A 40 años del retorno de la democracia, el legado de Raúl Alfonsín

15 de Noviembre de 2023 10:36

Por Redacción 0223

PARA 0223

Por Agustina Teper (Ciencia Política, Unmdp), especial para 0223.

 

Recordar hoy a Raúl Alfonsín es un deber de todos los argentinos. “Comprender al pueblo argentino, combatir a la dictadura. Ambas cosas, no una sola”, propuso Alfonsín en la campaña electoral de 1983, dando comienzo a un nuevo ciclo político, una cultura política argentina con la democracia eje fundante del nuevo régimen. En este sentido, la campaña electoral de '83 marcó un antes y después en la forma de hacer campañas: fue la primera de nivel profesional de la Argentina. En efecto, la novedad aportada por Alfonsín y su triunfo fue un impulso para la constitución de una “nueva esfera de comunicación política” y estaba conformada por institutos de sondeos que comenzaron a ser parte de esta nueva instancia legítima de debate democrático. Los encuestadores, reivindicados como expertos junto con el apoyo de los medios, se convirtieron así en actores claves para la instauración de una verdadera democracia.

En este contexto, el uso de los sondeos comienza a extenderse. El peronismo perdía por primera vez en su historia las elecciones libres sin proscripción. Esto implicaba un profundo cambio en la historia política nacional: esta “nueva tradición democrática” estaría enmarcada por los partidos políticos, medios, periodistas políticas y los nuevos expertos en materia de opinión pública. Al mismo tiempo, hacia fines de la década del '80, otra forma de demos entraría en escena: el concepto de 'la gente', propuesto por el sociólogo Gabriel Vommarose impondrá sobre la noción de pueblo. Ahora, en concordancia con el fenómeno de la “mediatización de la política”, la gente ya no se encuentra en los actos partidarios sino frente al televisor.

El radicalismo de 1983 tuvo la enorme responsabilidad de encabezar la recuperación democrática. En esos momentos supo comprender la demanda del pueblo quería decirle "nunca más" a los tiempos oscuros de violencia política y de violación a los derechos humanos. La idea de democracia se centraba en las instituciones y, por ende, su campaña presidencial tuvo como eje central la búsqueda de institucionalidad democrática, tomando como estrategia darle un alcance época al cambio de régimen. En esa construcción existió una evidente afinidad entre su propuesta política y el tipo de problemas que vivía la sociedad argentina y, de hecho, aquellos actores que mostraron su afinidad a la propuesta luego se vincularon directamente con su gobierno.

El proyecto democrático alfonsinista implicaba tres conceptos claves: la representación como un espacio de identificación democrática por parte de la comunidad política; la alteridad como ruptura con un pasado reciente caracterizado por la violencia política y la construcción de una estabilidad luego de la transición democrática; y la tradición en el sentido de constituir una identidad más allá de la estructura específica de la fuerza política del partido radical.

La democracia como problema teórico abre un campo de interpretaciones sobre el discurso político. A fines de los años '70 y, sobre todo, durante la década de los '80, la democracia es el centro del debate teórico. Se necesitaba un gran cambio en el campo cultural al inaugurar un intenso debate sobre la construcción de un consenso en torno a un orden institucional plural y por fin, estable en la Argentina. La renovación democrática encaró un nuevo discurso hegemónico, en el que la democracia aparecía no sólo como la antítesis de la violencia, sino como la única vía de la transición política. Alfonsín encarnó una visión a largo plazo y para eso tuvo que tener una fuerte decisión política: tenía claro que el olvido y el perdón que proponía la oposición no iba a cerrar las heridas de un Estado represor.

Sin embargo, 40 años después impera la necesidad de mantener viva la memoria para reconstruir un futuro de país. En la actualidad persisten una serie de acontecimientos que se vivían en el último tramo de los años del terrorismo de Estado: crisis de la deuda, alta inflación, dependencia del financiamiento externo, crisis de representatividad política y hasta candidatos con discursos negacionistas.

Hay, incluso, candidatos que abiertamente destacan que no creen en la democracia ni a la misma como régimen político. Es decir, la ruptura con "lo viejo" y "lo nuevo" que implican los años '70 y '80 vuelve a tomar vigencia cuatro década más tarde y pone en crisis la convivencia democrática. Ahora, ¿está en crisis la democracia? ¿El descontento social enmarca un fin de una era? La Argentina, 40 años después, continúa con una estabilidad político institucional fuerte frente a una baja estabilidad macroeconómica. Lo que sí sabemos es que el futuro es incierto donde se pueden dar tres escenarios distintos: ambas estabilidades en concreto, una fuerte estabilidad macroeconómica y una baja estabilidad político-institucional o un escenario de nula estabilidad de ambas índoles.

