Pequeña enciclopedia mental es lo nuevo del poeta Santiago Venturini

Surgido de columnas para un periódico y de los 29 tomos del Diccionario Hispanoamericano. Pequeña enciclopedia mental es un viaje al pasado y a las lecturas de Santiago Venturini. Toda una experiencia de lectura.

Pequeña enciclopedia mental es el nuevo libro de Santiago Venturini

2 de Junio de 2024 12:03

“En realidad, me parece raro que esté el libro en sí, porque cada libro funciona como un objeto nuevo, entonces no veo que haya algo totalmente diferente a lo que pasaba con las columnas periódicas. Porque cuando uno escribe para la prensa cada 15 días en un periódico les da a los textos otra inmediatez, otra llegada a los lectores y ahora en el libro las veo como con otro alcance”, comienza diciendo Santiago Venturini sobre su nuevo libro Pequeña enciclopedia mental (Ediciones UNL – 2024). Y agrega, “Su edición me dio mucho trabajo, de hecho, hay muchas columnas que quedaron afuera porque tenían sentido en la inmediatez de la situación, eran muy coyunturales sobre algo que estaba pasando y que era vigente en ese momento. Después me senté a retrabajar las demás y hacer que los textos tuvieran otro peso y que el libro tuviera cierto hilo conductor. Que, además de las columnas, se contara como un relato más grande en la sucesión de las entradas”.
Pequeña enciclopedia mental surgió de las columnas que Venturini escribía para una revista quincenal. La idea era que cada una de ellas surgiera de alguna lectura, cita o libro que el autor referenciara. Pasado el tiempo se convirtió en libro bajo la forma de diccionario, donde cada entrada por letra muestra una de aquellas columnas revisitadas por el autor.


“Lo que había pensado en primer término era una especie de antología de las columnas, pero era lo que menos me convencía. El primer paso fue agruparlas y ver cuáles servían para un eventual libro y cuáles no servían. Entonces, una vez que hice ese ejercicio que no me convencía aún, pensé en organizar según criterio temático. Entonces establecí palabras mayores, guías, como objetos, familia, cosas así y reordené todas las entradas según esos ejes un poco temáticos, pero tampoco me convencía mucho eso. No pensaba originalmente en un diccionario, pero ahora están un poco de moda y, además, me pasó que una noche voy a comer a lo de unos amigos y me encontré con que tenían los tomos del Diccionario Hispanoamericano y me los ofrecen (son 29 tomos grandes). Acepté porque me gustan mucho los diccionarios y empecé a bucear un poco en ellos por el lado de las definiciones (en realidad eso era para otro proyecto paralelo), pero me pregunté por qué no armar el libro de las columnas como un diccionario”, explica Venturini.


-Me resulta muy interesante porque el libro es un recorrido de tus lecturas también, es por aquello que dio origen a las columnas, ¿no?
- Claro, ese fue como un disparador. Era, en realidad, el disparador de las columnas en el periódico. Lo llamaban Resonancia magnética, porque la idea era que a partir de una lectura o de una cita vos puedas pensar o moverte como en una especie de juego e ir saltando de una cosa a otra, un poco por asociación libre y un poco para usar la cita y la lectura como una especie de disparador del texto nuevo. Por eso, cada entrada tiene una cita o tienen un autor al que vuelvo o a un pasaje de algún texto. Cada columna era como poner en ejercicio una lectura y a partir de eso escribir algo. A mí me encantan los libros, soy fanático de ellos y no puedo leer
sin marcarlos. Si no tengo un lápiz, para mí leer muy difícil. Como una especie de acto de voracidad por tratar de apropiarse un poco de lo que leés.

El libro estuvo inspirado en el Diccionario Hispanoamericano.

Este es el primer libro en prosa de Venturini. Mayoritariamente su obra es poética. En este caso en particular, el autor confiesa que se lo tomó como algo más lúdico, dado el montaje, el encastre de citas, las relecturas o el ir saltando de un lado a otro. “Me sentía más libre que con la poesía porque se trataba de un libro de lector”, asegura.


- ¿Y cuánto de libertad hay al escribir poesía?
- Yo admiro mucho a los escritores que tienen esa especie de libertad o de desenfado, o que parecen tenerlo, cuando uno los lee. Pero, bueno, a mí no me sale. No me considero un escritor profesional para nada, porque por suerte estoy como fuera de ese circuito más profesional que tiene que ver con ciertos contratos con editoriales o presentar ciertos títulos en determinado tiempo. Yo escribo cuando quiero, cuando tengo ganas y voy tratando de publicar en las editoriales que a mí me gustan. Nunca publiqué un libro en una editorial de la que no me guste su catálogo o no me parezca interesante estar. Lo de la cuestión tortuosa de la escritura no lo asocio con el profesionalismo sino con una especie de autoexigencia y la labor de escritura en sí. Obviamente que hay placer, uno si no no escribiría, pero también hay otro tipo de dimensión que tiene que ver con un esfuerzo y con una especie de trabajo físico de pulir el texto, de darle la forma, de ir tallándolo que es algo inevitable. Obviamente que después hay pasos a seguir. Pero también hay poemas que salen de un tirón y vos solo tenés que retocarlo un poquito, a diferencia de aquellos que exigen mucho trabajo y tenés que volver y volver a ellos. Yo cada vez estoy más convencido de que es muy importante escribir, después abandonar y volver al tiempo, porque ahí aparecen un montón de cosas que, cuando uno está demasiado compenetrado con lo que está escribiendo, se le pasan.

Santiago Venturini es docente, traductor y poeta.

- Tenés esta predisposición al pasado, casualmente a un volver atrás…
- Salió una reseña hace poco del libro donde se decía que había como un pasaje a una memoria idealizada. Y es cierto, yo lo hago como si volver al pasado fuera volver a ese país dorado que se perdió irremediablemente y por eso tiene ese brillo que le da lo que se perdió, lo que ya no está. Un poco es eso. Es una invención de ese pasado y ese recuerdo. Sin dudas que algunas cosas fueron así o creo que fueron así, porque uno en el recuerdo se mueve siempre en esa especie de ambigüedad y de indeterminación que es irresoluble, pero la literatura, o la escritura precisamente, hace algo con eso y lo transforma. Le da ese peso, esa trascendencia, pero bueno, esa cosa del pasado es para mí como una obsesión.


Pequeña enciclopedia mental es un viaje que no será el mismo para todos. En su experiencia de lectura se encontrará mucho de aquello que lo ha moldeado a uno como sujeto y como lector. Son textos que invitan a reflexionar sobre cómo aquello que nos trajo hasta hoy es decisivo en nosotros.