el autor de la enigmática escultura, Mario Magrini conoce esta historia de cerca, en boca del papá de la adolescente. Y no es el único testimonio de vida o muerte que llega a sus oídos: en la misma época, otro hombre llega a confiarle que la obra de la mujer lo salvó de tomar una decisión drástica, irreversible, en un momento sumamente extremo.

Por su novedosa intervención, Magrini fue uno de los grandes "personajes" del 2021 en Mar del Plata. Foto: archivo 0223.

“Esto lo cuento y me da vergüenza porque en realidad yo viví lo que me transmitió esa persona, que realmente lo decía con mucho dolor y vergüenza: me dijo que estaba a punto de tirarse al mar, que se dio vuelta, vio la estatua y algo le dijo que no lo hiciera. Y el hombre vino hasta mí a decirme que estaba vivo gracias a eso”, confiesa, mano a mano con 0223, el creador de la estatua que revolucionó a la ciudad en el cierre de la temporada del 2021.

Cada historia, cada significado que se le atribuyó y aún atribuye a la mujer de Playa Chica que irrumpió de sorpresa en Mar del Plata durante la madrugada del 5 de febrero, es argumento suficiente para comprender el curioso fervor que se generó a su alrededor. No fue solo una obra bonita, una travesía que merecía ser reconocida, una anécdota singular de verano: para muchos, fue y sigue siendo mucho más.

Así, al menos, lo entiende Magrini. Por eso, al cumplirse el primer aniversario, ratifica la voluntad de mantener el “misterio” sobre el nombre y la intención con la que concibió originalmente la pieza artística a fines de 1996, como respuesta a una “difícil” situación de salud que lo condicionó a él y su familia. “Yo creo que la obra tiene poder y riqueza en la medida que cada uno le encuentra su propio significado. El tema del misterio y la imaginación es mucho más fuerte y rico. No tiene sentido que yo vaya y le ponga una intención. Si para alguien esa estatua representa a la hija que perdió, entonces ya está… eso es mucho más importante”, sostiene.

La obra despierta significados tan profundos como diversos. Foto: 0223.

El cirujano plástico, con más de treinta y cinco años de trayectoria profesional, eligió Playa Chica como el escenario de instalación de la enigmática mujer porque coincidía, simplemente, con la pasarela que suele elegir para disfrutar de la costa. “La verdad que no sabía que ese paseo que está frente al Parque San Martín es un espacio donde mucha gente, además de ir a ver el mar, va y tira las cenizas de sus familiares”, aclara.

El fin del anonimato

El artista siempre dijo que la idea de instalar la escultura a escondidas y sin permiso no la pensó como parte de una “acción de marketing” para ser objeto de viralización, tal como sucedió en los días siguientes, sino que apenas pretendía llenar un deseo personal de “trasgresión”. Y del mismo modo, afirma que con su presentación en público como autor de la estatua no buscó “fama” sino calmar la ansiedad social que advertía frente al hallazgo de la intervención en Playa Chica.

En las redes, por supuesto, no faltaron comentarios que condenaron al médico por quitar el velo de anonimato que acrecentaba el enigma de la figura de la mujer tomándose los pies. Pero el hombre insiste en que la repercusión superó toda expectativa, al punto de tener temor por sufrir una “invasión” a su vida privada. “El problema fue que en un momento el tema ya no era la estatua sino el autor. Al principio me causó gracia, después me preocupo y al final ya me asusto un poco porque era como estaban buscando al ‘asesino’”, recuerda, y agrega: “Me sentí un poco acosado y por eso me contacté con la municipalidad”.

La charla definitiva con el secretario de Cultura, Carlos Balmaceda, se dio casi a la semana del descubrimiento, según asegura Magrini. “Nos reunimos en la casa de un amigo en común y le expliqué todo lo que hice porque para ese momento el peso de la búsqueda del autor ya era muy importante. Yo hice el planteo para que la obra siguiera anónima y si bien en la municipalidad me dijeron que se podía incorporar al patrimonio de esa manera, también me advirtieron que los periodistas no me iban a dejar de buscar. Y eso, la verdad, me preocupó. Entonces surgió la idea de presentarme en la conferencia del 20 de febrero”, dice.

Vida de artista

La enigmática mujer fue creada a fines del 1996, durante un difícil momento personal que atravesó Magrini y su familia. Foto: 0223.

