En contra del punk rock, a favor de nada

Infancia, letras, noches en la biblioteca de la FORA, espiritismo y la influencia del payaso plín plín. Entrevista a Chary, cantante de Loquero.

Hoy hay show. Los conciertos de Loquero, euforia plena. Fotos: gentileza de Chary.

26 de Febrero de 2014 08:24

Hay canciones y bandas que se meten muy adentro del cuerpo, literalmente, hacerse un tatuaje con una frase es un intento de ir más allá del placer artístico, es una marca y una señal, un momento, reescribir lo escrito para hacerlo propio. Piel. Chary no puede evitar sorprenderse cada vez que ve sus letras y hasta su propio nombre tatuado en el cuerpo de algún seguidor. El punk tiene una relación profunda con el cuerpo, funciona como un laboratorio: expresión, experimentación, una forma de decir que no. La libertad de decir que no. 

“El otro día un fan me mandó una secuencia de fotos en las que mostraba cómo se escribía Loquero en la pierna con una gillette. Esas cosas me pegan un poquito. También los pibes que me abrazan y lloran en los shows, que me dicen que los ayudamos con nuestra música”, dice con esa voz soplada, casi aguda. Chary tiene puesta una remera de The Beatles, Yellow Submarine, gorra y pantalón negro, pelo rapado. Se cruza de piernas, se dispone a charlar. Lo único que pide es un poco de agua.

Loquero es un fenómeno complejo, creció desde under profundo, en el corazón de la escena contracultural argentina de principios de los noventa, lleva veinte años de hacer canciones y tocar en vivo, cada vez arrastra más gente, miles, acá y en Chile. “No quiero decir que se nos fue de la manos, pero la banda tiene vida propia. Hay de todo, los que se tatúan, los que se cortan, los que se deprimen, los que nos aman. Yo no me emociono con las letras, pero sí vivo ciertas satisfacciones. Hicimos diez discos que pasaron desapercibidos para los medios, pero no para el corazón de mucha gente, como los pibes que trabajan en el conourbano bonaerense y que cuando llegan a su casa sólo tienen a V8 y a Pescado Rabioso. A mí me pasaba lo mismo. Yo pensaba Ya no pertenezco a este conglomerado de sociedad de mierda, yo soy como estos, como los músicos, que no sé lo que son, pero no son como estos otros. Para un chico, tatuarse, ser diferente, es muy importante. Y a mí me hace sentir bien”, cuenta.

Chary se considera un admirador de lo auténtico. Si habla de punk señala a los 2 Minutos; en el 2009 salieron de gira juntos por el sur, pararon en un hotel, al rato de llegar empezaron a caer cosas por la ventana: ropa, agua, una cama; se escucharon gritos desde la vereda, portazos. Los echaron a todos, no duraron ni una tarde. “Yo con cuarenta y pico, estaba sin laburo, sin nada, andaba medio bajoneado, yo no tengo casa, no tengo auto, vivo en lo de mi vieja todavía. Tengo una bicicleta solamente. Siempre fue así. No creo en nada y mucho menos en el rock, a mí me parece que volví a creer en el punk, volví a sentir lo que sentía cuando tenía quince años en esa gira”, dice. Se ríe. Chary se ríe mucho.

- ¿Quién más es auténtico? 

- No sé, me encontré con estos tipos que son sacados de un cómic. Eso es una actitud punk que no la tiene nadie, nadie que yo conozca al menos. Tal vez Nekro [Fun People – Boom Boom Kid] también lo tenga, aunque Nekro es más sanito. Estos tipos son cosa seria. No sé si eso está bueno o está malo, pero les creo y eso ya es bastante. En este ambiente, vamos a llamarle escena, que haya alguien que sea creíble y auténtico no tiene precio. También Ricky Espinosa, que era capaz de tirarse de un remiss andando en la autopista 25 de Mayo. Esto que te cuento, de hecho, pasó. Era capaz de cualquier cosa. Si lo miro de una forma más careta, lo que estoy diciendo es una estupidez, porque pasan un poquito el límite y ya son una estupidez. Ricky perdió la vida por hacer una estupidez. 

