Atacó a tiros al novio de su ex y apareció muerto colgado de una soga en un vinal

Un peón atacó a tiros al nuevo novio de su ex y después se colgó de un vinal en una zona rural del departamento santiagueño de Salavina. El agresor fue identificado como Julián Argentino Corbalán, mientras que las víctimas fueron Verónica Barreto y César Benítez, el nuevo compañero de vida de la mujer.

En primera instancia, trascendió que tanto el sospechoso como la fallecida habían sido pareja, con dos hijos ya adolescentes. Sin embargo, agobiada por los continuos maltratos, lo denunció y al acusado fue detenido en el año 2022. Si bien sobrevino un intento de reconciliación, la violencia continuó y volvió a estar tras las rejas.

Finalmente, el sujeto volvió a quedar libre en los últimos meses, aunque con restricciones e impedimento de contacto. Más allá de que todo parecía indicar que habría paz, el martes pasado reapareció a la vera de la ruta 92, en el paraje El Cruce, a 170 kilómetros de la capital. En la oscuridad, el hombre se presentó con una carabina luego de seguir y descubrir a la mujer con otro individuo.

"Hijo de puta, ¿qué hacés con ella?", espetó Corbalán, quien abrió fuego e hirió al novio de su ex en el brazo. Lastimado, ascendió a su moto y emprendió rumbo a su casa, mientras que la señora quedó completamente desprotegida. "Caminá para la casa", ordenó el atacante, mientras le apuntaba a la mamá de sus pequeños en el rostro.

Ya en la vivienda, después de haberle propinado varios insultos, la encerró y huyó, dejando desconcertados a sus propios hijos. Cuando el miércoles las fuerzas de seguridad fueron a allanar su casa, se volvieron a la comisaría con las manos vacías. Posteriormente, siguieron la ruta que habitualmente transitaba y acabaron en un camino que tenía un fuerte olor.

Al rastrillar el monte, dieron con el cuerpo del acusado, que estaba pendiendo de una soga atado a un vinal. Tras practicarle una autopsia, los forenses confirmaron que se trató de un suicidio. Los efectivos, por su parte, señalaron que la mujer le tenía terror a Corbalán y se aferró a un silencio sepulcral, pese a las denuncias presentadas.