El relato de una crisis permanente

El dólar otra vez fue el tema de la agenda de todos los medios. Pero atención: entre tanta angustia es necesario construir un mensaje de esperanza para todos.

El dólar fue la noticia de la semana.

Sí, pasó de nuevo. El dólar volvió a aparecer en las placas de los canales de televisión, en los portales de noticias, en las voces de los periodistas que vuelven de la realidad un espectáculo. Como esos días de 2019, cuando el dólar parecía que no tenía techo y estábamos especulando con el fin del país, volvimos a sentir las señales de alarma, la sensación de angustia y desesperación, pensando en cómo vamos a llegar a fin de mes, esperando volver a estabilizarnos en este círculo eterno que es nuestro país.

Sin embargo, hay que parar la pelota. Las especulaciones financieras y la enorme inercia inflacionaria son alimentadas por el rol que tienen los medios de comunicación en la construcción de un relato de crisis permanente. Los políticos y los comunicadores tenemos la responsabilidad de traer tranquilidad a la gente, no de crear una bola de nieve donde una corrida lleva a la locura, y la locura lleva a otra corrida, y así sucesivamente. El riesgo de una devaluación siempre está en la posterior aceleración inflacionaria, pero es nuestra cultura de indexar los precios al dólar lo que hace que las cosas se disparen.

Muchos de los principales contendientes electorales a nivel nacional hacen declaraciones sumamente irresponsables ante los principales empresarios del país, como que una eventual dolarización es inminente. Informes empresarios han afirmado que para dolarizar la economía hay que llevar el tipo de cambio a un dólar equivalente a 8000 pesos. La ecuación es clara: si el billete verde va a estar el año que viene a 8000, entonces hoy un dólar a 500 es un negocio. De esta manera, alimenta la dolarización de los activos y el aumento del precio de la divisa.

Esteban Poloni pidió confiar en el país y la ciudad.

 

A pesar de la enorme crisis que estamos viviendo y la angustia que están padeciendo los ciudadanos y vecinos de a pie, tenemos que pensar en las oportunidades que se avecinan. Argentina está condenada al éxito: disponemos de enormes recursos naturales, humanos y logísticos. Tenemos sectores de altísimo valor agregado -como la industria del software- que pueden duplicar las exportaciones en pocos años y, además, estaríamos encaminados a la solución de un problema de larga data: la restricción externa. La imposibilidad de contar con dólares genuinos a través del superávit comercial nos ha impedido generar una estrategia de desarrollo que permita generar trabajo de alta calidad.

Aquí en Mar del Plata, la situación es similar. Tenemos enormes oportunidades y la salida no es Ezeiza. Los empresarios seguimos invirtiendo y creo que todos preferimos sostener nuestras empresas y seguir generando empleo. Realmente, si se me permite confesar, nunca vi a tantos colegas invirtiendo como en este momento. Sin embargo, este crecimiento económico no ha sido acompañado de una estrategia de desarrollo para la ciudad, donde los vecinos sufren los mismos problemas de siempre. Tenemos que llevar a los mejores profesionales a construir las soluciones inteligentes que necesitamos y, así, consolidar una ciudad inteligente para los vecinos. Confiemos en nuestro país y en nuestra ciudad. Entre tanta angustia, construyamos un mensaje de esperanza para todos.