Ernesto Sabato, el escritor inconformista

La figura y el legado de Ernesto Sábato son fieles a sí mismo. Ha vivido día a día la historia de la  Argentina del siglo XX y ha padecido su propia existencia día a día también. Sandra Di Luca y Pablo Morosi nos acercan al autor de Uno y el universo en Sabato. El escritor metafísico.

23 de Mayo de 2021 09:20

Ernesto Sabato es un excluido del canon literario, si algo así merece existir. Fue también un protagonista del largo siglo XX, el cual se vio obligado a testimoniar en sus ensayos y en sus obras de ficción, para buscar, finalmente, respuestas a las pasiones humanas en la metafísica.

Pero muchos solo muestran etiquetas sobre él. O fragmentos con los cuales buscan desdibujar una existencia.

Ya dejado atrás el anarquismo, era tiempo del comunismo. Una postura que lo obligaba a andar escapando y  hasta portar armas por su seguridad. Era la época del primer  golpe militar en el país.

Ernesto Sabato fue el octavo físico de la Argentina que dio la Universidad Nacional de La Plata en 1938. Tuvo el privilegio de haber sido becado por  el laboratorio Curie de París, que en ese momento era la meca de la ciencia y sobre todo de la física.

En París tiene una deriva existencial. Mientras se estudiaba la fusión del uranio, Sabato vislumbró con eso una tragedia y no lo soportó (esos estudios fueron aportes a lo que luego serían la bomba atómica).  “Le provocó una crisis que además fue acompañada por su acercamiento al mundo del surrealismo, que concluye en su postura sobre que la razón no le resuelve los problemas a la gente” agrega Pablo Morosi, quien, junto a Sandra Di Luca, acaba de presentar Sabato, el escritor metafísico (Editorial Marea – 2021).

El surrealismo le proporciona a Sabato aquellas zonas donde él cree que hay que explorar para encontrar las soluciones para la gente. Es decir, los sueños, los sentimientos, pensar la existencia humana y su destino desde allí.

-Vivió un siglo, pasó y participó de mucho de los acontecimientos de nuestra historia…

- El nace en 1911, vivió la Primera Guerra de chico, la Segunda, también. Además vivió todos los acontecimientos argentinos como el nacimiento del peronismo, los golpes. Ahí él empieza a hacer frente al tradicional binarismo argentino desde su lugar, no todo tiene que ser Boca-River, peronismo- antiperonismo, blanco o negro. Muchas veces esa posición que intentaba desarrollar con autenticidad le deparó críticas de la derecha y de la izquierda al mismo tiempo.

-Buscando romper el binarismo queda atrapado en uno: leer a Borges o a Sabato.

- Sabato se sube a esa movida intelectual cuando logra su primer reconocimiento literario, que es empezar a escribir en la revista Sur de Victoria Ocampo. Ya estaban Borges y Bioy Casares en aquel lugar y ahí comienzan esas peleas que muchas veces tenían detrás los egos y otras cuestiones que no necesariamente eran literarias. Él se subió a ese lugar y estuvo durante toda aquella discusión, si había que leer a Borges o a Sabato, y estuvieron sin hablarse durante 20 años. En realidad su pelea fue por la mirada que tenían sobre el peronismo. (Hubo un encuentro después para un libro de diálogos de Orlando Barone, pero nunca recompusieron la relación).

 Muchas veces se habló de su tendencia “piromaníaca”. En realidad se sustentaba en su inconformismo. “Nunca estaba conforme con lo que hacía. De hecho, se ha descubierto que  de una edición a una reedición  Sabato corregía sus propios escritos. Como que nunca terminaba de encontrar el definitivo” cuenta Morosi.

Y así se llegó a perder, por ejemplo, lo que fue su primera novela: La fuente muda. Solo se conocieron algunos capítulos sueltos de ella. El resto tuvo como destino el fuego. Cuenta la historia que su obra Sobre héroes y tumbas se salvó milagrosamente de aquel destino.

