El barbijo se usa nada o cada vez menos: ¿es tiempo de relajar?

Médicos de Mar del Plata desmitifican la "sensación de que la pandemia terminó" e insisten en mantener los cuidados sociales básicos. "Las medidas de protección son medidas económicas. La economía no puede plancharse de nuevo", apuntaron.

La costumbre del tapabocas que se instaló a fuerza de protocolos se diluye poco a poco. Foto: archivo 0223.

24 de Noviembre de 2021 08:01

Por Redacción 0223

PARA 0223

Cada vez en más ámbitos se habla de pospandemia, de nueva normalidad, de la pesadilla que ya pasó, y los médicos parecen ser los únicos dispuestos a mantener encendida la alarma por el coronavirus. No se trata, en realidad, de predisposición o no, sino de una realidad incontrastable: basta con dejar de mirarse al espejo por unos segundos y asomar los ojos por la ventana del futuro que nos ofrece Europa para descubrir la desesperación de países como Alemania o Austria, que han vuelto a imponer estrictas restricciones para tratar de contener los rebrotes que, una vez más, ponen en jaque a su salud y economía.

Y mientras el Covid-19 causa dolores de cabeza en el viejo continente, mientras el problema se mantiene “lejos”, lo que se ve en Mar del Plata – que no es nada diferente a lo que pasa en el resto del país – es un uso del barbijo muy limitado y poco frecuente. Durante los momentos más críticos de la pandemia, no faltaban las voces que decían ver en el barbijo un aliado social que llegó para quedarse, independientemente de las urgencias y amenazas del virus. Pero no fue así: la “costumbre” del tapabocas que se instaló a fuerza de protocolos en este tiempo inédito que vive el mundo parece diluirse, al menos en el plano local, a un ritmo más vertiginoso de lo esperado.

Con la excepción de algunos rubros y comercios específicos, casi que ya resulta extraño encontrarse en espacios cerrados con caras con su boca y nariz cubiertas como sugieren los especialistas sanitarios. Porque también es cierto que están los que usan el barbijo pero de manera inadecuada, lo que en la práctica se traduce en la nada misma. Todas estas conductas, en definitiva, tienen una explicación y responden a un síntoma de diagnóstico evidente: sí, la creencia de que "la pandemia terminó”.

“Yo creo que se trata de una sensación falsa y peligrosa porque lo cierto es que la pandemia no terminó. En la medida que esté circulando el Covid-19, que encima es un virus que todavía no terminamos de conocer y que ni siquiera sabemos qué va a pasar con él, deberíamos tener respeto y al menos utilizar barbijo en los espacios cerrados, donde corresponde”, sostiene Julio Tuseddo (M.P 93295), ante la consulta de 0223.

Al reflexionar sobre este escenario difuso que se abre entre la pandemia y salida de la pandemia propiamente dicha –alentada, inclusive, por el Gobierno, con aperturas de actividades y flexibilizaciones de aforos repentinas–, el exdirector del Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias (Cema) remarca que cada medida de protección sanitaria es, en verdad, una “medida económica” para que no haya parates como los que se vivieron en marzo del 2020.

“El uso del barbijo como el lavado de manos son medidas simples, que están al alcance de todos y que evitan riesgos. Aunque es cierto que todos estamos deseosos de que esto se termine de una vez porque el cansancio es inevitable, el riesgo de que tengamos un nuevo brote no desparece. Y cuando aparecen los brotes, se demostró que nos cuesta controlarlos. Sería una pena que toda la actividad económica se tenga que planchar de nuevo”, apunta el profesional.

De hecho, el posible rebrote local ya tiene fecha estimada: este martes, el ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak, reconoció que “es muy probable que de acá a abril” haya una “nueva ola” de contagios.  “En lo inmediato, no pareciera que habrá un rebrote”, dijo, de modo que, por ahora, según las proyecciones oficiales, el desarrollo de un verano “sin restricciones” como prometió el último fin de semana largo el ministro de Turismo Matías Lammens no está en duda.

Tuseddo, sin embargo, pide “no confiarse” y advierte que el escenario epidemiológico que hace semanas castiga a Europa puede trasladarse en el mediano plazo en el país y, por ende, a la ciudad. “Lo que pasa en Europa, aproximadamente cuatro meses después puede pasarnos a nosotros, por lo que creo que tenemos que estar precavidos, y como esto es una cuestión cultural, es estratégico que no se relajen las medidas de protección”, señala el médico del Sanatorio Belgrano.

Y con esta mirada coincide Gustavo Elicabe (M.P 19471), quien preside en Mar del Plata y la zona la Federación de Clínicas, Sanatorios, Hospitales y Otros Establecimientos bonaerenses (Fecliba): “De ninguna manera podemos confiarnos y hay que tratar de usar el barbijo donde la boca, quizás, no sea tan importante, como puede ser en un comercio normal, en lugares de trabajo o en cualquier especio cerrado. La clave está en trata de no compartir espacios con otras personas”.

El profesional, además, insiste en la importancia de continuar con la campaña de vacunación, que ya acumula más de 942 mil vacunas aplicadas en General Pueyrredon, entre primeras y segundas dosis. “Quizás se ha generado un poco de confusión con tanta información pero hay que insistir en que la gente se tiene que seguir vacunando. Hay que darse la segunda dosis, la primera en el caso de los chicos, y también, a los que les toque, darse la tercera dosis. Esto es fundamental”, agrega el clínico de la Pueyrredon, en declaraciones a este medio.

El antivacuna, el factor de riesgo

En sintonía con la mirada del Gobierno y de muchos especialistas, Tuseddo entiende que el gran porcentaje de vacunados que logró Argentina es lo que explica que no haya habido rebrotes en este tiempo, a diferencia de la experiencia europea y de otros países del primer mundo como Estados Unidos.

“La alta tasa de vacunación es lo que ha permitido ‘controlar’ la enfermedad y hacer que hayan pocos casos y, con eso, que hayan pocas internaciones. También la vacunación ha hecho que las internaciones sean menos graves y que, por lo tanto, haya menos muertes”, ratifica el doctor de la ciudad.

El médico agradece que en el país no se hayan gestado “grandes poblaciones antivacunas, tal como se ha visto en Alemania, Francia Italia y Estados Unidos, al entender que esta clase de fenómenos sociales que atentan contra la posibilidad de una inmunización masiva y de frenar nuevas formas de desarrollo del virus son el principal “conducto de riesgo” para los rebrotes de casos.

A lo largo de todo el territorio nacional, según datos del último reporte vespertino que difundió el Ministerio de Salud, hay 66.125.697 personas que ya fueron vacunadas contra el coronavirus, de las cuales 28.636.499 ya fueron inmunizadas por completo  y las 36.161.974 restantes aguardan por la aplicación de una segunda dosis.