Los tres conventillos que tuvieron su "huelga de inquilinos" en Mar del Plata

En 1907, los habitantes de tres conventillos de Mar del Plata se adhirieron a la denominada "huelga de inquilinos" para reclamar que el monto del alquiler de una habitación no supere el 30% de sus ingresos.

12 de Marzo de 2023 16:59

Por Redacción 0223

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Para principios de 1900 Mar del Plata pretendía convertirse en la “ciudad luz” de latinoamérica y, para tal fin, las familias aristócratas que llegaban a la ciudad construían grandes casonas con balcones donde podían disfrutar la jornada de verano en caso que no deseen acercarse a la costa. La ciudad crecía a un ritmo acelerado y se consolidaba como la villa balnearia del país. 

La novedad de una ciudad creciente hizo que muchos de los extranjeros que llegaban al Puerto de Buenos Aires, se trasladen a Mar del Plata en busca de un mejor futuro.De acuerdo al censo de 1900, en el pueblo de Mar del Plata había un total de 8.000 personas y el 40% eran inmigrantes que necesitaban resolver su situación habitacional.

Así comenzó una explosión demográfica para la que la ciudad no estaba preparada y fueron algunos de los propietarios de antiguas casonas con un número considerable de habitaciones los que decidieron armar un inquilinato para dar solución al problema habitacional que por ese entonces preocupaba a las autoridades. Este fue el puntapié para la proliferación de conventillos o casas de inquilinato.

De acuerdo a la ordenanza municipal emitida durante el gobierno de Juan B. Ituzaingo, los conventillos, es decir "viviendas que albergan a más de cinco familias o personas independientes, incluido un encargado, cuya unidad de locación sea una pieza, y que tienen en común los servicios de baños, lavatorios, letrinas y lavaderos”. Según una ordenanza municipal, la superficie de las habitaciones no debería ser menor a 12 metros cuadrados y su altura mínima de tres y medio.

Sara Garfinkel afirma en “Historias de Conventillo” que, para principios del Siglo XX “hubo muchos conventillos” en Mar del Plata, en lo que hoy conocemos como el puerto de la ciudad.  “Largo sería narrar las situaciones acaecidas en cada uno de ellos”, dice la mujer, pero destaca que uno de los más emblemáticos de la zona estaba ubicado en la hoy Avenida de los Trabajadores y Gaboto.

Por su parte, el historiador Rubén Calomarde coincide en que si bien hubo una gran cantidad de inquilinatos, a principios de 1900 cobraron relevancia junto al mencionado en la zona portuaria otros dos, más céntricos que tuvieron una participación activa en la huelga de inquilinos de 1907: uno emplazado en España y Colón y otro, el más importante en cuanto al número de inquilinos emplazado en Mitre y Belgrano.

Sobre este último, ambos historiadores aseguran que era el centro integracional mas importante de Mar del Plata tanto por el número de inquilinos, como por la estructura de la vivienda comunitaria.

“Hoy es pleno centro de la ciudad. En ese momento eran los márgenes de la ciudad”, dice Garfinkel. Sobre la vivienda, la autora sostiene que “no era necesario ni el número de la puerta de entrada a la casa ni el nombre de las calles para identificar la locación del conventillo”, dice. E

El conventillo o casa de inquilinato era una casona de dos plantas con portón doble y puerta cancel, que daba acceso a un patio enorme. A la derecha, a algunos metros del portón, se levantaba una higuera gigante que apoyaba su rugoso tronco contra la pared mientras que sus ramas cruzaban el grueso muro que daba hacia la calle. A metros de la entrada, en medio del patio  estaban los baños y las duchas. 

“La batería de duchas era a la derecha para las mujeres y a la izquierda para los hombres; los baños seguían esa misma distribución. Por supuesto que toda el agua que corría por las cañerías era fría. ¡Se tirita sólo al pensar lo que habrá sido transitar por allí para ir al baño en las noches de invierno, tan severas en Mar del Plata!”, escribe Garfinkel. 

En el medio de la galería, había tres piletones donde las familias lavaban  la ropa que tenían prohibido colgar en el patio y por eso eran secadas en los alambres fijados en los tinglados de ingreso a cada habitación.

En la planta baja había más habitaciones que en la superior. Todas las habitaciones estaban unas al lado de las otras, las de abajo cada una con su puerta hacia la galería, las de arriba con sus aberturas hacia la pasarela de madera,  que servía de techo a la  galería. A estas habitaciones se accedía por una escalera también de madera. 

“Los techos de las habitaciones del primer piso eran de chapa y madera. Ninguna de ellas tenía ventanas a la calle. Estas salas, circundaban al patio en tres de sus lados. Al final de una de las galerías una de las habitaciones servía de cocina común para todos los habitantes de la vecindad”, indica la autora de “Los conventillos de Mar del Plata”. 

En el lugar, la nota de color la daban los pajaritos propiedad de don Iñaki, uno de los residentes más antiguos de la casona y, para ellos  había comprado un jaulón  que colocó en un lugar estratégico del gran patio. “Era lógico su esmero hacia su alada prole de canto grato y melodioso, porque a don Iñaki, que siempre vivió solo, no se le conocía familia alguna”, dice la escritora.

Para 1905, la falta de recursos de sus inquilinos, trajo como consecuencia, que los cuartos fueran ocupados por varias familias que no podían destinar el 30% de sus ingresos al alquiler de una habitación entonces comenzaron a realizar “huelgas” que consistían en no abonar el importe del alquiler. La protesta que se conoció como “Huelga de Inquilinos” o “huelga de las escobas” comenzó en Avellaneda y rápidamente se extendió  Lomas de Zamora, Mendoza, La Plata, Bahía Blanca, Rosario, Mar del Plata y Córdoba. Si bien no hay cifras locales sobre la cantidad de adheridos, se estima que, a nivel nacional fueron cerca de 140 mil los inquilinos que protestaron.