“Paco” Medina, el emprendedor que intentó hacer de Mar del Plata un pequeño Marruecos

En 1913 el comerciante que había llegado a Mar del Plata con una docena de camellos de una joroba montó en Playa Bristol un negocio que incluía paseos en los exóticos animales.

El 19 de enero de 1913 se realizó la primer carrera de camellos de Mar del Plata. Foto: Diario La Capital

13 de Noviembre de 2022 16:13

La temporada 1913 marcó un hito en la historia marplatense. Ese verano contó con el particular atractivo de paseos en camello de una joroba en la Playa Bristol. Los animales habían sido traídos a Mar del Plata por el comerciante Francisco "Paco" Medina, que había llegado desde las Islas Canarias con una docena de camellos que, en un principio, iban a estar destinados al trabajo agropecuario. Sin embargo, al no adaptarse a las faenas campestres, el empresario decidió darles a los dromedarios una nueva utilidad para recuperar la inversión.

Don Francisco Medina era viudo, tenía 37 años y había llegado a Mar del Plata a mediados de 1912 con una idea innovadora: reemplazar el uso de caballos para tareas rurales por camellos. La idea era, con las ganancias que esperaba obtener, poder traer a la ciudad a sus hijas, que estaban al cuidado de una hermana. 

El proyecto, que contaba con el aval del Ministerio de Agricultura del gobierno de Roque Sáenz Peña, se fundamentaba en la idea que los camellos podrían aventajar a los caballos en las tareas de carga y a los bueyes criollos como animales de tracción. Pero no tuvo en cuenta el temperamento de los animales, que pronto se negaron a ser parte de las tareas de arado y empezaron a entorpecer las labores rurales.

Tras el fracaso estrepitoso de su idea inicial, Medina comenzó a pensar en qué uso podía darle a la docena de animales -todos machos adultos- y pensó que el verano iba a ser ideal para realizar un espectáculo nunca antes visto por los acaudalados bañistas que llegaban a la ciudad disfrutar de sus estancias en la zona. Entonces, sin dudarlo, se puso en marcha para conseguir los permisos necesarios y así realizar la primera carrera de camellos en la playa.

El evento se realizó el domingo 19 de enero de 1913 y fue un éxito absoluto. Los jinetes estaban caracterizados como beduinos con turbantes y rostros pintados de negro para generar un mayor impacto visual. También se levantaron apuestas en la orilla de la playa.

El jinete ganador Josué Quesada obtuvo una medalla de oro y la entrada definitiva a la fama literaria entre los círculos femeninos de la época con la publicación de una veintena de novelas semanales. 

Tal fue la aceptación del público que ese mismo día, el comisionado de la ciudad le otorgó el permiso para comenzar con un nuevo negocio: los “paseos en camello en la playa Bristol para turistas” que se realizaron durante toda la temporada. Ese verano, de acuerdo a la investigación de Santos Suárez Menéndez en "Historia de Mar del Plata", 32.573 personas arribaron a la ciudad y más de uno aprovechó para disfrutar de la particular experiencia dromedaria.

"Paco" Medina veía su alocada idea convertida en éxito pero apenas duró un verano. Para la temporada 1914 el gobierno del intendente Florencio Martínez de Hoz no le renovó el permiso para realizar los paseos en camello porque consideraba que se trataba de una actividad antihigiénica, ya que los camellos hacían sus necesidades en el mismo lugar donde las personas y sus familias reposaban y los días de calor el olor era insoportable.

Entonces, Medina tuvo que buscar otro sector de la costa menos poblado para desarrollar su negocio con los animales que sobrevivían y comenzó a pasear bañistas en las playas del sur de Mar del Plata. No obstante, el temperamento de los animales volvió a jugarle una mala pasada. Poco acostumbrados a las actividades domésticas, terminaban generando inconvenientes a turistas y cuidadores. Incluso, era habitual que mordieran a las personas que intentaban tocarlos y uno de ellos llegó a arrancarle los dedos de una mano a un cuidador.

Con el negocio en desgracia, “Paco” se vio obligado a buscar nuevos horizontes. Al animal que atacó a su camellero lo llevaron a la zona de Playa Grande a realizar trabajos de fuerza, mientras que el resto fueron vendidos. Con sus ahorros y el dinero que obtuvo de las transacciones dromedarias, Medina se dispuso a comprar vacas lecheras para montar un tambo modelo y canchas de tenis que inauguró a principios de la década del '20 y a las que acudían los jóvenes de la época y, entre sets, bebían leche recién ordeñada.