¿Cómo acompañar respetuosamente a las niñas o niños de la familia?

Hay dos estilos de crianzas: el normativo y el afectivo. La tendencia es llegar a uno más democrático, respetando y acompañando al menor. El rol de los abuelos y abuelas hoy en día.

8 de Septiembre de 2023 10:16

El psicólogo Leonardo Arroniz (MP 47335) se mostró sorprendido por una de las características que tuvo su última charla: Familia e hijos, claves para un acompañamiento respetuoso. Cuando esperaba un gran número de padres y madres con consultas sobre la crianza de sus hijos e hijas, Arroniz se sorprendió al notar que, muchas y muchos de los asistentes, eran en realidad los abuelos y las abuelas de la familia. Claro que tenía una explicación: en esta época difícil, son las y los que se encargan de criar a los más pequeños, porque padres y madres trabajan más horas de lo que se daba antes. “Tuve un público que no me esperaba y tuve que pensar la charla distinta”, aseguró.

De igual manera, es una interesante forma de pensar la actualidad de las familias de hoy, donde el rol de crianza está bajo la figura de los abuelos, quienes deben acordar ciertas pautas con los padres y las madres para criar a sus nietos. La situación suele generar algunos inconvenientes.

“Mi propuesta fue trabajar con la empatía, en una primera instancia. Ponernos en el lugar del chico y tratar de sentir y ver lo que necesitan. Saber identificar si es más de lo afectivo o de lo normativo. Estas dos funciones y su combinatoria, el estilo de crianza elegido, tiene sus consecuencias para esos chicos o chicas”, sostiene Arroniz.

-¿Qué tipo de consecuencias puede tener cada estilo?

-Si uno tuviese más potenciado el estilo de la normatividad, por sobre la afectividad, se dice que es un estilo de crianza más autoritario. Pero, la norma planteada, mayoritariamente, se plantea en función del estado de ánimo del adulto. Quiero decir, si yo vengo estresadísimo del trabajo y mi hijo hizo algo que a mí no me gusta, respondo en función de mi estrés o de mi enojo. Y, por ahí, al otro día yo vengo mejor y él hizo lo mismo, y respondo de otra forma distinta. Por lo general, no se tienen en cuenta los sentimientos y las emociones de los nenes y las nenas. Siempre es el adulto el que pone las reglas desde una cuestión más autoritaria, o con cierto autoritarismo, en general. Esto provoca en los chicos bastante resistencia y, después, tienden a entrar en escaladas con los padres. O les puede generar miedo o entran en una pulseada de poder, lo cierto es que siempre es el adulto el que cede y el niño o la niña se posiciona jerárquicamente sobre el adulto. Excepto en casos particulares y muy graves donde hay violencia, pero eso ya sería otra cosa. Este modelo genera consecuencias en su forma de relacionarse con sus pares y empiezan a vincularse con sus pares de esa manera. Otras de las consecuencias pueden ser: agresividad, problemas para vincularse con otros, inconvenientes para tener amigos, baja tolerancia a la frustración, se enojan fácilmente o son bastantes oposicionistas con cualquier figura de autoridad.

En la etapa de la infancia y de la adolescencia es necesario que tengan adultos de referencia.

-¿Y en el otro extremo?

-En el otro extremo, en el modelo más afectivo, tendemos a la sobreprotección. En general, son esos padres que están en el “pobrecito” y no quieren que sufran, entonces les enseñan con miedo. Terminan ellos haciendo las cosas por los chicos o les terminan resolviendo sus problemas. Este estilo de crianza, en general, provoca en los chicos que, cuando sean más grandes, tienen bastantes miedos, no quieren ir a dormir a la casa de algún compañerito o de algún familiar, no quieren ir a cumpleaños, son temerosos o tienen mucha ansiedad. Ya de grandes tienen baja autoestima y se muestran sin motivación, ya que, si alguien les hace todo, ¿para qué van a hacer el esfuerzo?

-¿Y se puede lograr un término medio entre ambas?

-Es lo que uno intenta. Ese medio sería un estilo más democrático, donde yo puedo poner límites con amor y con afectividad. Los límites son necesarios, por ende, hay que empezar a inculcarlos, pero con afectividad. Eso lleva trabajo. A veces es lo más difícil de instalar, porque siempre es más fácil el reto o el grito que lo otro. Cuando encontramos el equilibrio, decimos que estamos bajo el estilo democrático. De esto resultan chicos más sociables, con mejor actitud, más autoestima, bajo índice de ansiedad o de alguna sintomatología psicológica. Esto no significa que, en determinado momento, los padres y las madres sean autoritarios, sobreprotectores o negligentes, porque estos cuatro estilos, necesariamente, deben funcionar como una rueda. El tema es que esa rueda no se estanque en uno en particular. Y si lo va a hacer, que sea en el democrático.

-Quiero volver a la figura del abuelo o la abuela que cría a los hijos de sus hijos, porque ahí la figura de autoridad ¿quién la tiene?

-En esos casos deben ponerse de acuerdo en ciertas pautas. Lo mismo que cuando hay cuidadores o cuidadoras. Porque, lo que empieza a pasar es que unos dicen una cosa y los padres otra, ahí comienzan las dificultades. Pero el rol de autoridad lo deben tener madres y padres. Si hay que tomar una decisión, que se llame inmediatamente a la madre o al padre, que sean consultados y que ellos la tomen. Abuelas, abuelos o cuidadores son mediadores,

-Entre las tantas variables que deben existir para pensar la crianza, quiero preguntarte por la edad de los padres o las madres. ¿Qué pasa en los casos donde el padre o la madre son muy jóvenes? Hay algunos casos donde tienen 17, 18, 20 años.

-Cierto, es una variable más que uno tiene. Madurativamente, un chico o una chica de 17, 18 años está creciendo. Encima se tiene que hacer cargo de criar un hijo. Ojo que tenés casos de 18 años que son muy maduros y casos de 40 o más que son sumamente inmaduros y tienen un hijo y no saben qué hacer. Es verdad que hay una cuestión de desarrollo biológico y madurativo. Por ahí, a un chico de 18 le va a costar un poco más, pero no significa que no lo va a poder hacer, pero por ahí va a necesitar más acompañamiento en la crianza de ese hijo, por ahí apoyarse en sus padres, en la familia extensa que son sus amigos.

Arroniz aclara: “En la etapa de la infancia y de la adolescencia es necesario que tengan adultos de referencia o, en su defecto, de instituciones como escuelas o clubes. Eso es indispensable”. Y agrega para cerrar: “A los chicos les pasa algo y, en muchos casos, lo primero que se le dice es: ‘No podés llorar por eso, no te podés enojar’. Y la verdad es que hay que validar esas emociones del chico, porque es una apertura al diálogo con él. Esos detalles marcan la confianza y seguro que su actitud cambia. Lo que para mí es una pavada, para ese chico es su mundo y hay que acompañarlo en ese instante para que lo transite de la mejor forma”.