Encerrado en una jaula: la rutina del terror

Edgardo Oviedo comenzó a usar el “calabozo” con su hijo hace dos años. Tenía amenazados a sus otros hijos y a varios vecinos. Lo sacaba del lugar cuando se hacía de noche.

Oviedo fue trasladado a la Unidad Penal 44 de Batán. (Foto: 0223).

4 de Septiembre de 2015 19:43

Por Redacción 0223

PARA 0223

Lentamente, pero de manera vertiginosa -desde que 0223 adelantó la historia-, se conocen detalles del caso de encierro, maltrato y tortura que involucró a un hombre, su mujer y un hijo autista y que terminó este viernes por la tarde. Mientras Edgardo Oviedo fue trasladado a la Unidad Penal 44 de Batán, las víctimas fueron rescatadas y quedaron al cuidado de otros familiares.

Más allá de que en la denuncia presentada el jueves por otros dos hijos del matrimonio en la comisaría de la Mujer se relataron episodios de violencia desde hace más de treinta años, a partir de 2008 la situación se volvió más grave todavía. Ese año el hijo menor de Oviedo se ausentó de la vivienda y a su regreso se recrudecieron los ataques y maltrato a su persona.

El exdelegado de la Uocra durante la dictadura cívico militar comenzó a construir en el fondo de la casa del barrio Las Dalias una especie de jaula. Rejas, chapas, cubiertas sobre el techo y un agujero para que su hijo de 32 años hiciera sus necesidades. Sin embargo, las fuentes consultadas por 0223 confirmaron que lo empezó a cerrar de manera diaria desde hace dos años.

Oviedo despertaba a su hijo y lo sacaba de la casa principal ubicada en Los Naranjos al 4000. Lo trasladaba unos veinte metros –a veces atado- y lo obligaba a ingresar a la jaula. Allí permanecía todo el día, comiendo –en el mejor de los casos- pan y tomando mate cocido. “Hay restos de alimentos para perros que suponemos llegó a darle en más de una oportunidad”, señaló uno de los investigadores a este medio.

De manera simultánea, el imputado de 66 años mantenía a su esposa encerrada dentro de la casa principal. Cuando la mujer –paciente psiquiátrica sin atención médica- se dormía, Oviedo sacaba a su hijo y lo llevaba de regreso a la habitación.

Los efectivos de la comisaría de la Mujer y de la Coordinación Departamental de Investigaciones que trabajaron en el lugar, coincidieron en que nunca vieron algo parecido. “Las sogas, cadenas y candados que encontramos, además de los restos de excrementos humanos dentro de la jaula, dan apenas una idea de cómo era el encierro de este hombre”, graficaron.

En diálogo con este medio, autoridades policiales adelantaron que en las próximas horas tomarán declaraciones a varios vecinos de la zona. Oviedo –quien vive desde hace 34 años en el lugar- registra varias denuncias por amenazas y abusos de arma. “Cuando llegaba algún vecino nuevo a radicarse, el hombre se acercaba a increparlos hasta que le mostraran los papeles de la propiedad. Muchas de esas “conversaciones” terminaron con la presentación de alguna denuncia policial”, indicaron.

Los motivos por los cuales los dos hermanos que estaban fuera de la casa tardaron tanto tiempo en hacer la denuncia están relacionados, para el fiscal Alejandro Pelegrinelli, con la historia que les tocó vivir. “Ambos le tienen terror al padre, porque fueron víctimas de maltrato físico y psíquico desde pequeños” reveló. En su exposición dijeron que los ataba a la baranda de una escalera y los golpeaba con la hebilla de los cintos de manera permanente.

Tras el rescate efectivizado esta tarde y con la colaboración de personal sanitario y municipal, madre e hijo fueron trasladados para su atención. Posteriormente quedarán al cuidado de algunos familiares al mismo tiempo que Oviedo prestará declaración en el marco de una causa por causa por reducción a la esclavitud y servidumbre.

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