Pelearse con el sentido común o Filosofía a martillazos, lo nuevo de Darío Sztajnszrajber

Darío Sztajnszrajber se presenta en el ciclo Verano Planeta este 20 de enero a las 21. El tomo 1 de Filosofía a Martillazos es una serie de seis clases públicas que él mismo brindó en la Facultad Libre de Rosario. El interés estuvo en mantener lo pedagógico de ellas, también en el texto. “Si una escuela no es crisis o no genera esa crisis existencial formativa en los chicos, es una escuela muerta” sostiene.

19 de Enero de 2020 15:15

La filosofía nos obliga a re pensar aquellas ideas que han sido asimiladas y aceptadas por el peso de la costumbre. O como dirá el propio Darío Sztajnszrajber, “Hacer filosofía es pelearse con el sentido común”.

La presentación de  Filosofía a martillazos (Paidós, 2019), su nuevo libro, confirma ese extraño camino del filosofar y su implicancia a aceptar preguntas que no han de llegar a obtener ninguna respuesta definitiva, pero que generan la necesaria sospecha para moverse hoy en día.

El texto reproduce algunas de sus clases (este es el tomo uno pero pronto tendrá un lugar el siguiente)  las cuales han sido duplicadas en contenido y en algunos casos, también, completadas con otros conceptos. Y esa fue una de las oportunidades, casualmente, que le dio la relectura y reescritura del material. “Me permitió completar temas, abrir y responder algunas preguntas”, dice Darío Sztajnszrajber. Y agrega “Además, en el acto mismo de reescritura y de relectura de esas clases, vos mismo vas reformulándote algunas de esas ideas y quise, de alguna manera, también resguardar ese tono pedagógico, coloquial y humorístico”.

La respuesta del autor dispara inmediatamente la charla para el lado de la educación y del lugar de la escuela hoy. Entonces el planteo recae sobre si la escuela debe formar algo o a alguien. Si los conceptos de escuela y forma se deben llevar bien. “El principal cuestionamiento ahí es el verbo formar. Creo que, lamentablemente, hay como una idea preestablecida, que tiene que ver con la lógica de la educación que viene de otro siglo y de otro dispositivo, donde se pensaban que la escuela forma gente, forma alumnos. Porque se entiende que ese alumno, ese estudiante, esa persona, ese ciudadano viene al aula esperando que se lo forme porque no tiene forma. Hay como un prejuicio de concebir a aquel sujeto que ingresa al aula desde la carencia. Es más, desde una carencia de forma, que es, si se piensa desde la filosofía occidental donde la forma es todo, peor porque alcanza lo conceptual y lo mental”, asegura.

Es decir que existe una asociación del uso del verbo formar al alumno con la carencia y con una idea casi verticalista y autoritaria de la escuela como monopolista y poseedora de esa forma que va, vierte y condiciona al que asiste a ella. Él agrega: “Me parece fundamental para una pedagogía emancipatoria hacer explotar eso. Hoy la escuela, justamente, forma y sigue formando en la medida que sigue entramada en un modelo educativo que merece ya explotar. Por ahí tenés un docente que cierra la puerta del aula y abre un mundo, crea una realidad paralela y los chicos la flashean, pero es una gesta, una cruzada individual de un docente, de un director de estudio, alguna rectora copada que arma una curricula que está muy buena, pero es todo en contra de la institucionalidad. Es decir, hoy institucionalmente la propuesta escolar quedó vieja por un lado y por otro no tiende al pensamiento crítico,  a hacer del aula un encuentro con el otro. Eso es lo que se ha perdido sobre todo en estos últimos cuatro años”.

-Y ya que la mencionás, ¿qué es un aula hoy en día?

- En términos nietzscheanos, podría decir, que el aula tradicional ha muerto. Te hablaría de una experiencia post áulica. Para mí, hoy, hay más aula en un grupo de WhatsApp discutiendo qué es la felicidad un sábado a las tres de la madrugada. Incluso con el docente habrá que reformular un grupo de prácticas, pero imaginate, hay algo vetusto ahí. Vetusto en el sentido de que las instituciones siempre tiran para atrás, es decir,  son conservadoras y buscan reproducir el statu quo. Entonces hoy los pibes del siglo 21 se encuentran con los docentes del siglo 20 en instituciones del siglo 19, donde es imposible generar ahí lo que es el pacto áulico. Hoy el chico sabe más que el docente, ahora discutamos qué es saber, obvio que el docente sabe más en muchos aspectos, pero en  términos de accesos hoy un pibe puede acceder vía internet mucho más rápido a una cantidad de información que los docentes mismos. Uno ya no puede entrar a un aula a dictar contenidos, porque los contenidos están todos en la red. Es una falta de respeto al alumno que yo entre a decir en qué año nació Platón. Ahí hay algo entonces que cambiar y hay que ver por dónde. Me parece importante también para este cambio lo macro. Todo esto no es escindible de las políticas educativas que se piensan en términos públicos.

- Siempre escucho decir que la educación está en crisis, ¿Es toda la educación, solo la pública, está bien hablar de crisis?

- A ver, depende de la lupa. Es decir, lo público está en crisis. Pero está en crisis porque en lo público está la resistencia a la colonización que la mercantilización social hace de todo lo que toca. Entonces cuando lo público solo puede estructurarse en un lugar de resistencia, no le queda tiempo para pensarse a sí mismo. El día que la esfera pública pueda realmente sosegarse un poco, no te quepa duda de que los primeros que queremos reinventarnos en todas las prácticas somos los docentes. Sin embargo, terminás poniéndote en un lugar de defensa férrea porque te están llevando puesto. Además, agregaría que la educación es crisis en el buen sentido del término. Crisis es una palabra griega que tiene que ver con analizar, separar, intervenir. Entonces, si una escuela no es crisis o no genera esa crisis existencial formativa en los chicos, conociéndose a sí mismos, es una escuela muerta. Es lo que quisieron hacer en estos cuatro años, sacarle a la escuela el sentido crítico y llevarla a una cosa más empresarial.

Filosofía a martillazos reproduce, entonces, una serie de clases públicas dictadas y debidamente ampliadas y corregidas. Los capítulos abordan temas como el amor, el post-amor, Dios, la verdad, la post-verdad y la democracia. Problemáticas que nos interpelan permanentemente en nuestros días, a las cuales Darío Sztajnszrajber logra enfocar y divulgar en forma popular, logrando quitar el velo de ser una disciplina dura y solo para algunos.

El texto, los temas disparadores y las preguntas que se generan son la excusa para nuestros propios comentarios. Anotaciones u ocurrencias que hacemos al revisarnos al ritmo de la lectura, mientras vamos llenando los espacios en blanco que deja en el pensamiento la narración.

Darío Sztajnszrajber se presentará en el ciclo Verano Planeta el 20 de enero a las 21 en el Hotel Costa Galana.