A principios de los noventa, Chary trabajó haciendo prensa para Malasaña, sello que editó a Masacre, Los Gardelitos y el debut de Loquero, Temor morboso a la exposición pública, del 97. Él redactaba gacetillas y conseguía espacio en los medios más importantes regalando discos. Cobraba cien dólares por semana y vivía en la calle: dormía en plazas o pasaba las noches en las mesas de la biblioteca de la FORA (Federación Obrera Regional Argentina), de ahí la canción Ghost in the FORA, de ahí también su formación ideológica, con influencias anarquistas, anarcocomunistas, antitodo, anticasitodo. Lo que sea que no haya que andar explicando.

los fantasmas de la F.O.R.A 

no me atacan porque yo sé

que ellos hicieron todos esos robos 

y pusieron esas bombas 

para que el mundo sea mucho mejor 

y no es una contradicción 

Un día lo secuestraron, a él y a Alejandro Ramos, baterista de los dos primeros discos, dormían en la FORA, un hombre de ahí mismo les ofreció pasar algunas noches en su casa, en Villa Fiorito, fueron en colectivo, los encerró en una habitación con reja y llave; les pasaba comida por entre los barrotes, supuestamente quería que lo ayudaran con un trabajo en la casa, tal vez albañilería, nunca supieron, no pensaban ayudarlo en nada. Gritaron hasta que los escuchó la mujer del hombre, se fueron, lo lograron, desesperados. Chary cuenta la anécdota como una broma, pero en el momento, recuerda, no le pareció para nada gracioso.

- ¿Cuál es el mensaje del punk hoy 2014? ¿De qué tiene que hablar?

- No sé, preguntáselo a punk. Yo no me considero ni nunca me consideré un punk. Salvo de muy chiquito, muy prontamente renegué del punk rock y las limitaciones y los estereotipos. El punk en sí es un movimiento social y casi existencialista, eso me gustaba. Lo que yo viví del punk era la movida de bibliotecas, joda, sí, pero leíamos mucho, nos movilizaba y nos impulsaba eso. No me la quiero dar de nada, pero no queríamos tomar una birra en la esquina y tirarle piedras al vecino que odiábamos. Esta todo bien con eso, pero en el ambiente que yo me moví, Patricia Pietrafesa [Kumbia Queers], Nekro, entre otros, la movida era otra. Ahí se gestaron muchas movidas, en el centro parakultural de Buenos Aires y acá en Mar del Plata también pasaba pero era menos. Todas las semanas me iba en tren a Capital a grabar y a comprar cassettes. Así mucho tiempo.

- Bien, vos no sos punk ¿la gente que los sigue sí es punk?

- No sé, no estoy tan convencido. Creo que hay mucha gente que siente que estamos cercanos al estilo y que hacemos esa movida. Pero punk son los 2 Minutos y no sé cuántos más. No me animo a erigirme en la casta del punk. Lo más punk me parece decir que no soy punk.

- ¿Qué estás leyendo?

- Yo tuve suerte, dentro de mi desgracia, de hacer muchos trabajos alternativos. Una vez trabajé en el Círculo de lectores, mi trabajo era llevar libros a domicilio. Me dejaban en mi casa veinte o treinta libros. 

- ¿Cosas que valían la pena?

- ¡Sí! De todo. Baudelaire, Bukowski, lo que se te ocurra. Bueno, me dije, esta es mi única posibilidad de leer todo esto. Llegué al punto de estar todo el día leyendo, me puse medio loco. Y ahora ya no estoy leyendo nada. Esa es la verdad.

- Te hacía un lector furtivo, por la calidad de tus letras. ¿De dónde sale lo que decís?

- Yo soy un buen ladrón, escucho cosas, una vez escuché en un colectivo que una persona le dijo a otra Yo, como un recién nacido, libre de ayer. Y yo dije, guau, eso es mío. Una vez estaba en un bar en Zaragoza, discutiendo con los chicos del grupo, y escucho que un mozo le dice a otro La vida es muy simple tío, lo único que hay que hacer es saber bailar. Guau, otra vez. Y yo lo meto en canciones. No son mías, estaban ahí, eran parte del aire.

- Pero también te sentás a escribir, a corregir.

- No. Para nada. Casi todo lo que escribo es así nomás. Sale cuando estamos grabando.

- No.

- Sí.