Lo que sí sabemos es que estamos próximos a decidir un modelo de país: por un lado, Javier Milei, candidato a presidente de la Nación, calificó a Raúl Alfonsín como un líder autoritario, mientras que su compañera de fórmula, Victoria Villarruel, sostiene que el proceso de la justicia en los últimos 40 años es falso (acusó en una exposición a las Madres y Abuelas de haber inventado un relato y a Alfonsín de ser "abogado de terroristas"). ¿Ha llegado el momento en la historia política nacional de poner límites a los discursos negacionistas que no permiten la resolución de conflictos por la vía del diálogo?. Desde la óptica de diversos actores que han acompañado el regreso de la era democrática, como es el caso del intelectual Roberto Gargarella, a esta serie de discursos hay que dejarlos estar para la convivencia democrática en lugar de censurarlos, y saber responder con verdad, justicia y memoria.

En contrapartida, en el escenario político actual se echa luz en homenajes a la figura de Raúl Alfonsín y consideran que las palabras de Alfonsín hoy están más vigentes que nunca, reconfigurando una convivencia democrática con una memoria sana de la historia reciente. El candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, homenajeó días atrás a Alfonsín y reiteró su compromiso de empezar el 10 de diciembre con "una nueva página de la historia, con un Gobierno de unidad nacional".

También, remarca un proyecto de país ligado al federalismo de sus propuestas de campaña: "El norte argentino se va a transformar en el corazón económico del Mercosur y en el punto de encuentro entre el océano Atlántico y el Pacífico", tomando en consideración también cuando en 1986, los presidentes Raúl Alfonsín, de Argentina, y José Sarney, de Brasil, firmaron una serie de acuerdos que dieron origen al Programa de Integración y Cooperación Económica Argentina/Brasil, que luego dio origen a la consolidación del Mercosur, en 1991.

En efecto, persisten las ideas que se pensaban concretar en los '80 con el "primer presidente que le puso luz a la democracia argentina después de años de oscuridad", y sobre quien Massa destacó su apuesta por la "unión nacional". Insistió, de hecho, en una apuesta por sumar a los radicales desencantados con la decisión de Mauricio Macri y Patricia Bullrich de apoyar al líder libertario Javier Milei en el balotaje del 19 de noviembre y luego de la fragmentación de Juntos por el Cambio que dejó al sistema de partidos argentino patas para arriba. Mientras tanto, el radicalismo pretende ser la alternativa de progreso que saque a la Argentina de la decadencia económica y social.

Hasta el momento en nuestro país los partidos de índole tradicional no supieron canalizar las posturas de la sociedad: las instituciones económicas/sociales no funcionaron como debían en estos últimos cuarenta años por el visible incremento de la desigualdad y el aumento de la pobreza. Estamos pasando una crisis de nuestras instituciones representativas, lo que implica para el futuro repensar nuevas políticas públicas y una agenda política con soluciones concretas para el correcto funcionamiento de la democracia.

Hoy, a tan solo unos días de definir el próximo modelo de país a partir del 10 de diciembre, existe un claro antagonismo entre las posturas de los candidatos sobre la democracia, sobre el legado de Raúl Alfonsín, sobre las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. “La tarea principal que nos encomendó el país, en 1983, fue construir una democracia”, mencionó Alfonsín, en uno de sus conocidos discursos en la apertura de la Asamblea Legislativa en 1989. Ahora, más que nunca, es fundamental retomar esas ideas para construir un futuro mejor a partir del 10 de diciembre; sobre todo, porque la situación reciente a nivel internacional demuestra que la democracia puede agrietarse cuando es visible por parte de la sociedad un apoyo hacia gobiernos, partidos, coaliciones de tendencias hacia la ultraderecha, incluso partiendo de elecciones periódicas.

A la democracia debemos cuidarla, trabajarla y mejorarla, manteniendo vivo el legado de Raúl Alfonsín en esta etapa de la historia política donde se pone en riesgo la convivencia democrática.

Democracia hoy y siempre.