Fue apropiada, lo descubrió a los 38 años y encontró a su papá en Córdoba: la increíble búsqueda de Sabrina

Después de 2 años y con el resultado de una prueba de ADN que un laboratorio reveló hace tan sólo 20 días, la nutricionista de Mar del Plata comparte su primer Día del Padre con Mario. "Es uno de los momentos más felices de mi vida", asegura Sabrina, a 0223.

Sabrina, Mario, y un abrazo que se hizo esperar por décadas.

18 de Junio de 2023 08:01

Hace tan sólo veinte días que Sabrina Rocca puede decir que Mario Eduardo Garrido es su papá. El miércoles 24 de mayo, cuando viajó a Córdoba capital y coincidió por primera vez con aquel hombre de mirada amable para hacerse el estudio, supo de corazón que la búsqueda había terminado. Mario tuvo la misma sensación, y se lo transmitió el jueves, por teléfono. “Buen día, hija”, le dijo, y ella, del otro lado, en el hotel, no pudo – o no quiso – contener tanta felicidad en el cuerpo y empezó a llorar. Los resultados del laboratorio llegaron tres días más tarde. La prueba de paternidad fue contundente: sí, el ADN de Sabrina y Mario es genéticamente compatible en un 99,99%.

Este Día del Padre encuentra a Sabrina de festejo en Cosquín, una pequeña ciudad de Córdoba rodeada de sierras, en una misma mesa junto a Mario, la tía Raquel, cinco hermanos, abuelos y un importante número de primos. “Encontré una familia gigante, increíble, que está encantada de conocerme, que está feliz de que haya aparecido. Son un montón, son todos súper amorosos, y organizamos una tremenda fiesta para disfrutar juntos el domingo, como tiene que ser. Estoy pasando por uno de los momentos más felices de mi vida”, asegura, todavía con emoción, la nutricionista de Mar del Plata, en una entrevista que le concede a 0223.

Ahora que conoce la identidad que intentaron negarle durante casi cuarenta años, que sabe cuáles son sus raíces, Sabrina sólo trata de conectar con las nuevas sensaciones que le regala la vida: “Estoy sintiendo cosas que nunca me habían pasado. Yo tengo dos hijos y siempre me ocupé de que estén bien abrigados, limpios, que no les falte nada; estoy en otro lado y sigo pensando en cómo estarán. Y ahora me pasa lo mismo con este señor que acabo de conocer. Quiero saber cómo está, quiero estar tranquila de que está bien, y nunca me había preocupado tanto por alguien que no fueran mis hijos. Dicen que la sangre tira, y creo que eso estoy experimentando”.

La apropiación

Sabrina Lucía Rocca nació el 3 de septiembre de 1982 en Valle de Punilla, es licenciada y profesora en Nutrición, egresada de la Universidad Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino (Fasta), y cuenta con un emprendimiento gastronómico familiar desde hace años en Mar del Plata. El 16 de abril de 2021, nueve meses después del fallecimiento de la persona que siempre nombró como “mamá”, dos amigas íntimas de la mujer rompieron el pacto de silencio y se comunicaron con el esposo de Sabrina para decirle que fue adoptada. En busca de información más precisa, el marido también consultó con una de las hermanas de la madre de crianza y descubrió la verdad: ella había sido apropiada.

A Sabrina le costó reconstruir el confuso hilo de la apropiación que sufrió en Córdoba. El padre que la crió negó los hechos hasta que un día se quebró y confirmó la historia: se justificó diciendo que su esposa “tenía un problema” para concebir hijos y evitó dar mayores detalles. En los papeles, al menos, consta que el nacimiento se registró en la antigua clínica Santa Lucia de Cosquín, donde se habrían vendido bebés en los tiempos oscuros de la dictadura, y que el médico que intervino en el parto fue Antonio L. H. Di Gennaro (M.P 792).

La clínica cordobesa donde nació Sabrina se reconvirtió en una residencia de larga estadía.

“Lo que me contó mi papá (no biológico) es que me fueron a buscar en un Fiat 600 y que él no fue, que fue mi mamá con el contacto que les pasó de la clínica un casinero que ya había comprado una nena en el mismo lugar. Entonces, mi mamá fue a buscarme a Córdoba con esta persona, y se volvieron conmigo, pero lo raro es que mi partida de nacimiento está firmada por mi papá, así que esa parte no la sé muy bien”, cuenta, y aclara: “Yo fui anotada en Córdoba, pero me trajeron directamente a Mar del Plata y siempre viví acá. Incluso tengo entendido que todos me estaban esperando cuando llegué del viaje. Y todos, también, mantuvieron un silencio absoluto: nunca nadie me tiró una pista de que yo había sido adoptada en esas condiciones”.

