Cómo se vivió el estallido social de diciembre de 2001 en Mar del Plata

Aunque no se registraron víctimas fatales, en la ciudad hubo protestas sociales, represión y dirigentes sociales detenidos. También, saqueos en algunos supermercados y festejos populares tras las renuncias de Domingo Cavallo y Fernando De la Rúa.

Fotos: Fabián Gastiarena / Ricardo Tamalet

20 de Diciembre de 2021 08:24

Por Redacción 0223

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A veinte años del estallido social que terminó con la renuncia, primero, del entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, y después, del presidente de la Alianza, Fernando De la Rúa, un repaso por las imágenes que quedaron de las protestas sociales en reclamo de comida, la desmedida represión policial y los cacerolazos a medianoche dan cuenta de que se trató de uno de los capítulos más trágicos de la historia contemporánea argentina.

En Mar del Plata, la crisis golpeaba fuerte: otra vez, la ciudad encabezaba el ranking de los lugares con mayor desocupación del país y las calles eran escenario permanente de protestas sociales en reclamo de bolsones de comida, planes sociales y trabajo. El 19 de noviembre, no fue la excepción. Una multitud se encontraba apostada en las puertas del palacio municipal cuando entró en vigencia el estado de sitio decretado por De la Rúa para tratar de contener el malestar social que, a esa altura, mantenía a toda la Argentina convulsionada. 

Cerca del mediodía, un grupo de efectivos policiales se acercó a la manifestación y le pidió a la gente que se retirara. Pero, lejos de atender la solicitud, los manifestantes optaron por permanecer sentados sobre el asfalto, de forma totalmente pacífica, para manifestar su rechazo al gobierno de la Alianza y a sus políticas económicas que habían arrastrado a millones de argentinos a la pobreza. Minutos después, bajo las órdenes del jefe de la Departamental, Carmelo Impari, los efectivos avanzaron sobre la gente y la atacaron con palos, balas de goma y gases lacrimógenos. Tres dirigentes sociales quedaron detenidos en la comisaría primera y recién a la tarde recuperaron su libertad.

Mar del Plata también fue escenario de protestas y represión policial. Fotos: Fabián Gastiarena / Ricardo Tamalet.

Casi en forma simultánea, otro grupo de personas que reclamaban en inmediaciones del Banco Provincia de Luro y San Juan el pago atrasado de los planes Jefas y Jefe de Hogar, también fue blanco de la brutalidad policial. El saldo total fue una docena de heridos, algunos, incluso, debieron ser trasladados al Hospital Interzonal.

El fantasma de los saqueos que ya habían registrado en otros puntos del país, pronto se hizo realidad en Mar del Plata. Los primeros hechos ocurrieron en supermercados de 168 y Berutti y avenida Fortunato de la Plaza y Cerrito, a donde la gente ingresó a llevarse alimentos. Testigos de aquellos días de incertidumbre y temor recordaron que se hablaba de camiones cargados de gente merodeando por distintos comercios, con clara intención de atacarlos y quedarse con la mercadería.

Cuando se supo la noticia de la renuncia de Cavallo, una gran parte de la población estaba en la calle, protagonizando los denominados cacerolazos, que se convirtieron en el sello distintivo de la época. Desde los balcones de los edificios, los vecinos avisaban de la dimisión del exMinistro de Economía y los gritos de euforia se escuchaban a lo largo de cuadras enteras. Lo mismo sucedió con la salida anticipada de De la Rúa, horas más tarde.

En medio de la severa crisis y los saqueos, un grupo de empresarios nucleados en la Ucip y organizaciones civiles se organizaron para distribuir alimentos entre las familias más necesitadas. Se calcula que repartieron unas 7 mil raciones de comida, de las cuales 4 mil habían sido entregadas por Nación y Provincia, mientras que las restantes fueron conseguidas gracias a la donación de privados. También, empresarios de balnearios pusieron a disposición la ganancia del alquiler de cuatro carpas durante toda la temporada para adquirir comida, mientras que gremios como el de los telefónicos, por ejemplo, encabezaron colectas de pañales y alimentos para comedores barriales, espacios que garantizaban la asistencia alimentaria de miles de familias.