Sol, arena y mar: cómo eran los días de playa de las primeras temporadas marplatenses
La primera temporada oficial en la ciudad coincidió con la llegada del ferrocarril en 1886. De acuerdo con algunos documentos, los baños se iniciaron frente a la zona de Luro y San Martín, entre Corrientes y Entre Ríos, frente al “Gran Hotel” y “La Amueblada” de la actual Avenida Luro.
Por Redacción 0223
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A fines de 1880 se creía que los balnearios eran sinónimo de salud. Pasar una tarde en la costa era beneficioso para el cuidado de la piel, aliviar el dolor articular y las personas con problemas respiratorios. Pero, no todos podían disfrutarlos: acceder a la playa era un beneficio del que gozaba la clase alta porteña que tenía como principal destino de ocio la playa marplatense.
La primera temporada oficial en la ciudad coincidió con la llegada del ferrocarril en 1886. De acuerdo con algunos documentos, los baños se iniciaron frente a la zona de Luro y San Martín, entre Corrientes y Entre Ríos, frente al “Gran Hotel” y “La Amueblada” de la actual Avenida Luro.
En “Balnearios y Guardavidas”, Mercedes Inés Monteverde sostiene que a medida que se incrementaba el turismo, temporada tras temporada, iba creciendo el número de Balnearios y Bañeros que utilizaban una casilla de madera para el cambio de vestimenta.
La casilla en cuestión era tirada por caballos desde la rambla y, una vez ubicada sobre la arena se la utilizaba para ponerse el púdico traje de baño y, el calzado especial con el que se debía entrar al agua. Desde el cambiador hasta la orilla del mar los bañistas se cubrían con una capa "larga y decorosa". Esta experiencia podría ser incómoda para las bañistas influyentes de la aristocracia porteña que, ante las actitudes de algunos hombres, al punto que llegaron a quejarse ante el Gobierno de la Nación, a cargo de Juárez Celman.
De acuerdo a las publicaciones de la época, el primer reglamento de baño que indicaba que hombres y mujeres debían estar separados por sexo se promulgó el 5 de enero en 1888 por Ordenanza Municipal, ante el avance del turismo, las autoridades consideraron necesario establecer un control más exhaustivo.
“Se ha encargado a la receptoría de rentas de Mar del Plata de la policía de la ribera y costa en la parte sometida a la jurisdicción nacional. La expresada repartición queda encargada de proyectar un reglamento para los baños de mar en la localidad y remitirlo a la mayor brevedad al Ministerio de Hacienda. Se funda esta resolución en que es un deber de las autoridades nacionales velar por el orden y por el decoro público, en los puntos sometidos a su jurisdicción", publicaba el diario La Nación el 5 de enero de 1888.
Para velar por el orden y decoro se colocarían seis boyas que servían a los bañistas de anuncio de peligro, se construiría una rampa y se establecería un servicio de vigilancia de playa.
El reglamento de baño constaba de siete artículos bien claros, se prohibía el baño nudista, los trajes de baño debían cubrir desde el cuello a la ardilla al bañista, no se permitía compartir el espacio marítimo por sexo, excepto que se trate de un familiar. “no podrán bañarse los hombres mezclados con las señoras a no ser que tuvieran familia y lo hicieran acompañando a ella”, indicaba el reglamento. En la misma línea establecía que los hombres debían mantener una distancia de 30 metros de las mujeres y se les prohibía utilizar instrumentos de larga vista mientras las mujeres permanezcan en el agua. Además se prohibía el ingreso al agua de mar de animales y las acciones deshonestas o contrarias al decoro.
El resultado de la implementación del reglamento fue la aprehensión por 48 horas de 16 caballeros por infracción, a los que además se los multó con la suma de dos a cinco pesos dependiendo la gravedad de la infracción.
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