Pequeñas Hermanas de la Divina Providencia, la congregación que hace 84 años custodia la Gruta de Lourdes

En 1927 llegaron a la ciudad cinco hermanas con el objetivo de comenzar una tarea educativa en el Puerto de Mar del Plata. Una década después comenzaron con un santuario réplica del original de Francia, que se convirtió en un emblema de la ciudad.

11 de Febrero de 2021 08:15

En 1927, Sor Concetta Ghersi junto a cuatro hermanas pertenecientes a la congregación “Pequeñas Hermanas de la divina Providencia” llegaron a estas tierras, provenientes de Italia, con una misión: asistir a la humilde y populosa comunidad del puerto de la ciudad de Mar del Plata. Por ese entonces, la mayor parte de los habitantes del puerto eran pescadores y trabajadores de la piedra, inmigrantes italianos.  

Al llegar, las religiosas se encontraron con una serie de dificultades; la más notoria: el desconocimiento del idioma. Sin embargo, de a poco, supieron ganarse el corazón de los habitantes del lugar gracias a la tarea de asistencia educativa para mujeres que desarrollaban en ese sector de la ciudad. Pero Sor Concepta -o “La Mamma”, como la conocían todos- tenía un sueño: quería que la ciudad tuviera un santuario dedicado a la veneración de Nuestra Señora de Lourdes. Y no descansó hasta cumplirlo. 

Las obras por las que luchó de manera incansable “La Mamma” comenzaron una década más tarde, en 1937, luego que Norberto Peralta Ramos, heredero del fundador de la ciudad, donara una parcela de tierra que había sido convertida en una cantera de la que a diario se retiraban minerales para la construcción. El terreno se encuentra delimitado por lo que hoy conocemos como las calles 12 de Octubre, Don Orione, Magallanes y Bosch, en el humilde barrio del Puerto y cerca del colegio “Inmaculada Concepción”, que también atendían ellas mismas. El proyecto y la ejecución estuvieron a cargo del conocido arquitecto Luis Cossa.

Si bien comenzó como un santuario, el espacio creció al punto de transformarse en una réplica de la Gruta de Lourdes francesa, con un gran anfiteatro al aire libre y una imagen de la virgen que emerge de entre la vegetación y las rocas de las que brota agua bendita. Cuenta además con una réplica a escala de la Ciudad de Belén y un oratorio. Los restos de "La Mamma" descansan en la capilla de la Gruta.

Al ingresar, los feligreses se encuentran con una gran capilla al aire libre, bancos de iglesia y un altar donde, entre las piedras, se ve la imagen de la Virgen, a unos 3 metros de altura. A sus pies, un pequeño piletón de roca recoge el  agua bendita que cae y de la cual se sirven algunos feligreses que la recogen en botellas que traen de sus hogares o bien, en envases se adquieren en la santería que funciona en el predio.

Como en todo templo de culto católico, los visitantes pueden encontrar el Vía Crucis y apreciar los misterios del Santo Rosario. Al subir las escaleras es posible encontrarse con la atracción que cautiva a grandes y chicos: la “Ciudad de Belén y Jerusalén”, una réplica a escala del lugar en el que nació Jesucristo. Allí, sólo con ingresar una moneda, se puede observar que las figuras se mueven, recreando, por ejemplo, la visita del los Reyes Magos al Niño Jesús.

Nuestra Señora de Lourdes hace referencia a la veintena de apariciones (la primera de ellas el 11 de febrero de 1858) que la Virgen María hizo a Bernadette Soubirous en la gruta de Massabielle, a orillas del río Gave de Pau, en las afueras Lourdes, Francia.

Sin lugar a dudas, la constante vertiente de agua es uno de los atractivos del lugar y se logra gracias a un sistema de mangueras que transportan el líquido potable. Cuenta la historia que el origen de la misma se remonta a 1858, cuando Bernardette, en una de las apariciones de la Virgen, recibió la orden de tomar agua de la fuente de agua que comenzó a brotar en el lugar y comer de las plantas que crecían allí.

El 18 de enero de 1862, el obispo de Tarbes publicó la carta pastoral con la cual declaró que “la Inmaculada Madre de Dios se ha aparecido verdaderamente a Bernardita”.

Hoy, la réplica marplatense cumple 84 años y, como en sus inicios, es custodiada por las "Pequeñas Hermanas de la Divina Providencia", de la que forman parte veinte religiosas, todas ordenadas en Italia.