“El sistema está preparado y predispuesto a la obesidad, pero también hay un vacío que se tapa con comida”

La psicóloga Sandra Tamburini explica que la obesidad es algo más que una cuestión biológica. Aprovechando la visibilización del tema que provocó la película "La Ballena", el Colegio de Psicólogos propone un conversatorio sobre el tema el viernes 21 de abril a las 19.

La película La ballena (The Whale) ha provocado una mirada un poco más atenta sobre la obesidad.

5 de Abril de 2023 08:17

La película "La ballena" (The Whale) por la que Brendan Fraser ganó su primer Oscar, ha provocado una mirada un poco más atenta sobre la obesidad. En ella se narra la historia de Charlie, un profesor que padece obesidad severa y que, alejado de los que quiere y lo quieren, lucha por recomponer la relación rota con su hija a quien abandonó a los ocho años. Solo espera su momento de morir.

El tema se ha instalado de tal manera que el propio Colegio de psicólogos y psicólogas de esta ciudad desarrollará un conversatorio sobre la película en el mes de abril, para continuar con la difusión de los cuidados y las consecuencias de la obesidad, aprovechando el empuje que la película le ha dado al tema.

“A mí me parece fantástico lo que provocó la película, porque no solo te permite pensar la obesidad desde la biológico, sino desde todos los otros aspectos” comienza diciendo la representante y miembro de la Comisión directiva de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios, la psicóloga Sandra Tamburini (MP: 45554).

La obesidad, durante años, ha tenido siempre un abordaje solo desde el campo médico. Pero en los últimos años se ha comenzado a tratar a los perpetuadores de la obesidad desde múltiples factores.

La película La ballena (The Whale) ha provocado una mirada un poco más atenta sobre la obesidad.

“Los factores psicológicos son cada vez más a como se ven en la película. Son sostenedores, perpetuadores, y te diría que agravantes del desarrollo de la obesidad para aquellos que, obviamente, tienen una predisposición genética. Quiero decir, tenemos una predisposición genética pero es nuestra cabeza la que termina de definir si esa problemática se desarrolla o no” comienza explicando Tamburini.

Tenemos todo un sistema y una industria que colabora para que no dejes de comer alimentos altos en grasas y azúcares. Pero también hay una cuestión neurobiológica. La industria sabe muy bien esto y lo aprovecha. Tenemos, los seres humanos, un sistema neurológico de “recompensas” que hace que cuando estás en un nivel de estrés, por decir algo, comés comida que te gratifica. Funciona como un estabilizador emocional, como un antidepresivo. Tamburini amplía: “Existe la cultura de la comida chatarra, es cierto, pero también es cierto que no se puede poner un límite. A veces se necesita ese nivelador emocional porque hay un desbalance psíquico que hay que ver de qué se trata. Quiero decir que el sistema está preparado y predispuesto a la obesidad, pero también hay un vacío, un silencio, que se tapa con la comida como si fuera una droga. En la película, él no puede dejar de consumir. De hecho, hace un intento cuando se asusta un poquito, cuando le toman la presión y pide que llamen al 911. Él tuvo un gesto de dejar de comer porque se asustó, pero cuando ve lo grave que está, y que se puede morir, compensa de nuevo eso con la comida”.

-¿Esos son los casos extremos o esa situación se da en todos los casos?

-La cuestión en la sociedad se fue agravando. Desde la mirada médica y nutricional, se apunta a la industria alimentaria, que tienen responsabilidad como la tuvieron las tabacaleras en su momento. A esto hay que sumarle la “solidaridad” de los medios de comunicación que hacen que todos y todas funcionemos como los perros de Pavlov sin poder discriminar qué consumimos. Pero además, vivimos en un ambiente muy estresante. Y suele verse, sobre todo después de la pandemia, a la comida como un “quitapenas”. El tema es cuando el placer se desvirtúa en auto-flagelo, pasamos a ser prisioneros de la comida y se convierte en algo adictivo y yo dejo de ser dueño de mis actos. Todo es muy complejo. Porque a esto hay que sumarle lo social. Ahora está en boga el tema de la “gordofobia” y ahí encontramos una contradicción, porque hay una sociedad que marca cómo debe ser tu cuerpo, que no tenés que envejecer, cómo debés ser, pero la mayoría de las veces el primer bullying viene de la familia. También existe una fuerte autosegregación que hace el o la paciente. En la película está claro cuando él le dice a su hija: ‘¿Quién va a querer salir con alguien así?’. Cuando está en juego la autovaloración, el primero que se identifica con el otro que lo discrimina es el paciente. Él está de acuerdo con que no vale y se siente culpable.

Hay una sociedad que marca cómo debe ser tu cuerpo, que no tenés que envejecer, cómo debés ser.

