Quién es Horacio Ipucha, el cuestionado concesionario que administra Luna Roja

Ligado al mundo del surf, el empresario es blanco de numerosas críticas por parte de los vecinos por el avance del sector privado sobre el público, el vuelco de efluentes cloacales en el arroyo Lobería, entre otros. Lo apuntan por destruir una escuela de surf y un monumento.

Ipucha es un surfista muy reconocido en el ambiente.

16 de Febrero de 2020 14:27

A lo largo de la temporada de verano 2020, Luna Roja fue epicentro de diversas irregularidades que derivaron en su clausura que ya lleva más de tres semanas. Adorado en el mundo del surf y a la vez blanco de numerosas críticas por parte de los vecinos de la zona sur, el balneario es administrado por la empresa EJC SA que dirige Horacio Ipucha, un empresario señalado como autor de la destrucción de un monumento y una escuela de surf.

Los históricos reclamos de vecinos de la zona sur de Mar del Plata entorno al avance del concesionario pareciera que fueron atendidos este verano. A lo largo del año, integrantes de la Asamblea de Vecinos y Vecinas del Sur, Asamblea “Salvemos Paradise” y Asamblea por los Espacios Públicos del Faro de la Memoria realizaron distintas movilizaciones para exponer el avance del sector privado, el vuelco de efluentes cloacales sobre el arroyo Lobería, la construcción de cabañas ilegales y repudiar la destrucción de un monumento que había sido colocado en la entrada de la playa a la vera de la ruta 11 para homenajear a cinco personas que fueron desaparecidas, torturadas y asesinadas durante la última dictadura cívico militar.

Arquitecto de profesión, graduado de la Universidad Nacional de Mar del Plata (Unmdp), desde 2002 Ipucha administra la Unidad Turística Fiscal (UTF) Playa Bonita, más conocida como Luna Roja. Su incursión en la gerencia de balnearios no fue improvisada. Anteriormente, había gestionado junto a su padre la playa que supo ser Diva, donde hoy se encuentra Honu Beach. Por su parte, su hermano fue concesionario de Mar y Pesca, lindero al emblemático Waikiki.

Amante del surf, Ipucha es considerado como uno de los mejores de la historia argentina en el deporte de las tablas. Campeón argentino de la categoría Open en 1985 y Junior en 1983 y representante en distintos mundiales Masters de la Asociación Internacional de Surf (ISA, por sus siglas en inglés), fue protesorero en 2008 y revisor de cuentas en 2011 de la Asociación de Surf Argentina (ASA). Sin embargo, arrastra una lamentable acusación: desmantelar y prender fuego la escuelita de surf Lafquen Che que estaba en Luna Roja.

"Desde 1997 que tengo permiso para poner móviles y él la desarmó hace cinco años aproximadamente", le contó a 0223 la persona damnificada, quien le abrió un expediente en su contra "por el avance sobre el sector privado y el desperdicio de aguas de las cabañas sobre el arroyo". "En ningún lado pueden poner cabañas. Es un balneario, no una inmobiliaria", señaló.

Paradójicamente, el empresario de 53 años es el socio fundador Nº 43 de la Fundación Surfrider, una organización no gubernamental que trabaja para preservar y cuidar los océanos, las playas y el medio ambiente. "Para nosotros las costas son de dominio público. Nadie tiene derecho a apoderarse de nada. No se justifica lo que hizo, se tiene que hacer cargo. Se comprobó que esta totalmente en offside. Es uno de los mejores surfistas que tuvo Argentina, pero eso no le da la atribución de hacer lo que quiera. Ojalá que no se repita nunca más el hecho de tirar un monumento", lo cuestionaron desde la organización ambiental.

El atropello que acusan los vecinos también lo reflejan sus ex empleados. Por despido y acoso laboral, el administrador afronta desde hace tres años un juicio en el Tribunal de Trabajo N° 1 (expediente N° 66407). "Los hechos que ella denuncia existieron, no lo pueden negar. Es algo que se sabía a voces", explicaron desde el entorno judicial de la joven denunciante, cuya identidad es reservada.

El pasado 21 de enero, efectivos de la Policía Ecológica e inspectores de la Municipalidad de General Pueyrredon clausuraron el predio del kilómetro 542 de la ruta 11 en donde constataron algunas anomalías en el complejo de cabañas - de las cuales al menos tres tienen riesgo de derrumbe -, en el restaurante y los dormis que se encuentran sobre el acantilado. Además, también comprobaron la existencia de desagües cloacales no declarados provenientes del complejo de cabañas que desembocaban en las aguas del arroyo Lobería, lo que valió una causa en la Unidad Fiscal N° 11 de Delitos Ambientales (N° 2612/20).

En medio de la clausura, desde la Unión de Guardavidas Agremiados (UGA) mostraron su preocupación ante la incertidumbre de los guardavidas que se desempeñan en el lugar. Con las pruebas sobre la mesa, los integrantes de las asociaciones mencionadas presentaron el pasado viernes una nota ante la Municipalidad de General Pueyrredon en la que solicitaron quitarle el permiso de explotación del balneario. El último conflicto tuvo lugar el martes, cuando vecinos del lugar denunciaron movimiento de arena desde la línea de costa marítima hasta las bases del acantilado.

La versión de Ipucha: "Esto es una injusticia"

Frente a la distintas acusaciones, 0223 se contactó con Ipucha para que dé su versión. Se jactó de respetar la normativa vigente y estar en las "antípodas de la contaminación". "Siempre estuvimos dentro de los parámetros de los planos. El espacio de arena es 60% para el sector privado y un 40% para el público", explicó.

"En Luna Roja siempre hay playa para el sector público. Tenemos la única bajada pública de los balnearios de la zona. Esto es una injusticia. Uno por hacer termina siendo atacado. A mí me avasalló que me acusen de algo así, me generó un disgusto muy grande. Estos más de 20 días fueron los peores de mi vida", juró.

"Hay mucha injusticia en todo esto. No somos una multinacional. La bajada pública surgió por una ordenanza que me impuso la Municipalidad. Mucha gente piensa que soy un gran empresario, pero acá las cosas se hacen por amor a Luna Roja. Hay un sentimiento de hermandad con el mar y la playa. Que venga gente a surfear acá y pueda disfrutarlo es el verdadero espíritu de la playa, no lucrar", expresó ante la consulta de las diversas anomalías que se cotejaron.

Respecto a sus inicios, Ipucha confió que en un primer momento Diva fue propiedad de su abuelo paterno. "Empezamos todo muy de abajo. Lo heredó mi padre y yo pude entrar con mi hermano gracias a él. Después apareció la posibilidad de levantar Luna Roja que era una pocilga que estaba abandonada. Todo esto se gestó a pulmón", garantizó.