La fiesta de Fin de Año que tendrá quema de muñecos y un emotivo homenaje marplatense

Un tiburón con la camiseta verde y amarilla será una de las figuras centrales de la tradicional quema del 31 en La Plata. Detrás hay una historia de pasión marplatense: vecinos honran a Marcelo Cángaro, el querido almacenero fanático de Aldosivi que dejó una huella imborrable en el barrio.

El tiburón que quemarán en La Plata.

31 de Diciembre de 2025 12:55

Por Redacción 0223

PARA 0223

En la misma semana que los hinchas de Aldosivi inflaron el pecho por ser la tercera mejor camiseta (la del homenaje a San Jorge) del fútbol mundial, según especialistas, en este caso pueden decir que estarán presentes en una de las fiestas tradicionales de Fin de Año en Argentina.

Se trata de la ciudad de La Plata, que por un lado tiene shows que atraen a los jóvenes para celebrar el pase del 31 de diciembre al 1 de enero, como será en este caso la presentación del dúo de DJs Bob Tosh, y por otro mantiene la tradicional quema de muñecos para toda la familia. Un recuerdo de pertenencias, un balance del año que pasó y la cultura viva de la capital bonaerense.

Entre las estructuras preparadas, una llamó la atención por su vínculo con Mar del Plata. Se trata de un tiburón con la camiseta verde y amarilla a bastones. Según pudo averiguar 0223, hay una historia detrás del muñeco que merece ser contada.

El emotivo homenaje a un amante de Mar del Plata

Marcelo Cángaro era un almacenero que atendía en el barri de Gonnet. Si bien no nació oen Mar del Plata, toda su familia es de La Feliz. Su hija, platense, explicó que el muñeco lo homenajeará con los colores de Aldosivi. Consultada sobre cómo se hizo hincha del Tiburón, respondió: "Es una pasión. No trates de entenderla".

Juntarán dinero para solventar los gastos de la escultura.

Probablemente la influencia de sus antepasados, a quienes visitaba cada tanto, hizo que las raíces marplatenses afloren en sus sentimientos. Por eso todo Gonnet lo conocía como el almacenero hincha del Tiburón a pesar de que tenía otra camiseta, la de Quilmes de Mar del Plata, equipo del que también era hincha.

"A tal punto lo reconocían que dejó de ser Marcelo. Para todos era el Tiburón", recuerda su hija Florencia. Quien para concluir, reconoció que también se contagió con agua salada. "A decir verdad, yo también me siento marplatenses. Es algo que se hereda. Pasa de generación en generación".

Marcelo dejó su huella en La Plata con su almacén en la esquina de las calles 28 y 500. Durante décadas supo darle vida al barrio con su sonrisa, su buena onda y un gesto que lo definía: un caramelo para cada nene que iba al negocio.

Su partida a fines de noviembre pasado dejó un vacío enorme pero también una huella imborrable en la memoria del barrio.