En psicología ya hace bastante que se da el debate sobre si la depresión es causa o consecuencia de la obesidad. Los profesionales aseguran que no se puede determinar que es primero porque estos se van tramando. Una vida que tiene frustraciones, y que no pueden ser procesadas de otra manera que no sea comiendo, es así porque se aprendió. Lo primero es ver cómo hemos sido criados a la hora de comer. Tanto problemas como tratamientos se van tramando, se van gestando en una unidad.

-Lo primero es aceptar la situación por la que está pasando uno, ¿y luego de eso qué sigue?

-Es un camino muy difícil y en el que debe ser sostenido por muchas personas, por la familia, para poder empezar. En casos extremos, como el de la película, en algún momento vos vas a tener que vértelas con vos mismo. Le podés echar la culpa a la industria, a la sociedad, pero en algún momento vas a tener que enfrentarte para dejar de ser cómplice en ese sostenimiento. La obesidad se fagocita a la persona. Todos coinciden en que hay que bajar de peso, hasta la misma persona, pero sabemos también que hay que meterse en lo que está debajo porque suele ser urgente y en muchos casos está en riesgo la vida. Desde lo nutricional hay que desarrollar un sistema, pero también necesito saber por qué se está en esa situación y con qué plan b puedo remediar la situación cuando me siento frustrado. Debo desarrollar un mapeo interior primero, pasar en limpio todo eso que está oculto.

-Lo central en la película es el drama que sufre la persona. Ante esos dramas ¿cómo actúa la sociedad? ¿Qué pasa con la estima?

-Quiero remarcar esto: cuando la persona aprendió a canalizar las frustraciones comiendo es porque aprendió a hacerlo así. Pero también hay una sociedad que ha marcado y marca aún. Pero no olvidemos que, como dije, en algún momento debemos enfrentarnos a nosotros mismos y ver qué nos pasa. En la película, la hija le pregunta qué le pasa y él no puede responder. No se suicidó de golpe, peor, fue autoflagelándose de a poco porque no pudo elaborar el duelo, la pérdida de pareja, el abandono de su hija, la culpa, un montón de cosas que es propio de la depresión. Otra cosa es verse en esa situación y entrar en la desesperación de bajar de peso y ahí entran a jugar las fórmulas mágicas: pastillas, tratamientos súper rápidos, dejar de comer. Entonces, te vas recortando de la sociedad, te imponés inhibiciones, comienzan los pensamientos negativos del autoflagelo que tienen, en mayor o menor medida, casi todas las personas que no se aceptan como son. Primero aceptar lo que nos pasó y luego aceptar el tratamiento.

La situación es mucho más compleja, socialmente, de lo que se difunde. Sandra Tamburini fundó en 1996 TINO (Tratamiento Interdisciplinario en Nutrición y Obesidad), donde un grupo de psicólogos, médicos y nutricionistas abordan el tema. También preside la comisión de Psicología, alimentación y obesidad del propio Colegio de psicólogos y psicólogas de la ciudad de Mar del Plata. Y ella, como voz autorizada, informa que “la obesidad infantil, hace treinta años, era algo excepcional. Ahora ya tenemos grupos de tratamiento. La última estadística en el país indicó que aumentó en un 50 por ciento la cantidad de casos. Si queremos hacer algo de prevención, es con los chicos, casi te diría con las embarazadas. Esa sería la prevención real porque una vez instalada la obesidad o el sobrepeso hay que tratarlos en todos los niveles”.

Sandra Tamburini fue la fundadora de TINO, Tratamiento Interdisciplinario en Nutrición y Obesidad.

-¿La situación se manifiesta cada vez más en la niñez?

-En el TINO empezamos ya hace años a tener programas infantiles. Al trabajar con los padres y las madres ves muchas cosas. Desde la preocupación por no saber qué hacer, hasta los condicionamientos por el estilo de vida que se lleva. Una ve que hay padres que le dan el celular al chico para que se quede quieto y otros le dan comida. Entonces ahí es donde hay que empezar a trabajar, a armar lo neurobiológico. Quizás mi sobrepeso responde a quienes marcan la pauta alimentaria del hogar, que son los padres y las madres. Un caso que suele aparecer es que uno o una de los hijos es más delgado que el otro, entonces la actitud es darle todo a ese. Sin pensar en la salud y sin pensar en cómo sentirá y que valoración hará de la diferencia el o la restante. O también que los padres y las madres proyecten sus propias frustraciones y modifiquen la conducta alimentaria de su familia. Por eso hay que trabajar con la familia y, muchas veces, primero con los adultos y luego con el resto.

La película "La ballena", quizás, propició una gran oportunidad para enfrentar y trabajar sobre un tema que está resultando muy caro a la sociedad en todo el mundo. Transitamos un momento de la historia donde hay que estar muy atentos a la situación. Que no pase como un tema superficial o que solo incluya la cara médica, o la social, sino un enfoque más interdisciplinario y cultural.