Magrini tiene tres hijos mayores: dos hombres, que viven en Brasil, y una mujer que está en Mar del Plata. De todos, rescata el mismo aprendizaje: la vocación por el disfrute y el valor de lo importante. “Las nuevas generaciones tratan, y eso reconozco que me da un poco de envida, de priorizar un poco más el disfrute de vivir. Y eso mismo aprendo de mis hijos: aprendo cómo ellos buscan darse tiempo para hacer las cosas que realmente quieren, sin tener que seguir mandatos sociales”, destaca.

Y a sus 66 años, el cirujano está decidido a volcar el aprendizaje en hechos concretos. Lo que hoy busca, entonces, es poder darle al arte el espacio que realmente merece en su vida. “En etapa mía le voy a ir dando más espacio porque me interesa. Ahora, de hecho, estoy modificando mi casa y me doy el gusto de hacer cosas raras, como medianeras que simulan piedra de castillo, murales que simulan paisajes con plantas, y así voy recreando un poco los espacios y jugando un poco con las vistas”, comenta, y agrega: “Eso me entretuvo bastante en la pandemia y lo sigo haciendo mientras puedo”.

“El arte siempre fue un escape para mí pero no le di demasiado tiempo. Generalmente lo desarrollaba cuando me anotaba para un taller de alguna disciplina. En cemento, de hecho, nunca hice un taller, y tuve la primera experiencia hace veinticinco años, en una etapa que estaba ‘standby’ en mi actividad por un problema de salud y ahí surgió la estatua de Playa Chica”, explica el hermano de Alejandro Magrini, director de la Guardia del Mar.

De todos modos, el arte siempre estuvo, más o menos en superficie para Magrini. Trabajó también sobre dibujo, pintura y pastel, y diseñó escenografías para los actos de jardín de infantes de sus hijos así como para otros eventos de los que participó durante su larga trayectoria en el ámbito de la salud. “Siempre que surgió una oportunidad, yo no decía que no y me largaba”, recuerda, entre risas.

La pasión, inclusive, fue tan fuerte que también influyó a la hora de elegir la cirugía plástica, con fines estéticos y reparadores, como la carrera de su vida. “Yo creo que la medicina me aportó al arte, y el arte también me aportó a la medicina porque ambas actividades se complementan. Por eso es difícil que yo haga un paisaje, por ejemplo. Para mí, la figura humana, de la mujer o del hombre, siempre es protagonista. Me parece muy importante lo que se puede transmitir con un gesto, con la mirada”, puntualiza.

“Igual no puedo dejar la cirugía plástica porque estoy atrapado por muchas cosas que hago. Me gusta todo lo que es cara, y eso me da satisfacción porque es muy artístico. Y trabajo hace muchos años con chicos con malformaciones, con labios leporinos, fisuras de paladar, y no hay tantos cirujanos plásticos que lo estén haciendo porque no atrae mucho la especialidad, así que me siento comprometido con esos chicos y sus papás. Trato de ofrecerles lo mejor para que tengan una vida lo más normal posible”, asegura.

Nuevos personajes frente al mar

Playa Chica, un paseo cada vez más visitado por marplatenses y turistas. Foto: 0223.

Tras el furor que generó la obra de Playa Chica, a Mario Magrini lo contactaron para hacer nuevos trabajos. Recibió una propuesta de un grupo de buzos para dar forma a una estatua de Neptuno en la puerta de la Base Naval y también de un hombre, que pretendía “inmortalizar” a su perro. Pero las obligaciones de la medicina le impidieron cumplir con la demanda que suponían ambos ofrecimientos.

Pero ahora, sin proyectos a la vista, el artista marplatense busca consagrar su propia idea: la de emplazar nuevas esculturas en distintos puntos de la costa con representaciones de personajes estrechamente relacionados al mar. “Hoy estoy motivado por el tema del mar y creo que eso tiene un peso bastante importante. Así que estoy viendo si a alguna agrupación o concesionarios privados les interesa la idea como para ponerla en marcha”, confía.

Vivimos en una ciudad frente al mar, que vive del mar, que tiene una relación muy íntima con el mar, y yo siempre pienso en muchos personajes que tienen una actividad diaria con el mar, independientemente de cada habitante de la ciudad que va a buscar en el mar un consuelo o un momento de paz o una evasión. Hay personas, como los surfers, los guardavidas o los pescadores, que en el día a día tienen una actividad muy estrecha con el mar y son personajes que creo que tendrían que tener una imagen que los represente”, justifica Magrini, al dar un contundente anticipo de su próxima ambición artística.