Su Señoría al desnudo

Sergio Moro quedó en el centro de las críticas luego de las revelaciones del periodista Glenn Greenwald que demuestran la persecución contra Lula Da Silva. ¿Cómo sigue la Operación Lava Jato? 

11 de Junio de 2019 08:14

La investigación del sitio The Intercepted fue un golpe al mentón a la Operación Lava Jato que, desde marzo de 2014, marca los tiempos de la política en Brasil. Si buscamos uno de los motivos por el cual Jair Bolsonaro se convirtió en el presidente del país más importante de Sudamérica, el Lava Jato es una de las respuestas. ¿Por qué? La investigación judicial carcomió la legitimidad de los partidos tradicionales, sirvió como argumento para sacar al Partido de los Trabajadores del poder y correr de la cancha a Lula, candidato que liderada las encuestas, a través de una condena sin pruebas y una proscripción que ni siquiera le permitió hablar para manifestar su apoyo al candidato de su partido, Fernando Haddad.

Nada de lo que se ha publicado sorprende pero sí confirma la enorme ilegalidad con la que Sergio Moro y Deltan Dallagnol llevaron a cabo todo el proceso. En definitiva, lo que se cristaliza es que en estos años lo que menos importó fue la lucha contra la corrupción sino la utilización de instrumentos del estado para acumular poder, extorsionar bajo la figura de la delación premiada y condicionar adversarios gracias a la alianza con los medios de comunicación. “La opinión pública es fundamental para el proceso de investigación judicial”, dijo Moro en una entrevista al diario La Nación en 2016.

La opinión pública fue la base por de la doctrina judicial de Sergio Moro. ¿En qué consiste la Doctrina Moro? El propio Juez de primera instancia lo definió cuando estuvo de visita en Argentina y fue recibido con cariño por jueces como Claudio Bonadío o fiscales como Carlos Stornelli, entre otros, que ven en la Operación Lava Jato a la meca de la guerra contra la corrupción. Esto, inspirada en el “Mani pulite” italiano, consiste en:

1-La alianza con los medios de comunicación para “defender el proceso de investigación” y garantizar el apoyo de la opinión pública.

2-Un estrecho vínculo con la sociedad civil, especialmente vinculada con Organizaciones sin Fines de Lucro que cuentan con financiamiento internacional

3-La delación premiada. Un mecanismo en el cual los condenados por delitos comprobados negocian con la justicia para la disminución de la pena, la prisión domiciliaria o directamente su absolución.

Sobre esa base pudo violar garantías individuales e, incluso, pincharle el teléfono a la entones presidenta Dilma Rousseff sin autorización judicial. 

 

El futuro de la Operación Lava Jato

 

El Lava Jato dejó de ser una investigación emblemática que buscaba demostrar un entramado de corrupción fenomenal entre empresas privadas con el Estado para convertirse en un factor de poder que hoy integra el gobierno de Jair Bolsonaro. 

La ilegalidad incurrida por jueces y fiscales es notoria y violatoria de la Constitución dado que la comunicación fuera del expediente está taxativamente prohibido. En un país normal, la condena contra Lula debería ser anulada y una comisión parlamentaria debería analizar arbitrariedades  para volver a ubicar la investigación de casos de corrupción en el marco del debido proceso. Pero, como sabemos, estamos hablando de Brasil.

El bolsonarisimo duro encarnado en el senador e hijo mayor del presidente Eduardo Bolsonaro es el único que se ha manifestado en contra de la investigación con una retórica violenta y antipetista, dos características centrales de la campaña electoral del año pasado. El Lava Jato  se convirtió en un contubernio ideológico y conservador de odio a la izquierda, está herido de muerte y el responsable se llama Sergio Moro.

A esta situación hay que agregarle la interna entre el esquema judicial que responde a Moro y el Supremo Tribunal Federal que, entre otras cosas, nunca estuvo de acuerdo con la autonomía de Curitiba en la investigación y votó bajo presión el último hábeas corpus presentado por la defensa de Lula antes de ser detenido. El primero en hablar fue el ministro Marco Aurelio Mello, quien dijo que la colaboración entre Moro y Dallagnol "pone en duda, principalmente, la equidistancia del órgano juzgador. Sobre las consecuencias futuras dijo “no sé, tenemos que esperar”. 

Apremiado por los acontecimientos, el máximo tribunal canceló la sesión ordinaria del 18 de junio para convocar una reunión extraordinaria este martes sin tema fijado en la agenda. Esto es, al menos, sugestivo en un momento tan convulsionado. De ellos dependen algunas decisiones relevantes sobre Lula que ya fue beneficiado con la reducción de condena y el paso a un régimen semi abierto. Parece difícil pensar en una anulación de condena pero frente a este panorama no seria extraño una prisión domiciliaria. 