Morosi agrega que “Entre cada una de sus tres novelas hay 13 años de distancia. El túnel es  de 1948, Sobre héroes y tumbas de 1961 y Abbadón y el exterminador de 1974. Demoraba mucho porque tenía todas estas idas y vueltas alrededor de la obra. Era una escritura muy desgarradora, no lograba disfrutar de la escritura”.

-¿Qué imagen de la sociedad se desprende de sus obras?

- Es una mirada oscura de una sociedad que ya en su obra ensayística había pensado y que luego traslada a la obra narrativa. Hablaba de una sociedad que estaba cosificada por la tecnología. Hay que pensar que en  los dos primeros ensayos de Sabato, Uno y el universo de 1945 y Hombre y engranajes de 1951, ya hablaba de sus dudas con respecto de a dónde iba a llevar a la humanidad la técnica y los avances tecnológicos. También hablaba de la vida que llevaban las personas con respecto a las ciudades. Él tenía muchos reparos de la vida en la ciudad, por eso se radica en Santos Lugares. Es la mirada de un ser humano con muchos más interrogantes que certezas, siempre buscando explicaciones que no encuentra y muchas veces ligado por esas cosas que surgen de los sueños o de esos espacios poco definibles, pero que tienen que ver con la metafísica.

- Pasaba el siglo, pasaban todas estas cosas en la vida de Sabato, pero ¿qué pasaba con su compromiso político e ideológico? Siempre queda la sensación de que solo estuvo en el almuerzo con Videla…

 - Eso está rodeado por un gran malentendido y por las rencillas entre grupos intelectuales. Más allá de que puede decirse que no estuvo bien ir a almorzar con Videla, lo que hay que decir también, para mí, para ponerlo en contexto, es que en la década del 50  ya  Sabato participaba en reuniones de la Liga por los derechos del hombre, primer organismo de Derechos Humanos de la Argentina.  En 1975, antes del golpe,  Sabato participaba y es socio fundador de la Asamblea por los Derechos del Hombre. También, durante la dictadura, cuando en Madres de Plaza de Mayo empieza una discusión interna sobre si las abuelas que buscaban a sus nietos tenían o no que generar una entidad o no independiente, Sabato, Pérez  Esquivel, María Elena Walsh  y otros arman un grupo  que él preside y que es la antesala de Abuelas. Si nosotros no tomamos nota de estas cosas, no entendemos el compromiso de la CONADEP. El compromiso de Sabato con las libertades también está expresado en numerosos artículos. Hay muchos de ellos y él era uno de los pocos intelectuales que durante la dictadura  tenía la posibilidad de publicar y publicaba sobre eso.

Ernesto Sabato. El más existencialista de los escritores existencialistas. El autor que logró impactar a Albert Camus, Graham Greene y Thomas Mann con sus novelas. El testigo incómodo del siglo XX e intérprete cabal de la idiosincrasia de los argentinos, el excluido de las universidades. Ernesto Sabato, el inconformista que buscaba romper la dicotomía binaria.

Cierra Morosi afirmando que “Ese inconformismo que tenía no lo dejó disfrutar de la vida, quizás, como pudiera haberlo hecho con los logros que obtuvo. Él necesitaba todo el tiempo sentir el afecto de todos. Arrancó su vida con una  historia muy tortuosa: eran once hermanos y el anterior a él, que se llamaba Ernesto, fallece. A él le ponen el mismo nombre y nunca le dicen bien por qué murió y por qué le pusieron el mismo nombre, ni qué día había nacido, durante mucho tiempo. Creo que eso habla de este Sabato deseando saber y conocer permanentemente. Este Sabato atormentado que no sé si pudo ser feliz. También hay mucha gente que habla de su sentido del humor y de un tipo que todo lo que se propuso lo llevó adelante. Creo que no deja de ser, finalmente, una figura que habla de los argentinos y de la Argentina del siglo XX”.