La historia de la Usina del puerto: una deuda con los marplatenses que podría llegar a su fin
Construido en 1928, el edificio -que se encuentra abandonado- es uno de los últimos exponentes locales de la llamada “arquitectura de hierro y vidrio”, característica de la revolución industrial.
La Vieja Usina del Puerto es una deuda de los marplatenses” declaró este lunes el intendente Guillermo Montenegro al anunciar que junto a su equipo trabajan en un proyecto para concesionar y revalorizar el espacio que está bajo la órbita municipal desde 1991 y que considera tiene “gran potencial para la zona”.
Lo cierto es que la Vieja Usina del Puerto funcionó desde 1928 hasta 1950, cuando comenzó la tarea de la actual central eléctrica 9 de Julio y, desde entonces permanece abandonada. Si bien hubo varios anuncios de proyectos para revalorizar el espacio, ninguno pudo llevarse a cabo.
Hágase la luz
La llegada de la electricidad a la Argentina como herramienta para abastecer a los servicios públicos hizo que, rápidamente, las familias más acaudaladas del país quisieran incorporar esta novedad en sus viviendas y en las calles que transitaban. La primera ciudad en la que hubo alumbrado eléctrico fue La Plata, en 1883, y quince años más tarde Mar del Plata tuvo su primer experiencia con el novedoso sistema de energía.
Así, la primera concesión de servicio eléctrico en Mar del Plata se otorgó el 9 de mayo de 1898 a Roux y Deyacobbi, dos vecinos de la ciudad que habían conformado una Sociedad Emprendedora. La usina, conocida como Usina Pueyrredón, se ubicó en la orilla del Arroyo Las Chacras, a escasos 200 metros de la plaza central, y tuvo como primera tarea instalar 80 focos de 500 bujías, en temporada, y 45 en invierno -tenían un costo de 37 pesos por lámpara y por mes- para alumbrar las calles céntricas de la ciudad que durante la temporada funcionaban hasta las 3 de la madrugada, y en invierno hasta la una.
Pero el crecimiento de la ciudad, con el consiguiente aumento de la demanda de energía eléctrica y los problemas que solían ocasionar por el desborde del arroyo, hicieron que se determine la construcción de una nueva usina, emplazada en la zona del puerto.
Los trabajos – que estuvieron a cargo de la empresa Christian y Niellsen- se iniciaron en 1927 y, tras una breve etapa de funcionamiento de ambas usinas, las maquinarias del centro fueron desmanteladas y en su edificio se instalaron las oficinas comerciales de la compañía, inaugurada el 25 de enero de 1928 en un predio de forma triangular que abarcaba tres hectáreas: desde el ramal de vías del Ferrocarril del Sud, que llegaban al puerto, y el Arroyo del Barco, que abastecía de agua para la actividad, funcionó hasta la década del 50.
Reminiscencias de la Revolución Industrial en Mar del Plata
La construcción original, explica la Doctora en Historia Fabiana de Laurentis, constaba de tres cuerpos: una nave central de 91 metros de largo y 20 de ancho, destinada a la sala de máquinas con una estructura independiente que sostiene un puente-grúa, y dos cuerpos grandes de espacios vidriados con cabriadas metálicas y chapas de fibro-cemento contenidos en una fachada de piedra. Una estructura que evocaba la primer etapa de la Revolución Industrial
Originalmente fue dotada de tres grupos Diésel de 1000 HP cada uno, luego de los dos primeros años de funcionamiento, debió incorporar dos máquinas más de iguales características. En ese mismo año, 1930, la concesión fue transferida a la Compañía de Electricidad del Sud Argentino.
Ubicado en la intersección de las calles Padre Dutto e Irala, el edificio, considerado como uno de los últimos exponentes locales de la llamada “arquitectura de hierro y vidrio”, propia de la revolución industrial, se mantuvo en actividad afrontando las crisis generadas por la Segunda Guerra Mundial (cuando debido a la escasez de combustible se llegó a quemar trigo para hacer funcionar las maquinarias) y los bombardeos a los depósitos de YPF en el puerto de Mar del Plata durante la Revolución de 1955.
El comienzo del ocaso
El crecimiento demográfico de la ciudad y el incesante aumento de la demanda de energía eléctrica reclamaron nuevos modos de abastecimiento. Así, en 1950, se inició la construcción de la Central termoeléctrica “9 de julio”, también ubicada en la zona del puerto, que la reemplazó para fines de la década y aún se mantiene en actividad.
Desde 1950, la Vieja Usina del Puerto quedó abandonada, a merced del desgaste por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento, el vandalismo y las inclemencias que presenta Mar del Plata.
Hasta 1990 nadie mostró interés en la construcción. Fue ese año cuando el Congreso de Preservación del Patrimonio Arquitectónico y Urbano, la cátedra de Diseño Urbano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Mar del Plata presentó un informe que contenía los lineamientos para la puesta en marcha de un Programa de rehabilitación del área de la Vieja Usina.
Un año más tarde, en 1991, el edificio fue declarado bien cultural de interés patrimonial y transferido a la municipalidad, a título gratuito, en 1996, con el objetivo de que en el lugar se cree un “Centro Cívico, Administrativo y Cultural del Puerto”, pero quedó sin efecto.
Lo que siguió fueron 15 años más de olvido. En 2011, el municipio firmó acuerdos con el Consulado Italiano en la ciudad y la Asociación Civil Commissione per la Cultura Italiana a Mar del Plata, para la creación del Centro Cultural Italiano, llevándose a cabo un concurso abierto para la presentación de proyectos. El ganador fue el proyecto que contemplaba la creación de una “Usina de Cultura”. Entonces comenzaron las obras lentamente, pero dos años más tarde se detuvieron por falta de fondos.
Así, desde 2013 la Usina volvió a quedar a la deriva y se convirtió en un lugar de visita para ciclistas, fotógrafos y curiosos. Ahora, el anuncio del gobierno de Guillermo Montenegro pone en foco el espacio que supo ser el lugar de luz del municipio.
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