Dos puñaladas, un sospechoso que no fue y 12 años de impunidad: el doloroso final de Rubén Echeverry

Al joven de 26 años lo mataron a dos cuadras de su casa, cuando iba a trabajar a una planta de pescado. Antes de morir, reunió fuerzas para tomar el celular y llamar a su familia. Nadie llegó a comprender sus últimas palabras de agonía. "No sabemos quién fue y la Justicia no investiga", lamenta la sobrina, en diálogo 0223.

19 de Noviembre de 2022 11:17

El 18 de diciembre del 2010, en el muro de la fanpage “Justicia Por Rubén Darío Echeverry”, se publicó: “Ya se va a hacer Justicia. Hay que dejar todo en las manos de Dios y confiar en él. Hay que tener paciencia”. Habían pasado tan solo veintinueve días de la dolorosa partida del joven filetero de 26 años: para ese entonces, no existía ni una mínima sospecha sobre quién lo había matado. Doce años después, la postal de impunidad sigue intacta: la identidad de su asesino aún es un gran enigma sin resolver para la Justicia de Mar del Plata.

A Echeverry lo mataron en la madrugada del 19 de noviembre del 2010. A las 2.15, cuando iba a trabajar a una planta de pescado, recibió en el barrio Cerrito Sur dos puñaladas que le costaron la vida. La muerte, sin embargo, no fue inmediata: con el último aliento, llegó a reunir fuerzas para tomar el celular y llamar al fijo de su casa. Del otro lado del teléfono, la familia contestó pero nadie alcanzó a comprender las palabras de agonía. Pensaron que algo extraño había pasado y, para alejar fantasmas, dos familiares salieron a buscarlo. Nunca imaginaron que lo encontrarían tan pronto, a las dos cuadras, tendido en la calle Fleming al 1700, mientras se desangraba por las heridas.

 

A los 100 metros de la escena del crimen, los mismos familiares localizaron a una persona que solía deambular por la zona. Este hombre llegó a hacer varias preguntas sobre el estado de la víctima y se convirtió en el principal sospechoso que señaló la instrucción dirigida por el fiscal Juan Pablo Lódola. En abril del 2014, llegó a juicio pero fue absuelto: se comprobó que no tenía ninguna relación con el fatídico hecho. Más allá de insistir con la acusación, el agente de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) Nº6 no supo reunir testigos ni pruebas directas que pudieran inculparlo.

Y lo cierto, tras aquel revés judicial, es que los familiares del joven tampoco imaginaron que estarían doce años sin conocer la verdadera cara del asesino, aunque, al mirar en retrospectiva, reconocen que hubo graves fallas en la investigación desde el principio. “En la cuadra donde mataron a Rubén había un descampado con pastos muy largos. A la semana en la que se hizo el rastrillaje por el crimen, fuimos a poner el símbolo de Víctimas del Delito y encontramos el mismo gorrito que él tenía puesto. Así que si eso seguía ahí, no sé ni cómo rastrillaron”, reprocha Daiana, una de las sobrinas.

Rubén se caracterizaba físicamente por el uso de rastas. Tenía 26 años cuando lo mataron. 

A fines del 2015, el Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires ofreció una recompensa de hasta 150 mil pesos para quien aportara datos que permitieran esclarecer el asesinato. Pero tampoco hubo movimientos en Tribunales. “Después del juicio, nos dijeron que se iba a empezar a investigar por otro lado pero no pasó nada. Y nos siguen sin decir nada. La mamá de Rubén ha ido a Tribunales y no le dan bolilla. Siempre fuimos con tranquilidad. Pero ya pasaron 12 años y no hay nada. Se nos agotó la paciencia; nos cansamos. No podemos seguir esperando así”, insiste la joven, en la entrevista que le concede a 0223 al cumplirse un nuevo aniversario del asesinato.

La recompensa que rige desde el 2015 por el caso de Rubén Echeverry.

En el olvido

La hipótesis del robo nunca se consideró por una sencilla razón: el cadáver Rubén Darío Echeverry tenía dinero y todas las pertenencias que llevaba camino a su trabajo. Los investigadores, entonces, entendieron que el crimen había sido el desenlace de una venganza o de algún ajuste de cuentas. Sin embargo, nunca aparecieron voces que justificaran un móvil de este tenor.

En estos 12 años, la familia de Rubén Echeverry encabezó diferentes protestas en busca de Justicia.

“Rubén no debía plata, no tenía bronca en ningún lado. Era un chico bueno, tranquilo, y muy familiero. En las fiestas, él era el que se ponía hacer chistes. Le gustaba mucho la música, tocaba la guitarra. La verdad que no sabemos quién hizo esto. No sospechamos nada. Pero para eso está la Justicia. Ellos tienen que decir quién fue”, dice la sobrina.

La repentina y anticipada ausencia de Echeverry también alteró para siempre el destino de su familia. “A todos nos pegó distinto: mi mamá empezó con taquicardia, vive llorando y se vino muy abajo, y mi bisabuela, que sería la abuela de Rubén, se murió de angustia. No lo soportó”, lamenta, y añade: “Todavía hoy vemos una foto de él y nos largamos a llorar. Quizás estamos viendo la tele y pasan otro homicidio y también empezamos a llorar. Nos cambió la vida”.

Hoy, la causa por el crimen de Rubén Echeverry se encuentra en manos de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) Nº7 pero tampoco muestra avance alguno. La familia del joven filetero tiene previsto movilizarse en estos días a Tribunales para pedir que eso cambie por temor a que las autoridades dicten la prescripción definitiva del expediente después de tantos años sin novedades.

“No puede pasar eso. Nos tienen que escuchar y seguir investigando. Si tienen que llamar de nuevo a sus compañeros de trabajo, a los amigos, a la familia, los vecinos, a quién sea, que los llamen a declarar de nuevo pero esto se tiene que resolver alguna vez. No puede ser que quede así, como si Rubén no valiera nada”, reclama Daiana.