Una casa “incómoda”

El cuerpo, sin embargo, ya había dado más de una pista durante la infancia y la adolescencia. Sabrina dice que, desde que tiene uso de razón, padeció una incapacidad para “integrarse” a su familia en Mar del Plata. "Yo tendría cuatro, cinco o seis años, era muy chica, y recuerdo estar en mi casa sentada en la cocina con mi mamá al lado y tener la sensación de extrañar a mi mamá", grafica, y comenta: “Ese sentimiento de no formar parte me acompañó siempre. Encima tenía una personalidad muy diferente y no encajaba con mi papá o mi mamá; no me atraía mucho lo que ellos elegían para salir y divertirse. Entonces crecí de una manera muy introvertida y solitaria”.

Cosquín es una ciudad alejada de Córdoba capital y rodeada de sierras.

“Me acuerdo que todos los que nos conocían decían que yo era una especie de extraterrestre porque era diferente a todos, y un poco como que me cargaban con eso. Y yo, de alguna manera, lo sufría porque no me terminaba de sentir cómoda en mi propia casa. Esto lo puedo ver y decir ahora que soy grande, que pasé por esta búsqueda, pero en su momento no me daba cuenta y siempre estaba enojada sin entender bien cuál era la razón”, apunta.

De Alemania al pueblo de Julián Álvarez

Sabrina Rocca pasó días de mucha angustia e incertidumbre. No le resultó fácil aceptar, de un momento a otro, que su vida se había construido sobre la base de una mentira. Pero tampoco le fue difícil reunir valor para salir en busca de sus orígenes. Cuando supo la verdad, no dudó y tomó pronto la decisión. “Empecé a buscar ni bien me enteré porque, como yo extrañaba, quería saber si del otro lado también había alguien pensando en mí. Esa fue la motivación más importante que tuve”, explica.

My Heritage cuenta con miles de millones de registros históricos globales.

La búsqueda fue prácticamente virtual. Primero comenzó con publicaciones en Facebook, difundiendo lo poco que sabía de sí misma en distintos grupos. Y por el aporte de un usuario, también se valió de la ayuda de My Heritage, una herramienta online, de amplio uso en todo el mundo, que permite crear árboles genealógicos, subir y compartir fotos, y bucear en miles de millones de registros históricos globales. “My Heritage es un sitio bárbaro porque te mantiene conectado permanentemente con gente de cualquier parte. Tu resultado todo el tiempo se está comparando con los nuevos análisis que ingresan al sistema, y como es un sistema internacional que se va actualizando, te permite estar relacionado con el resto del planeta”, resume.

Así, el 25 de diciembre de 2022, a través del chat de la plataforma, Sabrina recibió el saludo de Caterina, una de sus primas. Hasta entonces, sólo sabía que se trataba de una joven que vivía en Alemania, que también había nacido en Valle de Punilla y con quien compartía “una coincidencia genética mayor a lo habitual”. Caterina luego la derivó con Patricia, una mujer de Calchín, el mismo pueblito donde nació el delantero campeón de mundo Julián Álvarez, quien le sugirió rastrear el apellido Garrido en las zonas de San José de la Dormida y Cosquín.

 “Sos igualita”

Gracias a esa guía, un par de días más tarde, Sabrina hizo contacto por Facebook con Raquel Garrido. La mujer, emocionada, le escribió por las “fotos tan familiares” que había publicado la nutricionista en las redes. “La verdad es que me empezaron a escribir un montón de Garridos que me deseaban suerte, y recién ahora entiendo que eran familiares míos. Raquel estaba emocionadísima y sorprendida porque decía que mis fotos le hacían acordar a ella misma cuando era chica”, afirma.

Sabrina con Raquel y Mario, junto su esposo e hijos.

