La historia de la Peatonal San Martín y cómo se convirtió en el corazón de Mar del Plata
Es uno de los íconos de Mar del Plata tanto para turistas como para lugareños. Angelo Paolo, Sacoa, Topsy, Oshkosh, Etam o Cuore fueron marcas que se instalaron en sus vidrieras. Su fuente fue lugar de encuentro para muchos. La Peatonal San Martín y su historia.
Año 1979: es la época de la plata dulce y la fiebre por lo importado. La inflación se dispara y se da la primera jornada de protesta nacional convocada por la Comisión de los 25 gremios. Borges cumple 80 años, Serú Girán toca en el teatro Auditorium de Mar del Plata, Alberto Cortez presenta su tema Callejero, Vilas gana el Abierto de Australia, Argentina, con Maradona, gana el Mundial juvenil de Japón y Reutemann sale segundo en España. Argentina y Chile tienen un conflicto por el Beagle y la mediación del Papa logra que las partes lo resuelvan sin violencia. Hay sublevaciones y el gobierno cívico-militar recibe a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, que confirma las reiteradas violaciones a los Derechos Humanos por parte de la Junta Militar
Ante la caída de imagen, el gobierno decide no solo una fuerte campaña publicitaria en torno al concepto de soberanía, sino también aportar fuertes montos de dinero a los distintos distritos para realizar obras y mostrar un país en crecimiento.
¿Por qué esta introducción? Porque en ese contexto es que la Peatonal San Martín llegó a ser lo que hoy es. Se construyó en ese mismo año, 1979, por decisión del entonces comisionado municipal Mario Roberto Russak.
El 8 de diciembre de 1979 fue el día en que quedó inaugurado el Paseo Peatonal de la calle San Martín. Luego de un intenso debate entre los comerciantes y frentistas del lugar, esas siete cuadras, que comenzaban con una fuente -la que en ese momento contaba con tres platos de distintos tamaños que provocaban que el agua cayera en forma de cascada y con un juego de luces-, tomarían la forma de peatonal, como las ya existentes en otras ciudades.
Muchos de los vecinos aseguraban que el resultado sería negativo, ya que parecía un proyecto solo pensado para la temporada veraniega. El resto, sin embargo, aseguraba que cambiaría la cara de Mar del Plata como ciudad turística. Y no se equivocaron. La ciudad tuvo un antes y un después de esa vía.
Impulsada por la Asociación Propulsora de la calle San Martín, la licitación se abrió en otoño de ese mismo año. La empresa ganadora fue Tomás Guarino e Hijo S.A., y rápidamente comenzaron con el proceso de transformación, que incluía quitar los cordones y las veredas de la calle, construir cierta pendiente hacia el centro de la calle para posibilitar el desagüe de agua durante los días de lluvia, y la construcción de los canteros y bancos que le darían una imagen distinta a la del resto de la ciudad.
La obra, en un principio, comprendía solo cinco cuadras, hasta la intersección con Corrientes, llevándose a cabo las restantes en 1980.
Según rescatan los cronistas de la época, el día de la inauguración hubo algunas faltas importantes, pero nada impidió que se disfrutara del momento. Estaban allí la flamante VIII Reina Nacional del Mar, la Guardia del Mar y la Banda Municipal de Música, así como autoridades municipales y comerciantes.
Se convidaron bocaditos de los restaurantes cercanos y copas de champagne. También cuentan que se regalaron globos, caramelos, helados y café. La inauguración se vivió como una fiesta, aunque a muchos les preocupaba qué sería de ella en los meses sucesivos.
Un antecedente en la década de 1930
El Concejo Deliberante tomó la iniciativa de aprobar una ordenanza que suspendía el tránsito vehicular por la calle San Martín durante ciertas horas del día (exactamente como ocurre ahora sobre la calle Rivadavia en temporada alta). Era el año 1937, y la decisión provocó el enojo de muchos comerciantes, sobre todo hoteleros que veían que sus pasajeros no podían llegar hasta los hoteles en vehículos, y de las familias que vivían en la zona.
