Las bestias de Lovecraft

Las creaciones de H.P. Lovecraft en un logrado libro. Ilustraciones y relatos que sostienen aquella idea del autor sobre que el miedo a lo desconocido es la emoción más antigua.

Cthulhu, una de las deidades creadas por Lovecraft.

27 de Marzo de 2022 11:12

“Lo que sobrecoge no es lo que está escrito en la página, sino aquello que, escrito en la página, suscita o empuja a imaginar”, sostiene Aparicio Mydeu refiriéndose a Lovecraft, quien sabía bastante de estas cosas.

H.P. Lovecraft argumentaba que “la emoción más antigua y poderosa de la humanidad es el miedo, y la clase de miedo más antigua y poderosa es el miedo a lo desconocido”. Con este fundamento, el escritor nacido en Estados Unidos en 1890 nos legó una obra riquísima en personajes, monstruos y ambientes terroríficos.

Suelen decir que las descripciones de las criaturas que realizaba tenían origen en seres humanos reales. Lovecraft sabía, y ponía en práctica en su escritura que, en cuanto más monstruoso e inconcebible sea, más precisa ha de ser la descripción. Y él lo hizo como muy pocos. Lamentablemente murió a los 46 años sin conocer su fama y la escuela en el ámbito del género que había sostenido. Sus textos aparecían en revistas y solo después de su muerte tomaron forma de libro.

Se conoce como “bestiario” a una recopilación de animales o seres fabulosos. Puede contener relatos con descripciones y/o ilustraciones. Si bien su origen se remonta a obras clásicas griegas y romanas, fueron muy populares durante la Edad Media. En nuestra literatura reconocemos la obra de Jorge Luis Borges, en colaboración con Margarita Guerrero, titulada El libro de los seres imaginarios, así como el cuento que da título al libro de Julio Cortázar, Bestiario.

Veintidós criaturas que nos conducen al mundo perturbador de Lovecraft. 

Quiero llegar al año 2008, en el que aparece con traducción de Elvio Gandolfo e ilustraciones de Enrique Alcatena, el Bestiario de Lovecraft (Libros del zorro rojo – 2008). Se trata de veintidós criaturas que nos conducen al mundo perturbador del autor de Más allá del muro del sueño.

Un recorrido fantástico que permite el reconocimiento de cada criatura, pero además, el poder destacar los siniestros detalles de cada uno de ellos, que quizás en la lectura completa del texto de donde se extraen se pierden por sumergidos en la historia.

El libro editado por Libros del zorro rojo es una maravillosa experiencia literaria donde se conjuga la maestría de Lovecraft con lo generado en la imaginación del ilustrador, confluyendo en aquel terror del que hablábamos al principio. Valen dos ejemplos:

1 Profundos de La sombra sobre Innsmouth (1931)

De pronto empecé a sentir terror al mirarlos mientras pasaban. Miré el espacio cercano de donde saldrían bañado por la luna, y tuve pensamientos extraños acerca de la contaminación irreparable de aquel espacio. Tal vez se tratara de los peores seres de Innsmouth, algo que uno no se atrevería a recordar después.

El hedor se volvió insoportable, y los ruidos crecieron hasta llegar a ser una babel bestial de graznidos, aullidos y ladridos sin el menor vestigio de habla humana. ¿Eran realmente aquellas las voces de mis perseguidores? ¿Tenían perros, después de todo? Hasta entonces yo no había visto ninguno de los animales inferiores de Innsmouth. Aquellos golpes y tamborileos eran monstruosos; no podía mirar a las criaturas degeneradas que los producían. Mantendría los ojos cerrados hasta que el sonido decreciera hacia el oeste. Ahora la horda estaba muy cerca… El aire vibraba saturado de gruñidos roncos y el suelo se sacudía con sus pisadas de ritmo extraterrestre. Casi se me cortó el aliento, y luché con todas mis fuerzas para mantener los párpados cerrados.

Profundos de La sombra sobre Innsmouth (1931). 

2 Dagon (1937)

Sin embargo, fueron los relieves pictóricos lo que más me fascinó. Bien visibles a través de la masa de agua intermedia debido a su enorme tamaño, había un conjunto de bajorrelieves cuya temática habría despertado la envidia de Doré; creo que se suponía que aquellos seres representaban hombres… o, al menos, cierto tipo de hombres; aunque se los mostraba retozando como peces en las aguas de una gruta submarina, o rindiendo homenaje a cierto altar monolítico que también parecía estar bajo las olas. No me atrevo a hablar en detalle de sus rostros y formas, pues el mero recuerdo me provoca mareos. Grotescos más allá de la imaginación de Poe o Bulwer, resultaban en términos generales condenadamente humanos a pesar de las manos y pies palmeados, los labios terriblemente gruesos y blandos, los ojos saltones y vidriosos, y otros rasgos aún menos agradables de recordar. Curiosamente parecían haber sido cincelados sin guardar proporción con el entorno oceánico; y así, una de las criaturas mostrada en el acto de matar a una ballena era representada apenas algo mayor que ella. Como digo, tomé nota de su aspecto grotesco y del extraño tamaño; pero no tardé ni un instante en decidir que no eran más que los dioses imaginarios de alguna tribu primitiva dedicada a la pesca o la vida marítima, alguna tribu cuyo último descendiente había muerto antes de que nacieran los primeros antepasados de los hombres de Piltdown o de Neanderthal. Espantado ante ese atisbo inesperado de un pasado que estaba más allá de la imaginación del más audaz antropólogo, me quedé meditando mientras la luna proyectaba extraños reflejos sobre el silencioso canal que tenía a mis pies.

Dagon es una de las creaciones más icónicas de Lovecraft. 

Entonces, de pronto, lo vi. Con apenas un leve chapoteo que indicaba su llegada a la superficie, el ser se hizo visible sobre las aguas oscuras. Gigantesco y espantoso como Polifemo, se precipitó como un tremebundo monstruo de pesadilla hacia el monolito, que rodeó con sus descomunales brazos escamosos, mientras abatía la horrenda cabeza para emitir un sonido pausado. Creo que en ese momento enloquecí.

Sobre mi ascenso frenético de la pendiente y el acantilado, y mi regreso delirante al bote encallado, es poco lo que recuerdo. Creo que canté a voz en cuello, y que reí de un modo extraño cuando ya no pude cantar. Tengo recuerdos confusos acerca de una gran tormenta que estalló poco después de llegar al bote; en todo caso, sé que oí el retumbar de los truenos y de otros sonidos que la Naturaleza sólo emite en sus estados de ánimo más salvajes.

 

Howard Phillips Lovecraft es un autor adictivo. Creó una cosmogonía que desde siempre encuentra seguidores. Quizás sean textos que no satisfacen una segunda o tercera lectura para un lector ya entrenado, pero sin dudas, continúa generando un entusiasmo indiscutible. Lovecraft conquista. Quizás, como se decía mientras vivía, no era un buen escritor (Borges y Cortázar estaban entre sus detractores), pero sí vale decir que su estilo no consistía en mostrar el horror, sino lo que aquel generaba en uno.

Tres períodos se reconocen en Lovecraft: el de las historias macabras (1905-1920), el ciclo onírico y del sueño (1920-1927) y el de los famosos mitos de Cthulhu (1925-1935). En ellos desarrolló todo un culto a la lectura de un género gracias a sus creaciones. Howard Phillips Lovecraft: aquel que con su imaginación dio cierta coherencia al mundo.