- No te creo.

- Cuando grabamos Black, disco que el sello ya había pagado, yo estaba en el hotel y no tenía ni una sola letra, apenas un boceto. Esa noche me quedé tirando palabras, no estaba del todo seguro. Yo voy haciendo, después las imprimo porque las tengo que tener y leer cuando las grabo. Y a veces las cambio. Cuando grabamos, hay veces que grabo diez veces la voz y hago diez tomas con letras distintas. Entonces tenemos que ir muteando palabras. Soy un deastre, antiprofesional y muy limitado para todo lo que sea tecnología. Sufro un montón. Siempre estamos en estudios de muy buenos para arriba y yo con estas cosas. Sufro muchísimo. Siempre me digo qué estoy diciendo. ¡Qué estoy diciendo!

Chary habla y se agarra la cara con las dos manos. Repite la frase: Siempre me digo qué estoy diciendo. Sin darse cuenta construye una línea brillante. A veces me parece que todo, absolutamente todo, tiene que ver con ubicar bien las palabras, incluso borrarlas, decirlas en silencio, son palabras al fin las que mueven mensajes y formas del mensaje, sólidas, desinfladas, bien o mal construidas. Palabras puestas en canciones, por ejemplo, tienen una fuerza que no se puede medir, ni el destino ni las interpretaciones. Historias hay miles. Hace un tiempo, cinco o seis años, a un chico se le dio por enviarle mails a Chary con amenazas a lo Mark Chapman; Chary le contestó, sin vacilar lo invitó a un show. Esa noche, cuando el chico volvió a su casa envió otro mail, esta vez hablando maravillas de la banda, le agradecía por lo que había sentido en el concierto, después puso el disco Club de solos y se ahorcó en su habitación. Un primo, también seguidor de Loquero, le contó a Chary lo que había pasado. También le habló la madre y la hermana. “Siempre me llegan comentarios de familiares de los fans, me escriben, me cuentan. Hasta me han pedido plata, que los ayude”, dice.

- Es raro que una banda punk a esta altura llame la atención. Hay que tener qué decir y hay que saber decirlo. ¿Cómo es la dinámica integral del grupo para lograr esa identidad?

- Nosotros somos muy eclécticos. Sonamos como sonamos porque escuchábamos esa música de chicos. Anteojo puede tocar jazz, bossanova, tango, es un virtuoso. Nos nace esta canción distorsionada y medio furiosa, pero a veces no, es más suave.

- Sí, vos decís que les nace, pero hay un sonido Loquero, hay una identidad en la  forma de componer, en los arreglos y en tu voz. ¿Cuál creés que es la semilla de ese sonido?

- Creo que fue mutando con el paso del tiempo. Ahora ya no sé cuál será. Me cuesta entender lo que hago y no te lo puedo explicar. Me cuesta entender que me voy de gira y que pasaron veinte años haciendo esto. A veces estoy arriba del escenario y no entiendo qué hago ahí. La gente canta mis letras, llora y yo pienso y no entiendo. A veces la gente me da miedo. Miro al público, mucho público, nosotros estamos tocando en lugares buenos, grandes. Y muchas veces no entiendo. Lo pienso y no lo digo porque no lo entiendo.

- ¿Por qué creés que Loquero, con toda la gente que mueve, no está en una escena más comercial? Por ejemplo un festival mainstream.

- Nosotros nunca vamos a tocar en un Quilmes, en un Cosquín. Podemos estar en cualquier lado, pero no nos convocan, porque los intereses que manejan las personas están por fuera de nuestros intereses. Es factible, sí, pero sé que no va a pasar. Nosotros nunca no nos sumamos a concursos ni nada de eso. Nos manejamos por suerte o por desgracia por fuera de todo ese mainstream rockero argentino. Vos te querés vender pero nadie te quiere comprar Chary, me dijo Nekro un día. Me hace pensar ese hijo de puta a veces.

Las canciones de Loquero van por el borde de una metáfora incendiaria, hay calle, oscuridad, crítica social y política en crudo, pero entre la oscuridad también hay destellos de luz, las atmósferas opresivas y aceleradas se cruzan con algo del mecanismo pop. La banda dice lo que dice y lo dice en serio, pero con ironía. La sustancia Loquero es un híbrido, en la combinación de todos esos elementos parece estar la identidad.

