¿Qué nos dejó el 2001?

Se cumplen 20 años de un hecho que marcó a fuego a varias generaciones de argentinos. 

Pasaron 20 años de la crisis del 2001.

20 de Diciembre de 2021 08:19

El 19 y 20 de diciembre de 2001 marcó a fuego a varias generaciones y puso en crisis un modelo que tuvo una década de prestigio luego de la hiperinflación del gobierno de Raúl Alfonsín. Sin necesidad de entrar en tecnicismo económico que exceden a quien escribe, lo que era un secreto a voces durante la última etapa de la convertibilidad era la insostenibilidad de ese modelo de 1 a 1 que terminó volando por los aires. 

Pero la pregunta 20 años después es, ¿qué nos dejó el 2001? La economía sigue siendo un tema inconcluso. La inflación, el déficit y la precarización laborar no han sido resueltos por ninguno de los gobiernos post rebelión.

Al mismo tiempo, la crisis reconfiguró el sistema de partidos. El peronismo mutó en el kirchnerismo que levantó muchas de las demandas de las organizaciones sociales y de Derechos Humanos y la derecha resurgió en el PRO bajo una intención de modernización. 

De alguna manera, las dos coaliciones que dominan espectro político, aún con sus profundas diferencias, recuperaron algo que el 2001 se llevó puesto: el valor de la política.

 

 

Antes de la salida de Fernando De la Rúa, las elecciones legislativas de 2001 cristalizó la contundente crisis de representación política, el hartazgo y la poca credibilidad para quienes condujeron los destinos de esa década. Si bien la población pidió "Que se vayan todos" la realidad es que no se fue ninguno. 

Hoy la situación es diferente, los procesos electorales tiene un buen porcentaje de participación y más de un 80 por ciento de los electores tiene sus preferencias en las urnas. Las mismas condiciones de 2001 desencadenaron las masivas protestas en Chile y un similar descontento con la política dio lugar al arribo de Bolsonaro en Brasil. 

Es decir, dentro de todas las penurias que padece Argentina y los problemas estructurales que aún no hay indicios de resolución, que el sistema político goce de buena salud es un punto a favor para la convivencia democrática. No está grabado en pierda, hay que cuidarlo y protegerlo de extremos que han empezado a asomar la cabeza de forma temeraria. 

Otro aspecto clave es la movilización popular. Sin esa rebelión, la agonía de la convertibilidad hubiese sido demasiado larga y seguramente las medidas posteriores habrían causado mucho daño. 

20 años después, las organizaciones sociales siguen fuertes a la hora de instalar la agenda de reclamos y funcionan de dique de contención de las demandas que surgen desde abajo. Si hay una razón por la que no tuvimos explosiones similares habiendo condiciones es por la institucionalización de las políticas sociales (focalizadas o universales, según el estilo del gobierno) y del trabajo territorial de organizaciones sociales, barriales y religiosas. 

Entonces, el 2001 nos deja dos cosas valiosas en medio de la turbulencia: el valor de la política y la importancia de la calle. Dos elementos que seguirán acompañándonos mientras tratamos de resolver la larga lista de problemas que nos agobian.