Los antiguos griegos y su concepción del inframundo

Para los antiguos griegos el inframundo era el equivalente al infierno de los cristianos. También lo nombraban como a su dios homónimo, Hades, quien reinaba sobre ese espacio. Pocos fueron los héroes que salieron luego de visitarlo: Heracles, Teseo, Orfeo y Odiseo.

31 de Marzo de 2024 10:56

En su traducción etimológica, Hades significa lugar nunca visto. Así lo sentían los griegos antiguos al inframundo, aquel lugar donde iban los muertos.

En los poemas homéricos y en la Teogonía de Hesíodo, lo señalan como el lugar más profundo del mundo. Poblado por los muertos, desde ese lugar también se cimentaba la tierra.

Limitado por cinco ríos, se los describe en la Odisea como “grandes, extensos y espantosos arroyos”. El Estigia era el río considerado más prominente y, junto al Lete, los más conocidos. El Estigia es nombrado en la Ilíada y tiene la particularidad de ser el lugar donde los dioses hacen sus juramentos y ser la frontera entre la tierra y el inframundo. Es la entrada al Hades, sobre el que Caronte, el barquero de los muertos, acerca a los muertos al interior luego del pago correspondiente. Su nombre se repite en algunos ríos de la superficie también.

Luego estaba el Aqueronte, el río de la aflicción o del dolor. Es muy mencionado en los poemas arcaicos. También se dijo que converge con el rio Cocito o río de los lamentos. Este se nombra solo una vez en la Odisea, pero Platón aseguró que es circular y desemboca en el Tártaro, la parte más profunda del inframundo (lo que lo vincula a los castigos).

El río Flegetonte es un río de fuego y según Platón, este río conduce hasta las profundidades del Tártaro mismo, el lugar más alejado y profundo de la tierra. En el Tártaro, distintas generaciones divinas encerraron sucesivamente a sus enemigos. Por ejemplo, ahí fueron encerrados los titanes por Zeus, ayudado por sus hermanos Hades y Poseidón. Este es lo contrario de los Campos Elíseos, morada de los bienaventurados. Entre el Tártaro y el inframundo hay la misma distancia que entre el cielo y la tierra.

Por último, tenemos el río Lete, el río del olvido. Toma su nombre de la diosa Lete y algunas fuentes lo describen como una llanura y no una masa de agua. Lete pasó a convertirse en una alegoría: el Olvido, hermano de la Muerte y del Sueño. A título de tal la mencionan con frecuencia los poetas.

Para poder ingresar al Inframundo, uno debía hacerlo a través del barquero Caronte. Esta secuencia es representada de manera reiterada en los lécitos, vasos funerarios atenienses antiguos. “Su misión es pasar las almas, a través de los pantanos del Aqueronte, hasta la orilla opuesta del río de los muertos; estos, en pago, deben darle un óbolo. De ahí la costumbre de introducir una moneda en la boca del cadáver en el momento de enterrarlo. Se representa a Caronte como un viejo muy feo, de barba gris e hirsuta, vestido de harapos y con un sombrero redondo. Conduce la barca fúnebre, pero no rema; de ello se encargan las mismas almas. Se muestra con ellas tiránico y brutal, como un verdadero subalterno”, se señala en los diccionarios mitológicos.

El guardián del Hades era Cerbero, el perro del infierno, el perro de Hades. Su función era dificultar la entrada en él a los vivos y, sobre todo, impedir la salida. Tenía tres cabezas de perro, una cola formada por una serpiente y, en el dorso, erguidas, multitud de cabezas de

serpiente. Estaba encadenado ante la puerta del Infierno y aterrorizaba a las almas cuando entraban. Heracles lo vence, casi ahogándolo, y en otra oportunidad, Orfeo lo encadena.

El Inframundo, un reino oscuro y misterioso en las profundidades habitado en su mayoría por almas errantes atrapadas en la eternidad. Un lugar donde la muerte y la vida se entrelazaban. Al decir de Hesíodo, “El tenebroso lugar de las tinieblas subterráneas”.