La detención de un peso pesado

El ex presidente de Colombia, Alvaro Uribe, fue detenido por presunta manipulación en la declaración de testigos. ¿El comienzo del fin de un todo poderoso?

11 de Agosto de 2020 07:15

Si no estuviéramos en plena pandemia ni hubiese explotado un cargamento con 2,5 toneladas de nitrato de armonio en el Líbano, la detención del expresidente, Alvaro Uribe hubiera sido la noticia de la semana.

¿Quién es Alvaro Uribe? Uribe lleva más de 40 años de vida pública en Colombia, fue alcalde, gobernador, legislador, dos veces presidente, padrino políticos en los inicios de Juan Manuel Santos y férreo protector del actual, Ivan Duque. 

 Tiene 68 años, es hijo de un ganadero asesinado en 1983, según el por las FARC, tuvo sus inicios en el Partido Liberal  y tras las presidencia, fundó Centro Democrático, su propio partido de extrema derecha.

 Su llegada a la presidencia estuvo marcada por una narrativa muy fuerte contra la guerrilla a quien denominó "el enemigo histórico" alimentada por las negociaciones frustradas de su antecesor, Andrés Pastrana, con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. El periodista colombiano, Francisco Manneto, lo definió en un perfil muy preciso publicado en el diario El País como "el líder de la discordia", ya que, su irrupción en el escenario a principios de los 2000  dividió las aguas en en país que sigue fracturado.

Manneto explica en su texto que  "las controversias de su figura se entienden mejor en el contexto del conflicto armado entre el Estado y las FARC, que duró más de medio siglo. En medio de una guerra, su gestión de la seguridad y del sector de Defensa le valió popularidad en los sectores más conservadores y al mismo tiempo le costó gravísimos señalamientos". 

En el proceso de construcción de un perfil implacable, Uribe apeló a alianzas muy poderosss para librar su batalla contra la guerrilla (y contra los grupos narcos en su país): Estados Unidos a través del Plan Colombia y la colaboración de las Fuerzas Armadas norteamericanas, y  los grupos paramilitares, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y una  banda de criminales dedicada a la limpieza social conocida como Los 12 apóstoles, que según una investigación en los 90, tuvo su base de operaciones  en una finca de la familia de Uribe cuando este era gobernador del departamento de Antioquia.

La acusación contra Uribe es por manipular testigos que lo han señalado de tener nexos con el paramilitarismo. Se trata de Juan Guillermo Monsalve y Carlos Enrique Vélez alias ‘Víctor’, exparamilitares condenados, que recibieron dinero para cambiar el testimonio e inculpar al Senador de izquierda, Ivan Cepeda, quien fue el que denunció al ex presidente.

Cepeda habló recientemente con Resumen del Sur  y sostuvo que "ademas de ser un hecho judicial tiene un gran significado político. Uribe representa un especie de poder absoluto, un hombre muy poderoso con gran influencia y representa la versión más extrema de la derecha colombiana". "Que la justicia haya tomado la decisión de interpelarlo y privarlo de su libertad implica un paso importante en la ampliación de la democracia y significa que la justicia puede y debe controlar los desmanes y arbitrariedades del poder político. Que lo haga con el hombre más poderoso que además tiene relación con el mundo de la ilegalidad creo que tiene un mensaje fundamental", consideró.  

A su vez el Senador detalló que "hay un debilitamiento de la figura de Uribe pero también fuerzas sociales y políticas con capacidad de producir estos hecho sin necesidad de que haya un quiebre institucional". "En Colombia hubo un diseño institucional con una larga tradición para impedir avanzar en la relación de Uribe con la ilegalidad", puntualizó. 

La medida de la Corte es de alto impacto porque es la primera vez que un presidente electo democráticamente es detenido, sin dudas, un gesto de audacia del máximo tribunal  que arrastra viejas rencillas con el ex mandatario en diversas investigaciones sobre los vínculos con el paramiliatriamo (en el pasado hubo 70 congresistas detenidos por el llamado "para-política" que vinculada a legisladores uribistas con paramilitares) y un enorme desafío para el presidente, Ivan Duque, que deberá decidir si respeta el debido proceso o elige defender a su jefe político y avanzar, como propone el uribismo, con una reforma judicial que reduzca los a cinco máximos tribunales de 5 a 1 en un contexto de curva ascendente de coronavirus, enojos sociales contenidos y popularidad en baja.

La detención de Uribe es un problema para Duque, ya que, tanto su partido como su base electoral están estructurados sobre la figura de Uribe con una lógica caudillista o, para los que suelen adoptar el término, populista. 

El grado de poder de Uribe le permitió hacer lo que quiso en un contexto de guerra. No solamente el financiamiento de grupos paramilitares y delincuenciales sino también con la perversa práctica de los falsos positivos que se llevó la vida de al menos 2248 civiles en manos del Ejército entre 1998 y 2014. El 97% de estas  ejecuciones extrajudiciales se dieron entre el primer y el segundo mandato de Uribe. 

A su vez, la relación con Estados Unidos puso al borde la ruptura de relaciones diplomáticas con Venezuela y Ecuador en tiempo de Hugo Chávez y Rafael Correa cuando el ejército colombiano con apoyo estadounidense bombardeó un campamento de las FARC en territorio ecuatoriano y provocó una reunión de urgencia de la Unión de Naciones Suramericanas en 2010. Además, permitió la instalación de siete bases militares norteamericanas que provocó la ira de sus pares progresistas. 

Su ascendencia sobre la población lo puso como la cara visible del rechazo a los Acuerdos de Paz impulsados por Juan Manuel Santos que contó con el apoyo de toda la comunidad internacional e hizo creer que el respaldo de los colombianos estaba garantizado. Uribe, con olfato y mucha capacidad discursiva, capitalizó la inesperada victoria del NO en esa consulta de 2016 que coronó con el triunfo de su delfín en 2018 y 800.000 votos que le permitió contar con nueva banca en el Senado. 

 Alvaro Uribe es la figura más influyente de la política colombiana de las últimas décadas. Su detención profunda una grieta social que podría iniciar un proceso de mayor radicalización de un país al que le ha costado con sangre dar vuelta una pagina triste de la historia latinoamericana. El tiempo dirá si estamos frente un cambio de época en la institucionalidad colombiana o frente a una derecha dispuesta a todo para evitar peder un poder que concentra desde hace décadas.