Estas pidieron al intendente que no promulgara la ordenanza o que aceptara solo que se diera la interrupción desde septiembre y hasta el 15 de diciembre, de 18 a 21, ya que esos eran los meses de mayor movimiento. La discusión no fue fácil de llevar, y así fue que el 10 de enero de 1938, la ordenanza fue suspendida transitoriamente.
Tan solo la Peatonal
Para su inauguración, el nombre elegido fue Paseo Comercial del Centro. Luego se le llamó Centro de Compras Peatonal San Martín, pero lo cierto es que, desde siempre, simplemente fue “la Peatonal”.
Lugar icónico de la ciudad de Mar del Plata, comienza en la Catedral gótica, frente a la plaza San Martín y el reloj de flores que hay en ella, para dar lugar a un espacio que fue, en su momento, el centro neurálgico de los bancos y comercios de la ciudad.
Poblada de alternativas para todos los gustos y edades, con un diseño original, luminarias esféricas, maceteros enormes y una gran cantidad de cabinas telefónicas, la Peatonal era el lugar de encuentro de todos. Familias enteras podían pasar horas recorriendo y disfrutando del sector, ya que encontraban no solo esparcimiento, sino también todo lo que querían adquirir.
En la Peatonal uno podía encontrar marcas que fueron señeras en la ciudad de Mar del Plata, así como también personajes particulares que le brindaban un colorido especial.
Los juegos electrónicos de Sacoa o los de la galería Broadway eran un clásico. Esta última también tenía una disquería donde se podían encontrar vinilos de todo tipo, a los que más adelante se les sumó una gran librería. La confitería Jockey Club o Topsy eran obligadas, el cine Regina, el cine para adultos Cine A, las casas de ropa Etam, Ecco Hombre, Angelo Paolo, Grimoldi, Bonafide, el café Colombia, las corresponsalías de los diarios La Nación y La Razón, donde se podía acceder a las últimas noticias que publicaban en sus vidrieras o ver los partidos de fútbol cuando se codificaron en los 90.
Por otro lado, estaban los vendedores de cospeles para los muchos teléfonos públicos que había sobre la peatonal, los personajes con los que te podías sacar fotos (la Pantera Rosa, un Pitufo, el Hombre Araña), los tarjeteros de los boliches y mucho más. Cada uno tiene algún pasaje de la peatonal. ¿Quién no ha dicho alguna vez: “Te espero en la fuente, frente a Cuore” (perdón, milenials).
Hoy, la historia de la Peatonal, ya con más de 40 años, sigue viva y escribiéndose. Aunque su imagen sea completamente distinta, algo que va más allá de las distintas puestas en valor que se realizaron (cambio de luminarias redondas por planas, tramos de las baldosas por madera o la eliminación de las cabinas), sigue intacto el sentir de los propios paseantes.
Con algunas zonas oscuras, reclamos de vecinos por inseguridad, torres de monitoreo de la policía con un estilo muy foucaultiano, y mucha falta de mantenimiento y limpieza, la peatonal busca nuevos caminos. Quizás, solo quizás, el perfil comercial se lo ha ganado la zona de Güemes, pero sigue manteniendo algo de su magia intacta.
Los cafés, los vendedores de ofertas de shampoo y crema de enjuague, los payasos, el grito de “¡cambio, cambio!”, el movimiento tan particular de los bancos los días de semana, así como los locales de recuerdos, termos y cosas para la playa cercanos a la calle Buenos Aires, hacen que la Peatonal no solo sea eso que construyeron con materiales, sino también (si no es lo más importante) aquello que cada uno de nosotros construyó con el paso de los años: los recuerdos de quienes hemos pasado por ahí y los recuerdos que aún siguen formándose en aquellos que hoy la transitan.
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