A 23 años del homenaje al Borges más grande del país
En la esquina de San Martín y La Rioja se planta un gran mural con Borges, su mirada perdida y una Mar del Plata hecha de libros. Se inauguró en el 2000 y este próximo agosto cumple 23 años. El recuerdo y cómo se apropió esa esquina de su nombre.
Cuentan que Borges terminó de escribir La Biblioteca de Babel en Mar del Plata en 1941 (al menos así está fechada y signada esta ciudad al final del texto). También dicen que se inspiró en los jardines de Villa Silvina para su cuento El jardín de los senderos que se bifurcan. Hay cartas de Borges a su amada Estela Canto donde sostiene que “ya Mar del Plata es Adrogué o Buenos Aires, ya alude todo a ti…”. Borges también dio clases de Literatura Inglesa en la Universidad Católica de esta ciudad, en el año 1967. Suele decirse también que una de las últimas visiones que tuvo Borges fue en un viaje en tren a la ciudad, y que luego la enfermedad congénita que había heredado de su padre lo dejó ciego por completo. Si son mitos o no, no es importante. Pero sí es cierto que la estrecha relación de Borges con Mar del Plata fue a partir, básicamente, de su vínculo con Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, con quienes solía veranear en su villa.
Todo vínculo, mítico o no, con Mar del Plata hace que Borges provoque cierta conexión biográfica con todos los habitantes del lugar. Y lo cierto es que la ciudad le debía un homenaje al gran escritor argentino. Este llegó el 24 de agosto del 2000, en coincidencia con los 101 años de su nacimiento. Aunque, en realidad, todo el trabajo comenzó mucho antes.
Jacques Rancière sostiene que “las prácticas artísticas participan de una reconfiguración del paisaje de lo visible, de la relación entre el hacer, el ser, el ver y el decir”. El homenaje pensado lograría con el tiempo, por su imponencia y su estética, que los habitantes locales se apropien de ese espacio y lo reconozcan por su nombre: Plazoleta Borges.
Si uno transita hacia el lado del mar por la calle San Martín, llegando a la intersección con La Rioja, detrás de la frondosidad de los árboles verá aparecer la imagen imponente de un hombre ciego que lo vio todo. Lo vio y lo reescribió. Un Borges, mirando desde las alturas una ciudad hecha de libros, se muestra evocativo.
En una de las paredes laterales del Palacio Municipal, un mural de 14 metros de ancho, 9 metros de alto y realizado con 3200 azulejos le rinde homenaje al escritor.
La historia dice que los ideólogos del proyecto fueron Juan Carlos “Cachi” García Reig, exdirector del Centro Cultural Victoria Ocampo (Villa Victoria), el gestor cultural Marcelo Franganillo y Nino Ramella, que al momento de la idea era presidente del Ente de Cultura durante la intendencia de Elio Aprile. La obra quedó en manos del dibujante Miguel Rep, para quien fue también su primera obra con cerámicos, lo que dio como resultado un mural inusual y que permanece inalterable por el tiempo, teniendo en cuenta las condiciones climáticas de esta zona.
Cuatro años duró el proceso de producción, desde un primer dibujo en una hoja A4, para luego pasarlo a la gigantografía y hasta que un grupo de alumnos del último año de Susana Gutiérrez y otros profesores de la Escuela de Cerámica Rogelio Yrurtia se encargaron de trasladar el modelo de Borges a su tamaño final.
Luego Rep se dedicó a terminar de darle forma a la cara de Borges. No había quedado conforme con la primera versión y venía de ilustrar Borges para principiantes. Luego, fue todo a pigmentación, después al horno y ya quedaron listas las cerámicas para ser colocadas. Estas se armaron primero en el piso de un galpón ubicado en Autovía 2 y Constitución, para poder mirar en perspectiva la obra y hacer coincidir la paleta de colores. Una vez sorteados los distintos procesos de corrección e intervención, Borges y su país de libros quedó listo.
La obra y el homenaje parecen simples, pero están cargados de simbolismo y sentido. Aquella idea de Borges de no poder imaginar un mundo sin libros se hizo realidad. En este caso, su mundo era la ciudad de Mar del Plata, fácilmente reconocida en el Muelle de los Pescadores, el Casino – Hotel Provincial, el tradicional edificio Havanna, Punta Iglesias y algunos de los edificios más reconocidos del perfil de esta ciudad costera, construidos por libros: abiertos, cerrados, parados, acostados, de a pares o solos. Libros por todos lados. Y por sobre ellos, la figura de Borges que mira hacia la nada, apoyado en su inseparable bastón, una mano sobre la otra, mano derecha sobre la izquierda, sobre el mango curvo del bastón. En una mezcla de contemplación y algo místico, su mirada perdida en un horizonte y un pensamiento que se dispersa en sus propios laberintos.
Hoy, el mural se funde con lo urbano. Este próximo mes de agosto se cumplirán 23 años de aquella inauguración que participó como una de los más potentes homenajes para el autor que cumplía más de cien años. Por eso, además del mural, esos días la ciudad se volvió “borgeana” y se proyectó en el Teatro Colón Los libros y la noche (película-documental que tiene como tema aspectos de la vida de Borges) de Tristán Bauer y también se presentó el músico Pedro Aznar con su Caja de Música (las canciones son poemas de Jorge Luis Borges musicalizados), dentro de otras tantas actividades.
Hoy el mural se completa con juegos infantiles y espacios de recreación. Un rincón donde, por instantes, uno se logra aislar del bullicio de la ciudad. Desde donde uno se ubique, ve la postura de Borges, pero más ve esos libros y esas letras que forman esta ciudad (¿fue el modelo Borges o los libros?). Libros y letras que, como la ciudad propiamente dicha, “pueden multiplicarse hasta el infinito”.
Pero si al inicio detectábamos la posibilidad de algún mito en torno al vínculo de Borges con Mar del Plata, su propio homenaje no puede quedar por fuera de estos. Según cuentan, nadie ha podido dar con el dibujo original que permitió ese mural más tarde. Alguien, en algún lugar, en algún tiempo, lo tiene. Pero nadie sabe quién. Mito o no, como el vínculo de Borges con nuestra ciudad, es algo que “asombra a nuestra imaginación”. Así como nos asombra cruzarnos en esa esquina al asombroso Borges y su (nuestra) ciudad de libros.
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