“Pensé que era una estafa virtual”: el insólito motivo por el que la hija del financista nazi “escondió” el cuadro

Patricia Kadgien entregó el miércoles a la Justicia la obra de arte que durante 35 años tuvo decorando el living de su vivienda y dio una sorpresiva explicación de los motivos que la llevaron a ocultar la pieza antes del allanamiento y cambiar su identidad virtual. 

Detalle de "Retrato de una dama".

4 de Septiembre de 2025 09:12

La historia de “Retrato de una dama” y la insólita manera en la que las herederas del galerista judío Jacques Goustikker tomaron conocimiento del lugar en el que se encontraba la obra que fue robada al mercader de arte durante la ocupación Nazi en los Países Bajos recorre el mundo.

Este miércoles, Patricia Kadgien, la hija del financista Nazi Friedrich Kadgien que figuraba en los registros como propietaro del cuadro, entregó la obra de arte a la Justicia para determinar la legitimidad propietaria de la misma y dio una insólita declaración sobre los motivos que la llevaron a esconder la obra antes del allanamiento que se realizaron en su vivienda y en otras tres moradas vinculadas a la familia, lo que derivó en su arresto comiciliaro, junto a su esposo, por entorpecer la investigación: el cuadro ya no estaba.

“Mudé entre el año 1989 y 1990 de General Alvarado a Mar del Plata un cuadro de aproximadamente de 116 centímetros por 87 cm con un marco dorado a la hoja de 13 cm sin firma visible que siempre aludimos dentro del grupo familiar como “el monje”, el cual era un retrato de quien yo entendí en aquel momento se trataba de un monje o alguna persona religiosa”, aseguró Kadgien en la declaración judicial a la que tuvo acceso 0223.

De acuerdo al relato de la mujer, toda su vida tuvo la certeza de que su padre era el propietario de la obra que desde hace 35 años decora el living de su vivienda sobre un sillón triple y rodeado por dos veladores. “Siempre supe que dicho cuadro era de mi padre, dado que aquel también estuvo colgado y exhibido en forma pública en el living de su domicilio de Vicente López”, sostuvo.

“En mayo puse en venta mi casa y en agosto empecé a recibir llamados de una persona que se presentaba como periodista, que refería haber accedido a mi casa por medio de terceros y aparentemente, en el marco de una visita concertada con la inmobiliaria, había tomado contacto visual con el cuadro que adjudicaba a un coleccionista holandés y cuya restitución me exigía”, dijo Kadgien, y explicó que la situación la desconcertó.

“Inicialmente, entendí que se trataba de una estafa virtual, de éstas tan actuales, por lo que dejé de atender números desconocidos, y di instrucciones a la inmobiliaria de retirar de la venta la casa para impedir el acceso de desconocidos a la misma, y retiré de ésta todos los bienes de valor, ya que ignoraba los alcances de estos llamados”, se excusó.

En esta línea, Kadgien explicó que se sorprendió al ver las imágenes del living de su casa en todos los medios ya que hablaban de un cuadro robado por jerarcas nazis durante la Segunda Guerra Mundial buscado por la Interpol con un nombre que no le era familiar.

“Tamaño fue mi asombro, dado que, insisto, jamás oculté dicho cuadro a terceros; aquel estuvo siempre visible en el living de mi casa e ignoraba por completo el presunto origen que se refería. Mi casa es una vivienda de clase media, sin bienes suntuarios en su interior y frecuentada por amigos del matrimonio, y por amigos de mis hijos”, explicó.

La defensa de Kadgien alegó que los hechos denunciados ocurrieron hace 82 años, antes del final de la Segunda Guerra Mundial (según el comprobante de compra el cuadro se adquirió en 1943) por lo tanto la mujer no intervino en los mismos y destacó que, al momento de la muerte de Friedrich, Patricia tenía apenas 14 años “por lo que resulta impensado que hubiese tenido conocimiento de la historia de este cuadro que ahora se intenta reconstruir”.

De acuerdo a la documentación que presentó, el cuadro en cuestión pasó de mano en mano por distintos miembros de su familia y sus antepasados. Inicialmente, habría sido adquirido por Leonore Berthold, cuñada de su padre, el 25 de noviembre de 1943, al Museo Wallraf-Richartz de la ciudad de Colonia, en plena Segunda Guerra Mundial.

Al fallecer, el cuadro quedó en posesión de su hermana Augusta Ana Sofia Hildegarda Bertholdt, cónyuge de Kadgien, quien falleció el 30 de mayo de 1965 en Argentina. A partir de esa fecha, la obra pasó al patrimonio de Federico Gustavo Kadgien, nombre con el que el financista ingresó al país. Tras la muerte de su padre, el 6 de junio de 1979, con tan solo 14 años, Patricia recibió como heredera una serie de valiosos bienes.

Como prueba de la legítima posesión y de buena fe por más de 35 años, la hija del financista nazi acusado de haberse quedado con la obra presentó la supuesta factura de compra que Bertholdt recibió por parte del Museo Wallraf-Richartz. La factura adjunta da cuenta de dos pinturas: "Jordaens – Retrato femenino" por 40.000 Reichsmark (poco más de 13 mil dólares de la época) y "de Vries – Retrato masculino" por 18.000 Reichsmark, (unos 6 mil dólares de la época) la moneda oficial utilizada en Alemania durante el Tercer Reich.