De espaldas a la ola privatizadora: los ´90 y la etapa de modernización de Osse
Eran los 90. Las empresas públicas se privatizaban bajo el argumento de que lo privado era más eficiente. Marcelo López, en la gestión del ex intendente Aprile, decide con recursos propios encarar el proyecto más ambicioso: municipalizar y modernizar Osse para que encuentre su lugar.
* Nota publicada originalmente el 17 de diciembre de 2023.
En el 2024, Obras Sanitarias Sociedad de Estado (Osse) cumple 40 años. En este tiempo, logró casi el 70 por ciento de la cobertura actual en los barrios, mucho más de lo que había hecho Obras Sanitarias de la Nación en los 70 años anteriores a la municipalización.
Las voces coinciden en que la gran expansión del servicio vino de la mano de la municipalización durante la primera intendencia de Elio Aprile y de la etapa que se conoció como el Plan Mar del Plata 2000. También se dice que gran parte de la transformación de Osse tuvo que ver con el acompañamiento y modernización de la infraestructura y estructura edilicia que se logró en esa época.
Hablamos de los años ´90. Momento en el que se empieza a discutir la ola de privatizaciones de las empresas públicas. Marcelo López era el presidente de Osse y decide hacer una renovación de lo que se había heredado de Nación (la Torre tanque y lo que hoy se conoce como Plaza del Agua). Es así que se toma la decisión de marcar un quiebre con la lógica del momento, rediseñar una empresa moderna y dotarla de tecnología para cambiar el modelo de gestión del servicio público y mostrar que no solo lo privado podía ser eficiente (Entel se transformaba en Telefónica y Gas del estado pasaba a ser Camuzzi).
Carlos Katz es el actual presidente de Osse y afirma recordando aquel momento: “hay un cambio histórico sustancial en la decisión del directorio que encabezaba Marcelo López. La idea no era emparchar, sino buscar centralizar. Hasta ese momento estaban todas las gerencias de la empresa desparramadas por la ciudad. Es así que se decide hacer el nuevo edificio centralizado en French y República del Líbano. Por supuesto que hubo resistencia, interna y externa, sobre todo porque parecía lejano el lugar, pero sin embargo, eso nos permitió un cambio de convicción de nosotros mismos como empresa y estar todos juntos no solo nos hizo agilizar los tiempos, sino también saber en qué estaban el resto de los trabajadores de distintas áreas”.
Marcelo López era el presidente de Osse en aquel momento de decisiones. Recuerda esa época como una mezcla de “sensaciones increíbles” y destaca que todo eso no fue la voluntad de uno en particular, sino la de todo un equipo. Se refiere a la adquisición de los lotes donde se emplazaría el nuevo edificio y a la construcción del mismo. “No fue una locura ni nada, solo se fue respondiendo a las necesidades de la ciudad y a las de la empresa. Creo que fue la mejor solución encontrada en ese momento”.
Los objetivos eran claros: primero, despejar lo que hoy es la Plaza del Agua y luego, mejorar la atención de la zona norte de la ciudad. Para la zona sur estaba la estación ubicada en Mario Bravo, que también se modernizó en ese momento, pero para la zona norte se necesitaba una mayor operatividad para el abastecimiento, algo similar a la estación que se encuentra en Plaza Mitre. En este caso, una cisterna con estación de bombeo con la ventaja de que estaba cerca del Acueducto Norte (Avenida Constitución y Autovía 2).
Entre las calles Beruti, República del Líbano, French y Abdel Nasser había un lote baldío con unas pocas losas construidas y un subsuelo. El espacio había sido adquirido por una firma de médicos que proyectaba construir en algún momento un hospital, pero, desechado el proyecto, lo habían puesto en venta.
La Municipalidad lo adquiere a través de una licitación y comienza el proceso de construcción. Como se dijo, la idea fue dar respuestas técnicas al servicio, pero la necesidad de un espacio conllevó a que el proyecto le cambiará la cara a la empresa. “El disparador de todo eso fue este edificio. En la primera intendencia de Aprile se trabajó mucho en la descentralización, en el salir del centro de la ciudad y ver que solo ahí se podían resolver problemas”, asegura Carlos Katz. En el principio se llevaron adelante dos trabajos, el reservorio para el centro de abastecimiento de lo que hoy es la Base Szpyrnal, aproximadamente 20 millones de litros de agua, y después el edificio. La estación de bombeo y la cisterna se licitaron, pero finalmente terminó haciéndose con recursos propios y con la ayuda de Vialidad y otros organismos municipales. El edificio se fue haciendo paulatinamente a medida que ingresaban recursos. Por eso se fue construyendo con contratos cortos que permitían el flujo de ingreso de la misma Osse, para que se pudiera ir pagando.
