Estaba detenido por el crimen de su mujer y mató a un interno tras una pelea: ocho años y medio de prisión

El hecho ocurrió en la Unidad Penal 44 de Batán. Otro sujeto acusado de entregar el arma homicida fue absuelto por el Tribunal en lo Criminal 4.

27 de Septiembre de 2017 08:16

Por Redacción 0223

PARA 0223

Un sujeto de 34 años que mató a otro interno en uno de los pabellones de la Unidad Penal 44 de Batán fue condenado a ocho años y medio de prisión tras el debate que se realizó en el Tribunal Oral en lo Criminal 4. En el mismo fallo se absolvió al acusado de entregar el arma homicida y se dispuso la formación de una causa por falso testimonio a otro de los participantes de la reyerta.

La crónica que 0223 publicó el 17 de enero del año pasado dio cuenta del asesinato de Elio Cajal en el Pabello B del área II de mediana seguridad en la alcaidía penitenciaria de Batán. A partir de la investigación a cargo del fiscal Juan Pablo Lódola se estableció de manera primaria la participación de dos personas en el hecho: Víctor Raúl Fernández Ale y Maximiliano Corredera Legato.

Además de la imputación en su contra, ambos sujetos tenían en común que estaban detenidos como autores de otros asesinatos. Fernández había asesinado en la ciudad de Dolores a su ex mujer de varios disparos de fusil y por ese hecho fue condenado a prisión perpetua en junio de 2016. Por su parte Corredera Legato fue condenado a 24 años de prisión por el crimen del adolescente Franco Castro López en marzo de 2010.

Aunque los jueces Jorge Peralta, Alfredo Deleonardis y Gustavo Fissore dieron por probada la hipótesis fiscal de que Fernández atacó a Cajal tras una discusión, decidieron absolver a Corredera Legato que estaba acusado de ser partícipe primario del hecho.

Cosas del pabellón

Un día antes del crimen, la víctima y otro interno –identificado como Emanuel Tonzo- mantuvieron una pelea que culminó cuando intervino Víctor Fernández Ale y golpeó al primero de ellos. A partir de ese momento, se mantuvo una persistente hostilidad que –según los jueces- “se prolongó en insultos particularmente graves en aquél contexto personal y carcelario”.

Según la sentencia a la que tuvo acceso este medio, la segunda parte del enfrentamiento comenzó con los gruesos insultos que Cajal, desde las cercanías del acceso a la celda tres que habitaba, dirigió a Fernández, que se había retirado a su celda, la número uno.  “Algunos internos mencionaron entre esos epítetos los de ‘gato’ y ‘quebrado’, de habitual significación ofensiva en el ámbito carcelario, pero en particular escucharon el de ‘mata concha’ al que atribuyeron especial sentido ofensivo para Fernández, procesado por femicidio”, señalaron.

Más allá de versiones encontradas entre los internos que participaron como testigos en el debate, quedó claro para los magistrados que Fernández Ale tenía una posición de referente en el pabellón. Algunos penitenciarios lo indicaron como ‘el limpieza’ que tenía liderazgo para “expresar ciertos consensos internos, tanto frente a las autoridades del penal como a eventuales disidentes”. Uno de los testigos dijo que por eso el imputado no permitía armas ni drogas en el pabellón, dijo, y los de la celda tres - Cajal y otros internos- desentonaban con ese criterio.

El poncho, el banco y el cuchillo

Más allá de los distintos matices que tuvieron las declaraciones, quedó claro que tras el primer enfrentamiento a golpes y los insultos posteriores, víctima y victimario volvieron a encontrarse en una celda a la que llegó Fernández Ale con un poncho enrollado en el brazo. Aquí es donde aparece la figura de Corredera Legato entregando el arma homicida -un cuchillo de una sola pieza de metal, tipo mantequero, de hoja ancha y con punta-, pero esa acción no pudo probarse.

La víctima le arrojó a su contrincante un banco o una mesa pero no lo detuvo y pronto éste lo acorraló, infiriéndole varias puñaladas, mientras Cajal levantaba los brazos y las piernas intentando cubrirse. Tras el ataque, cuatro compañeros de celda lo trasladaron hasta la enfermería y desde allí una ambulancia lo llevó al Hospital Interzonal General de Agudos (Higa) donde murió poco después.

Versiones confusas y otras exculpatorias

La declaración de Emanuel Tonzo –protagonista de la pelea inicial- fue descalificada fiscal Juan Pablo Lódola e ignorada por los defensores ya que, según el Tribunal, “no resultaba compatible con ninguna de las versiones del debate”.  A tal punto llegaron esas contradicciones que los jueces dispusieron la formación de una causa por falso testimonio.

La testimonial de Víctor Fernández Ale en el debate reivindicó la inocencia de Corredera Legatto al sostener que no le pasó ningún cuchillo ni él tenía arma alguna.  Dijo que después de la primera pelea fue a su celda a tranquilizarse y que luego salió a fin de “no regalarse” en la estrechez de cuatro paredes, al ver a Cajal con un cuchillo y un banco en cada mano.

Aunque sostuvo que le sacó el arma a Cajal y respondió el ataque recibido, los jueces sostuvieron que el cuchillo empleado era conocido como propiedad de Fernández, “lo que en principio parece indicar la innecesariedad de que se lo alcanzase Corredera” y que el imputado ya lo tenía en su poder cuando salió de su celda.

Las lesiones defensivas - en particular su localización en los antebrazos- también hacen descartar la versión dada por Fernández y confirmar la de los testigos que vieron a la víctima levantar los brazos, subirse a una mesa y anteponer las piernas para evitar el ataque. No lo logró y cayó herido mortalmente en el lugar.

Veredicto y sentencia

Los jueces descartaron cuestiones eximentes de la responsabilidad penal y consideraron como agravantes “la indefensión de la víctima que se hallaba desarmado y sin posibilidades de huida ante el ataque del imputado”.

Aunque no fueron planteados, tomaron como atenuante "la personalidad agresiva de la víctima, puesta de manifiesto en el hecho, sobre la que ha existido múltiple prueba testimonial”.

En el mismo sentido señalaron que “no puede ignorarse la gravitación de la privación de libertad en cuyo marco ocurrieron los hechos, frente a múltiples testigos, internos todos del pabellón de mediana seguridad de una unidad penal”. “Se trata de un contexto limitante para cualquier estrategia de evitación de conflictos, y debe tenerse en cuenta la indebida pero innegable incidencia de códigos carcelarios que sancionan o desvaloran el recurso a las autoridades del penal”, agregaron.

El Tribunal calificó al hecho como constitutivo de homicidio simple y condenó a a Víctor Raúl Fernández Ale a la pena de ocho años y seis meses de prisión. Al entender que no se acreditó la acusación fiscal que le imputara una participación primaria, absolvió libremente a Maximiliano José Corredera Legato.

Los magistrados accedieron a la formación de causa por falso testimonio contra Emanuel Tonzo, quien desconoció el hecho de la previa pelea a puñetazos entre él y el fallecido Cajal en el interior de la celda de éste último. A su entender, la intención de esa declaración tuvo el evidente ánimo de beneficiar al imputado Fernández.