Sin lugar a dudas, Moro pagará un costo muy alto y será tratado como político, es decir, su suerte dependerá de muchos legisladores que fueron parte de su investigación. La jugada de Bolsonaro de nominarlo para el Supremo Tribunal Federal era perfecta: Bolsonaro se sacaba de encima una figura difícil de conducir  el juez de Curitiba y Moro ocupaba una silla en el lugar que siempre deseó. Eso dificilmente suceda, ya que, la próxima vacante en el STF estará a fin del año que viene, una eternidad.

La alianza que gobierna Brasil está herida en cuatro de sus cinco patas. Los liberales no logran aprobar la reforma previsional ni avanzar en las privatizaciones que Pablo Guedes había imaginado, los antiglobalistas tienen a los Bolsonaro involucrados en escándalos de corrupción, los evangelistas sufren la masiva reacción contra la reforma educativa que volverá a volcar a las calles a cientos de miles de estudiantes y docentes y los lavajistas recibieron un verdadero cross en la mandíbula. La pata restante es la militar, la que gobierna, ordena y marca los tiempos de la política interior y exterior y, al momento de publicar esta columna, el vicepresidente Hamilton Mourao aún no emitió opinión al respecto. 

Bolsonaro sigue cayendo en las encuestas y aunque cuenta con una importante capacidad de movilización, su suerte depende de acuerdos que no pudo construir y dos de sus ministros importantes como Bolsonaro y Guedes penden de un hilo. Habrá que esperar el desenlace pero el interrogante es si ellos caen, ¿Bolsonaro también?

Filtraciones y escuchas hacen que Sergio Moro beba de su propia medicina y el castillo de naipes construidos alrededor del héroe de Curitiba parece estar próximo a caer. 

Esto recién empieza, el propio editor de The Intercepted le dijo al periodista de Cenital, Juan Elman, que solo se publicó el 1 por ciento del contenido y el gobierno lleva cinco meses. Se aproximan las elecciones municipales y la palabra impeachment aparecen en el horizonte. Bolsonaro y Moro soñaron un país sin Brasilia pero cada día su suerte del sistema político que ayudaron a destruir.

Lo que está en marcha no será fácil de frenar para Moro y sus aliados. La posible relación de una Comisión Parlamentaria, investigación del Consejo del Ministerio Púlblico, denuncia ante la ONU, sesión de urgencia de la Corte Suprema y el pedido de renuncia del Consejo de OAB que nuclea a los abogados de Brasil son a penas los primeros golpes. 

El factor geopolítico

 Sergio Moro destruyó el Estado de Derecho en nombre de la lucha contra la corrupción. Engendró al monstruo y lo llevó a lo más alto. Es la síntesis de, como definió el reconocido jurista y sociólogo, Boaventura de Sousa Santos, “una nueva democracia” que consiste en un país con orden, autoridad y jerarquías sociales en la que predomina el mercado y donde quedan postergados los derechos de los ciudadanos, ya sean sociales, laborales o individuales . Del futuro padecimiento, Sergio Moro es uno de los principales responsables de esa realidad que hoy lo expone.

No hay que descartar los aspectos geopolíticos que rodean a Brasil. El destape de la olla del Lava Jato se produjo en marzo 2014 luego de las revelaciones de septiembre de 2013 en la cual Edward Snowden, a través del propio Glenn Greenwald quien en ese momento era corresponsal del diario The Guardian en Río de Janeiro, que indicó que la Agencia de Seguridad Nacional espiaba a Dilma Rousseff y a Petrobras. Eso derivó en la cancelación de una reunión bilateral  que Dilma iba a mantener con Barack Obama. La investigación comprobó que Petrobras figuraba en la lista de los objetivos de interceptación de informaciones clave junto a lo de los bancos y sedes diplomáticas.

Estados Unidos siempre estuvo interesado en el Presal descubierto en 2007 (y en la tecnología que permitió ese hallazgo) que se encuentra a 4.000 metros de profundidad. El espionaje le permite acceder a los datos de volumen de reservas. En ese entonces, un ex directivo de Petrobras dijo que “el potencia de esos yacimientos marinos pueden alternar toda la política internacional”. En ese momento, el posicionamiento político de Brasil en los BRICS basada en una alianza estratégica con China y Rusia complicaba una relación de subordinación con la Casa Blanca y Brasil había sido anfitriona de la Cumbre de ese bloque en fortaleza en la que firmó la creación del Banco de Desarrollo de los Brics. 

Sergio Moro tomó en cursos de liderazgo del Departamento de Estado y lucha contra la corrupción en Harvard y los principales aportes para la investigación provino del gobierno de los Estados Unidos. Hoy, el propio gobierno brasilero se tironea entre la subordinación con Donald Trump o fortalecer lazos con China.

Como decíamos, en marzo de 2014 estalló el Lava Jato y modificó la situación política, Dilma fue destituida, Lula encarcelado y Bolsonaro electo presidente. Con su investigación, Glenn Greenwald vuelve a generar las condiciones para un cambio escenario que aún es prematuro anticipar con que nos vamos a encontrar.