En el último dvd, Electroshow, al final de Barrio hacés un repaso de fármacos, incorporando cada compuesto como un elemento cotidiano. ¿Cuál es tu lectura del consumo de psicofármacos?

- Con respecto a eso me gusta pensar que soy solamente una persona que está bien pintando mi aldea. Soy un decidor, dice Ricardo Iorio. Y capaz que es eso. Es lo que vivencio todos los días, es lo que veo. La otra mañana me desperté y se me vino a la cabeza la frase “Cuatro de la mañana el clona llama”. Y me dije qué bueno para una letra. Por ahí vos lo escuchás y pensás que soy un falopero, pero que yo invoque y pronuncie ciertas drogas y laboratorios no me convierte en nada. Loquero no es una apología del consumo.

- No. Pero sí hay una postura política sobre el consumo.

- No sé, yo me alejé de todo tipo de expresión a favor de, del consumo de marihuana por ejemplo, o a favor de que se libere la cocaína, o lo que sea. También de manifestarme políticamente. Nosotros nunca hablamos a favor de nadie, ni del PJ ni de Alfonsín ni de nadie. Y se plantean esas disyuntivas a veces, porque ya somos gente grande. ¿Qué posición tomamos ante el consumo de estupefacientes en mi show? Personalmente creo que lo  mejor es la libre elección personal. Esta vida es de cada uno. Cada uno tiene que elegir cómo vivir y cómo autodestruirse. No puedo formar opinión. Lo que yo digo es eso y nada más. Yo no quiero que te vacíes un frasco de Roche. Estoy viendo algo y nada más. Soy un decidor.

- Recién dijiste autodestrucción. En las letras de Loquero hay una lectura social de la violencia. ¿Dónde nace esa lectura?

- Eso ocurre porque yo nací, me crié y viví metido entre la violencia. Violencia bruta, extrema. Desde niño. Desde antes de nacer mi vida fue violenta. De hecho mi mamá me contó un día que me iba a abortar. Se tomó el colectivo para abortarme, se ve que yo ya era un problema desde antes de nacer, salió con mi tía y en la parada del colectivo se arrepintió, se puso a llorar y dijo que me iba a tener. Y pum, acá estamos.

- ¿Por qué te contó eso?

- Qué sé yo. La verdad que no sé. 

- ¿Y después?

- Viví en una familia un poco violenta, mi hermano era muy violento. Siempre estuve en un entorno violento. No sé, no me gusta la violencia pero crecí en un barrio medio marginal, el barrio Malvinas Argentinas acá en mardel. Así que no es raro que haya violencia en las letras. Pero no creo ser una persona violenta, algunas personas dicen que sí, pero no.

Hay palabras que te empujan a guardar silencio, un silencio verbal y mental, un blanco, como una laguna, o negro, del color que sea, son huecos donde se congelan las reflexiones, porque no corresponden, en esos momentos viene bien cambiar de tema, una entrevista, a diferencia de un diálogo improvisado, tiene cortes abruptos. Chary se sirve un vaso de agua, mientras, busco alguna pregunta de las que tengo anotadas. 

- Están grabando el demo de un nuevo disco. ¿Por dónde va a ir ese trabajo?

- Lo mismo me pregunto yo, la verdad que no sé. El otro día estábamos hablando con Anteojo de hacer un disco de covers o un disco nuevo de Loquero, pero el chabón delira, dice que tenemos que contratar chelistas y violinistas y componer algo que ni siquiera lo toquemos nosotros, no sé, que la Camerata Bariloche toque temas de Loquero. Sería buenísimo. Está bueno estar en un ámbito así de gente creativa.

- Hablás de Anteojo. ¿Cómo es Anteojo al momento de crear?

- Es una persona, con todo lo que es y significa para Loquero, súper creativa e inteligente. Mi inteligencia radica en estar cerca de él. Sí. Porque es súper crítico de todo lo que hacemos, es como un productor musical para el grupo. Muchas veces hemos tenido productores musicales que son buenos artistas pero que no sirven como productores musicales. En cambio él es un buen productor, muy crítico. Me hace grabar cosas varias veces, me dice que las haga de vuelta, aunque salieron bien, porque pueden salir mejor. Me corre por ese lado. Es muy bueno. Reconozco que el mérito de los discos de Loquero en gran parte es de él.

