Karina, una militante de los géneros

8 de Marzo de 2014 11:10

Más de uno lo presentía. Karina misma lo suponía. Pero ¿cómo lo iba asumir? ¿Quién la iba a aceptar? Su familia, católica y radical hasta la médula, le había enseñado que los chicos se casan con las chicas y tienen chicas que de grandes se casan con chicos. Nada de los nenes con los nenes y las nenas con las nenas en el reino del amor. Esa combinación sólo es posible para ordenar la sala del jardín de infantes.

Sin embargo, como a los 30, con dos pibes y un exesposo a cuestas, Karina Freire cuestionó el mandato. Lo hizo con la ayuda de un psicólogo que destrozó su teoría de que era anormal porque deseaba a su amiga, la extrañaba y la quería cada vez más cerca.

Sos lesbiana, me acuerdo que me dijo, y yo lo miré. Me salvó la vida. Ese día conseguí la llave para salir del clóset”, asegura hoy la presidenta de Amadi, una organización marplatense para la defensa, visibilización y respeto de la diversidad sexual y los géneros.

El día que Karina se declaró gay la pasó mal. Como cuando se enteró que era adoptada o cuando su pareja falleció mientras ella estaba embarazada de 8 meses. Pero se la bancó. Por un tiempo, no pudo ver a su hija, perdió momentáneamente la tenencia. La incomprensión y la rabia de los adultos se lo impidieron.

“Eso pasó, por suerte, y mis hijos tomaron con naturalidad la situación. Maxi, que hoy tiene 21, me dijo que se había dado cuenta, que no hacían falta explicaciones. Y a la más chica, primero le dio asco pero después, lo más bien. Tener hijos te lleva a querer luchar y cambiar la heteronormatividad que es discriminatoria, que te expone también dentro del sistema escolar. Para eso Amadi es fundamental, facilita las cosas”, explica Karina, que se casó de blanco por primera vez con una mujer

Mientras almuerza en Keops, la librería en donde trabaja, Karina enumera proyectos, ideas, actividades que tiene pautadas o piensa encarar. No para. Karina no frena ni cuando come. Es una maquinita. Es una militante que te hace acordar que se puede ser sexualmente libre, que sólo se trata -como hizo a los 30- de cuestionarse, abrir la puerta y salir del clóset.


Foto: Romina Elvira