Marcelo López se siente orgulloso: “Lo bueno que tuvo todo eso es que esa obra se hizo por administración, tanto la cisterna como el edificio. Nosotros poníamos un presupuesto oficial y si la oferta superaba el presupuesto oficial, no se adjudicaba la obra. Yo recuerdo que se hizo todo con cooperativas, pero con la supervisión de nuestro propio personal, que era de altísimo nivel. Nuestros profesionales sabían lo que queríamos y lo que necesitábamos. Mirá, me acuerdo de que en ese momento la construcción del metro cuadrado de las escuelas provinciales salía 800 dólares y nosotros hicimos el edificio de Beruti por 265 dólares el metro cuadrado. Primero hicimos el edificio y luego se avanzó con la cisterna que tenía un presupuesto de seis millones y medio de dólares. Era la época del uno a uno y las ofertas eran todas más altas que ese número. Al lado mío estaba el gerente técnico de Osse, entonces le digo: ‘La vamos a hacer nosotros, lo hacemos por administración´. Me miró y después estuvo tres días descompuesto de los nervios, no lo podía creer. Entonces trabajamos con cooperativas y con José María Conte, porque hubo que hacer una gran excavación. Para la construcción se contrató lo necesario, hormigón y grúas, pero el resto se hizo con nuestra gente”.
El edificio fue pensado para una funcionalidad de 25 a 30 años aproximadamente (ya superó ese plazo). Era un edificio “semi inteligente”, muy equipado y actualizado, que permitió un salto cualitativo a la empresa en cuanto a la utilización y desarrollo de la tecnología de ese momento en un lugar confortable. Al ingresar se veía a todo el personal, las divisiones son de vidrios y los muebles no superaban el metro de altura. La iniciativa estaba sostenida en la capacidad de poder notar y sentir el espíritu cooperativo de trabajo.
En la planta alta se encuentra una magnífica sala de reuniones para el directorio junto a una enorme biblioteca para las capacitaciones, lo que significaba algo avanzadísimo para una empresa de servicios. Las capacitaciones eran según los diferentes niveles de la empresa que provocaban una mayor valorización del capital humano. También se cuenta con un enorme espacio para guardar maquinarias y móviles. La compra, más tarde, de lotes vecinos permitió tener cerca las distintas áreas de la central, como la gerencia de servicios a menos de una cuadra o el laboratorio, donde se monitorea el agua que se consume en el partido, así como los talleres mecánicos y las áreas de servicio. Es decir, son cinco edificios distintos en torno a cien metros que facilitan la tarea y, por consiguiente, el servicio y la atención al consumidor.
Fue una modernización total de la empresa con una fuerte inversión propia. Se actualizó la flota de vehículos y se brindaron comodidades para los trabajadores. “Los trabajadores se cambiaban en los camiones, no podían usar los baños. Era todo muy denigrante. En el edificio nuevo los baños y los cambiadores, entre otras mejoras, cambiaron las condiciones para ellos”, sostiene Marcelo López.
¿Cuál es el recuerdo del día de la inauguración?. Marcelo López no duda: “fue un trabajo fantástico y la emoción que yo sentí cuando me dijeron ‘vamos a llenar la cisterna, apriete el botón aquel’, fue algo indescriptible. Había un puente por donde pasaba el agua que venía del acueducto Norte y todavía hoy recuerdo la energía que traía esa agua, que cada vez que lo recuerdo me conmueve”.
Por su parte, el actual presidente de Osse, Carlos Katz, se apasiona al hablar del lugar y de la función que cumple para la comunidad del Municipio. “Todo esto se hizo con recursos propios. Te diría que un dato en nuestra historia es el logro de la base Szpyrnal. Hoy vienen investigadores a estudiar con el material técnico y la experiencia humana que tenemos. Nuestros profesionales siguen capacitándose, desde el principio se mandó al personal a perfeccionarse en las distintas áreas. Hoy somos, junto con AySA, las empresas elegidas para perfeccionar personal del exterior. Nosotros tenemos un plan de gestión hasta el 2030. La empresa está en movimiento y tiene planificación a futuro. No son muchos los organismos públicos en Argentina que tienen un plan de trabajo tan sostenido en el tiempo y con resultados”, manifiesta.
En pocas semanas, Osse entrará en su año aniversario. El de sus 40 años. Todos coinciden en lo importante que fue aquella decisión y lo que mostró al sistema, empresa del Estado que se levanta con recursos propios, crece y es eficiente, desde la iniciativa de sus propios profesionales. “A mí siempre me pareció que hay que trabajar con la propia gente de la organización. Nosotros teníamos profesionales muy desarrollados en todas las áreas. Solo había que ponerse a escuchar y poner las ideas en crisis para darles forma. No fue una ocurrencia mía, fue el fruto del diálogo con la gente que sabe, con los expertos. Además, fue todo un proceso de aprendizaje enorme. Mucha gente encontró su razón de ser en la empresa después de todo esto. No fue fácil, hubo mucha resistencia, interna y externa, pero se hizo y hoy se puede ver que era lo mejor. La empresa creció, la gente se siente cómoda, los vecinos están conformes y el servicio es de lo mejor. Creo que se dio todo en aquel momento para que se pudiera empezar un camino que hoy se nos muestra muy positivo”, reflexiona Marcelo López.
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