Una casa de ropa del interior bonaerense, al borde de la quiebra por un juicio laboral: "Nos condenaron a cerrar"

La dueña de Naranja Mandarina advierte que, si la Corte bonaerense no interviene antes de enero, la empresa deberá concursarse. La condenaron a pagar $190 millones por un despido.

Una casa de ropa del interior bonaerense, al borde de la quiebra por un juicio laboral: "Nos condenaron a cerrar"

14 de Diciembre de 2025 11:01

Por Redacción 0223

PARA 0223

Con doce años de trayectoria, una micropyme textil de la ciudad de Junín dedicada a la fabricación y venta de ropa infantil y preadolescentes, se enfrenta a un panorama de incertidumbre total. Un fallo laboral millonario y un embargo judicial que supera largamente su facturación anual han puesto a la empresa en una situación insostenible, con un riesgo de quiebra inminente.

La historia de Naranja Mandarina es la de una pyme que logró destacarse en el mercado a base de esfuerzo y perseverancia. Con un local en Junín y ventas en varias localidades bonaerenses, la empresa había logrado mantenerse a flote a pesar de las dificultades económicas. Sin embargo, hoy se encuentra al borde del colapso debido a un fallo judicial que la condena a pagar una suma de $ 190 millones, una cifra absolutamente impagable para una empresa de su tamaño.

Un distribuidor

La causa, según replicó Infobae, comenzó en 2022, cuando un distribuidor de la marca, que trabajaba con la empresa desde su creación, consideró que había sido despedido y decidió demandar a Naranja Mandarina en el fuero laboral.

El conflicto, que inicialmente parecía ser una disputa comercial, fue encuadrado por la justicia como un conflicto laboral. De esta forma, se aplicó una sentencia que condenó a la empresa a pagar $ 14 millones, una cifra ya significativa para una pyme. Sin embargo, lo peor estaba por venir.

A lo largo del proceso judicial, el monto de la condena se multiplicó en forma desmesurada debido a la aplicación del “fallo Barrios”, una sentencia que establece la responsabilidad de la empresa por la indemnización de un trabajador a raíz de un accidente. Esta doctrina, que ha generado polémica, aplicó una tasa de interés del 6% y sumó multas a la cuenta, lo que llevó el monto final de la condena a $ 190 millones.

Para empeorar la situación, la empresa fue embargada por un monto de $ 330 millones, cifra que supera ampliamente la facturación anual de Naranja Mandarina. Esto ha paralizado completamente su actividad comercial.

 

“El giro comercial está roto”

“No podés cobrar, no podés pagar a proveedores ni a empleados, ni impuestos. Todos los cheques te vuelven, el giro comercial está roto", explica Mariana Cademartori, socia mayoritaria de la empresa.

La dueña de la pyme describe la situación actual: “Si nos agarra la feria de enero en esta situación, tenemos que concursarnos. Ya suspendí la temporada que viene, no puedo asumir compromisos”.

La empresaria tiene la esperanza de que la Corte Suprema de Justicia de la provincia de Buenos Aires acepte el recurso que presentaron antes del inicio de la feria judicial para evitar la quiebra. La respuesta de la Corte es crucial para la supervivencia de la empresa.

Litigiosidad laboral

En el medio de este conflicto, Naranja Mandarina se enfrenta no solo a una batalla judicial, sino a un problema estructural que afecta a muchas pymes en el país: el aumento de la litigiosidad laboral. Según los últimos datos, entre 2021 y 2025 los litigios por accidentes y riesgos laborales crecieron de forma considerable, en parte por el incentivo de los sistemas judiciales y periciales, lo que ha creado una "industria del juicio" que afecta especialmente a las pequeñas empresas.

La situación de Naranja Mandarina no es aislada. Empresarios de diversos sectores han denunciado cómo el fuero laboral y la presión de los litigios laborales pueden llevar al cierre de pymes que no tienen la capacidad de afrontar las indemnizaciones millonarias que impone la justicia.

Nuestra esperanza está puesta en que la Corte resuelva este absurdo, que la justicia laboral entienda que estamos hablando de una micropyme, no de un gran corporativo. Si no, la quiebra será inevitable”, afirma Cademartori.