Chary sostiene una teoría bastante particular, considera que la música que les gusta a los adultos son combinaciones –notas y tiempos– que se desprenden de las canciones que escuchaban cuando eran chicos, por ejemplo El payaso plín plín, o La cucaracha, o Arroz con leche, esas composiciones, dice, quedan clavadas en el fondo de la cabeza. “Funcionó para mí, no sé cómo será para los demás, creo que debe ser muy similar. Mi mamá me regaló de chico un disco de El zorro, yo incorporé todo eso, la justicia, la cosa de la igualdad, y las melodías y el ritmo. Después escuché mucho Creedence, en Loquero hay mucho de Creedence, de The Beatles, de todo, obviamente, es un robo lo que hacemos nosotros. Esas canciones, todas esas canciones son lo que yo tengo adentro y lo que voy a ir sacando. Lo que le gusta a la gente es Miranda! ¿y qué es Miranda!? es el payaso plín plín o “... qué alegría qué alegría, olé olé olá, vamos flaco todavía...” Eso es lo más grande que hay, lo que usan las hinchadas para hacer canciones. Sale de acá, de cuando sos chiquito. Tal vez si hubiera escuchado música clásica ahora sería Favaloro, no sé”, dice. 

Y se ríe. 

Y se pone a hablar de espiritismo.

“Fui a la Escuela Científica Basilio cuando tenía quince años, tengo mi carnet. Y tenía un maestro espiritista, aprendí mucho de él, de Allan Kardec, a esos me los leí todos. Este chabón me decía que en un show de música los espíritus están alterados, están revoloteando por ahí, pero son espíritus de confusión, no son espíritus de claridad, son espíritus que no saben pensar. Vos no sabés pensar, me decía el profesor, pensás mucho pero no sabés pensar, me decía. Esas cosas también las incorporé”. 

- ¿Cómo era ese tipo?

- Ese profesor era un hombre grande, era un referente para mí, como un padre. Imaginate que me decía cosas del estilo: en este momento hay hombrecitos verdes y amarillos que están entrando por debajo de la puerta que me dicen que te diga lo que te estoy diciendo. ¿Vos admirás a tu papá?

- Sí, claro.

- Bueno, yo no llegué a ese punto. Entonces tuve que admirar a otros, Pappo, este profesor y bueno. Eso.

- ¿Cómo te llevás con la religión?

- No soy muy religioso, solamente a veces, algunas veces, en algún avión, en alguna turbulencia larga he dicho Bueno dios, tú no me gustas, yo no te gusto, tratá de que no sufra cuando se caiga esta mierda.

- A ver... entonces cada tanto te nace un poquito de fe.

- Sí, cada tanto. Hay una letra de Loquero [De la ruta – Suicidal Fútbol Club] que dice Bien ahí, dios lo quiso así. Así que de alguna forma está presente. Negar por el hecho de negar... qué sé yo. Leí mucho sobre ateísmo, los anarquistas hacían mucho hincapié en el ateísmo, digamos que la religión es la base de la opresión de la gente, entonces siempre fui medio despojado. Mi mamá y mi papá eran muy humildes y religiosos, temerosos, de la mano de dios, todas esas cosas bochornosas que detesto. 

- Lo que te jode de la religión parece ser el miedo.

-Sí, el miedo que impuso. Pero también me acuerdo de un amigo que me decía Loco, este es evangelista, y bueno no le hace mal a nadie, te da una bendición y se va. Vivirán engañados, lo que quieras, pero bueno, vive y deja vivir.

- ¿Seguís siendo anarquista?

- No.

- ¿Por qué?

- Porque los anarquistas son muy nobles. Y yo no lo sabía. Creo que nunca fui anarquista, siempre simpaticé, de chico iba a las marchas, tuve y tengo muchos amigos anarcos. Concuerdo. Yo nunca había votado, nunca fui a votar, siempre fui bastante antisocial y antipolítico, pero estoy un poco como diciendo que tengo que lidiar con todo. Ya es suficiente soportarme yo como para andar defendiendo una ideología ajena a mi sentir natural. Ellos van a decir que es natural del humano ser libre y toda la doctrina impuesta por el anarquismo libertario, pero no soy un militante.