Los chats se prolongaron por casi cinco meses y en el intercambio casual de imágenes y recuerdos fue evidente el parecido entre Sabrina y Mario, uno de los siete hermanos de Raquel: “La similitud física era tremenda. Hoy la foto con mi papá está difundida y se puede ver que somos muy parecidos. Por eso con Raquel empezamos a hablar en ese sentido, en tratar de coincidir para realizar la prueba de ADN. Ella habló con él y ante la sorpresa no dudó en hacer el estudio”.

El primer abrazo

Sin saber quién era realmente, Sabrina abrazó a Mario Eduardo Garrido el 24 de mayo, en las puertas del Laboratorio de Inmnogenética y Diagnóstico Molecular (Lidmo) de Córdoba. “Ahí viví en carne propia eso que dicen de que la sangre tira. Cuando lo vi, yo ya sentía que lo quería, sentía que lo amaba, sentía que lo quería abrazar. Era una locura que no podía explicar porque estaba sintiendo cosas por un hombre que nunca había visto en mi vida. Fue una emoción tremenda”, recuerda.

La prueba de ADN concluyente del 29 de mayo.

Sabrina y Mario no dejaron de hablar por teléfono en los cinco días que debieron esperar hasta conocer el veredicto final de la ciencia. Así descubrieron un sinfín de coincidencias: ninguno toma vino, a ninguno le gusta cocinar, aman el café y tienen, además, el mismo grupo sanguíneo. “Al otro día, cuando él me llamó y me dijo ‘buen día, hija’ me largué a llorar. Me cayeron todas las fichas juntas. Fue el momento más emotivo de todo este tiempo porque pude liberarme y llorar sin que importara nada. Me miraba todo el mundo en el hotel de Córdoba y yo estaba feliz de la vida: sentía que ya había encontrado a mi papá. Después el resultado de ADN lo confirmó y sabía que eso iba a pasar, lo sabía, pero necesitaba confirmarlo”, confiesa.

El único rastro

Ahora Sabrina intenta reconstruir el lazo materno. La única referencia clara que tiene al respecto surge de un recuerdo de la mamá de Mario y Raquel: “Ella le contó a Raquel que hace 40 años supo de una vecina que estaba embarazada. La chica quería entregar al bebé porque no lo podía criar. Entonces, la mamá de Raquel se acercó y le pidió que no lo entregara, le dijo que ella se lo iba a criar y así podría verlo cuando quisiera pero la chica no aceptó. Y del bebé no se supo nunca más nada porque supuestamente había muerto al nacer. Eso fue lo que dijo la mamá cuando le volvieron a preguntar mucho tiempo después”.

“La historia, entonces, se cerró ahí. Pero esa historia coincide con que tanto yo como ese bebé tendrían la misma edad, que nacimos en el mismo lugar y en la misma clínica. Y cuando me mandaron las fotos de la chica que había entregado al bebé da la casualidad que es igual a mí, es un calco. No me puede negar porque somos idénticas”, asegura la nutricionista, y agrega: “Cuando vi esa foto no podía hablar. Me largué a llorar porque no podía creer que estaba viendo a mi mamá. No hay dudas de que es ella. Todos los que estaban mirando las fotos conmigo decían que somos iguales”.

“No hay que bajar los brazos”

Se estima que apenas una de cada catorce mil personas encuentra su origen. Sabrina tuvo muy presente el dato a la hora de comenzar la búsqueda pero no le importó: nunca bajó los brazos. “Yo me lo propuse y lo logré: a mi papá lo encontré en un barrio chiquito, medio alejado, rodeado de sierras, y sigo sin creer hasta dónde tuve que llegar para encontrarlo, pero así fue. Moví cielo y tierra, busqué siempre todos los medios posibles y terminé viajando a Córdoba con mi marido y mis dos hijos, que me acompañaron en todo momento, para la prueba de ADN. Con mi esposo trabajamos muchas horas al día, y me organicé como pude para no interrumpir la búsqueda. Jamás me frenó nada”, remarca.

“Nunca bajé los brazos y no lo voy a hacer. Y creo que el mensaje que puedo dar es ese: que no hay que bajar los brazos, que hay que recurrir a todos los medios que están al alcance para tratar de alcanzar el propósito que uno tiene en mente. Yo hice eso y me fue bien. Siempre con la ayuda de Dios, siempre para adelante, siempre firme en mi propósito, en mi decisión, en lo que yo quería hacer y así logré lo que tanto deseaba. Hoy puedo decir que estoy disfrutando de una recompensa enorme”, concluye Sabrina.