- En la letra de Youngs decís Seré el militante de la utopía.

- Utopía sí. Utopía es una palabra maravillosa y me encanta. Eso sí. No soy artista, soy utopista. Es así, soy un utopista total. Si te digo que esta noche voy a llegar a la luna, qué sé yo, vos no sabés, tal vez llegue. No se sabe.

- El concepto de utopía es muy profundo, hay bibliotecas completas escritas sobre el tema. Si es realizable, si no es una contradicción en sí misma...

- Como el anarquismo

- Como el escepticismo

- También los cínicos. Conozco a alguien de esa escuela.

- ¿Vive como un perro tirado en la calle?

- Más o menos.

La risa de Chary es contagiosa, definitivamente.

- Hace un tiempo tuvieron un percance en un aeropuerto, les robaron plata de un bolso, bastante plata, pero vos no te preocupaste demasiado, estabas más preocupado por cumplir con las fechas. ¿Siempre la prioridad es el público?

- Uf. Sufro un montón en las fechas. En mi vida ir a tocar no es me tomo un colectivo o papá prestame el auto que tengo que cargar el equipo. Mi vida es agarrar todo, mudas, ir a la estación terminal, que me vayan a buscar en la traffic, después al hotel, al lugar, el show y después de todo ese trajín tengo que volver. En esas cinco horas ya no sé qué hacer, ya no sé qué hacer, no las soporto más. Hace veinte años que lo hago.

- ¿Por qué no vivís en baires?

- He vivido mucho tiempo allá.

- ¿Y por qué estás acá ahora?

- Me dolió mucho vivir en Buenos Aires. Fuimos con la banda y uno a uno los chicos fueron aflojando y renunciado, me dejaron solo en la casa de Devoto, que pudimos conseguir, con sala de ensayo. Y todo ese esfuerzo. La gente se piensa que esto es palito Ortega, que al otro día estás en el programa con Sofovich cortando la manzanita. Y no es así, es difícil, es duro, hay que tocar en veinticinco mil lugares que no tienen sonido y son un desastre. Igual que acá, pero allá. Lo hicimos, dejamos todo, yo personalmente dejé todo, mi familia, mi hija, cosas que yo amaba. Dejé todo y me fui. Y después, cuando vieron que la cosa estaba más difícil, viste... no los defenestro ni quiero criticarlos, para nada, pero a mí me dolió.

Chary se queda pensando. “No teníamos para comer. Y no. ¿Sabés cuántas veces dormí en el Parque Centenario? ¿Y en la Plaza Dorrego? Ahí, solo, con la mochila. Yo tenía un sueño, quería tocar, y a los sueños hay que bancárselos, loco”, dice como si estuviera pensando en voz alta.

- ¿Ya cumpliste el sueño?

- Creo que después de veinte años ininterrumpidos y haber sacado diez discos, en ese aspecto siento que sí. Mi vieja me dijo hace poco que en mi tumba va a poner la frase Hizo lo que quiso.  

- ¿Te gusta la frase? 

- Sí, me encantó. Hice lo que quise, boludo. Yo la llamaba a mi vieja desde Alemania y le decía Mamá, estoy tocando. Desde un teléfono público de allá. Sí, hice lo que quise, toqué en Portugal, en Suiza, en Bélgica, en Holanda, no sé, conozco tantas ciudades que no recuerdo los nombres. Yo quería hacer eso y lo hice.

- ¿Y ahora? ¿Qué sigue?

- No sé.

- ¿Seguir tocando? ¿Grabar el disco?

- No se sabe. No tengo metas a largo plazo. 

Una vez más Chary hace una pausa, reflexiona, al menos parece que está reflexionando, me mira, se sonríe. “Me parece que me estoy confundiendo con el reportaje que me estás haciendo, desde hoy que estoy mezclando lo musical con mi vida”. Otra pausa. Y sigue: “Tengo una hija hermosa que tiene dos años. Y tengo un nieto también. Así que mi vida ya no es solamente Loquero, hay otras cosas más importantes. Es muy raro que esté diciendo esto que estoy diciendo, en un momento Loquero era todo, el ciento por ciento de mi vida estaba volcado a hacer lo que había que hacer, pero ahora es distinto”.

- ¿Cómo puede ser que todavía no vivan de la banda?

- Es muy difícil. Vivir de la banda es muy difícil. Primero que nada tendríamos que tener un grilla de shows que nos impediría hacer otras cosas y todos tenemos nuestras responsabilidades. No se puede vivir de la banda porque hacemos sólo tres o cuatro shows por mes, viajamos en avión, con un asistente, con un manager, con un sonidista. Somos muchos. Es un logro también, porque hacemos las cosas bien y damos lo mejor, ya no estamos en la improvisación, tocamos con equipos ultra profesionales. Pero todo eso es caro. Se hace muy difícil vivir de la música. Hubo tiempos mejores y peores, pero vivir es imposible. Salvo que hablemos de vivir con un colchón, sin cable, sin internet... sin luz. Hemos pasado épocas muy jodidas. He ido a comer a lo de mi vieja, a los cuarenta años, cinco veces por semana.

- ¿Escuchás otras bandas?

- No. Ya no busco bandas ni sonidos. Me aburro. A veces cuando escucho determinadas bandas de acá, de Argentina, me vuelvo loco, no puedo creer que sean los herederos de Spinetta, por ejemplo.

- ¿Escuchabas al flaco?

- Sí. Sí. Un maestro, un dios. Largué un par de ajustadas lágrimas cuando se murió. Me re pegó. Lo admiro, como a Pappo, como a Miguel Cantilo. Miguel es increíble, cómo escribía, cómo escribe.

Entonces Chary canturrea unos versos improvisados de La guerra en este mismo instante:

 

los chicos van cayendo 

y yo lo estoy sintiendo 

manos duras que matan 

manos finas que mandan matar

En este mismo instante

como esa catarata 

que vuelca la corbata 

hay gente sacudiendo 

sus botas en la marcha 

así, sobre la escarcha 

de una mañana fría, 

de una mañana fría 

tal vez sin mediodía, 

tal vez sin mediodía

 

- ¡Guau loco! Eso a mí me pegaba de niño, le decía a mi hermano Escuchá esto loco, este tipo es un poeta. Y mi hermano me mandaba a la mierda. Qué va a ser un poeta, me decía, los poetas no necesitan música. Como diciendo que la poesía se respalda por sí misma. Todo eso. Sí, loco. El flaco era un maestro. ¡Pappo! ¡Cómo escribía Pappo!

- ¿Pappo?

- Sí, obvio, los primeros discos. Pappo´s Blues despertaron mi mente. El chabón era monocorde, pero no desafinaba. No puedo evitar que vengan hacia mí los sánguches de miga. Cuando era chico quería tomarme un ácido para escribir esas cosas.

- ¿Y vos para cantar? ¿Trabajás la voz?

- Estudié un tiempito música y estudié canto, pero soy un perro total, si no tengo buenos retornos en el tema veinte ya estoy pidiendo socorro. Cuando no tengo buen sonido en vivo fuerzo la garganta y me destruyo. Ahora tenemos sonidista y asistente en el escenario, las cosas se solucionaron bastante en ese sentido. Nosotros tocamos una hora y media, moviéndote mucho y cantando a la vez es complicado. Y ni te cuento en estos días de calor, en la última fecha en Haedo terminé desnudo, sin calzoncillo, en el pasillo del camarín. Me faltaba el aire, creí que me moría. Igual, buenísimo morirse ahí. 

- ¿Y los shows? ¿Cómo los vivís?

- Es un estado de trance, no sé ni las cosas que digo arriba del escenario. Es una hora y media fuerte, que le damos duro y entregamos todo lo que tenemos. Siempre estamos preocupados por darle todo lo mejor a la gente. Queremos que las canciones se parezcan al disco y nos duele cuando no pasa eso. Cuando no estamos a esa altura me enojo, quiero dejar de tocar, me peleo con otros que están al lado mío. Después se me pasa, pero en el momento es tremendo. 

Ya no queda agua en la botella, es tarde, apago el grabador y nos ponemos a hablar de plantas. Chary dice que cosechar verduras en el jardín es una actividad medio anarco. Algo de razón tiene.